¿Cómo podría bloquearse la aparición de nuevas variantes de coronavirus? La incógnita que interpela a los expertos
Aunque es un enigma para los especialistas, coinciden en que la población sin vacunar genera un entorno propicio para que el virus siga reproduciendo
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¿Un porcentaje mayor de población vacunada puede evitar que se generen más mutaciones del virus? La respuesta a esta pregunta es compleja e interpela a los propios infectólogos.
“Los conceptos más básicos de la vacunología indican que mayores coberturas de esquemas completos de vacunación logran un mayor control sobre una determinada enfermedad”, apunta el infectólogo Ricardo Rüttimann, excoordinador de la Comisión de Vacunas de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI). El dilema es a partir de qué umbral de vacunación se logra la mentada inmunidad de rebaño. Si bien, en un comienzo se creyó que con el 70% iba a ser suficiente, ahora la vara se corrió y algunos postulan que solo con niveles por encima del 90% se podría alcanzar.
La población de los no vacunados representa entonces, según explican los expertos, el entorno propicio para que el virus se siga reproduciendo. Y, en este caso particular, lo que los científicos comprobaron es que cuantas más veces el virus se replique, más chances tiene de producir fallas en su copia. Y es en ese momento cuando se produce las mutaciones que dan origen a las nuevas cepas. “El virus, al encontrar una población no vacunada tiene más chances de reproducirse. Y a mayor reproducción aparecen los errores del virus, que son las mutaciones”, explica el infectólogo Pablo Elmassian. “La vacuna logra reducir la letalidad y las formas graves. Pero también, aunque no es su fuerte, reduce la transmisión del virus”, agrega.
“Frente a la aparición de nuevas variantes, hay que decir que estar vacunado permite controlar en menos tiempo la replicación viral. Cuanto más tiempo permanece el virus en una persona, más aumenta la chance de que aparezcan mutaciones”, explica el presidente de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica, Roberto Debbag.
“Una persona vacunada controla la infección entre cinco y siete días. En personas que no controlan la replicación viral porque no están vacunadas, permanecen con el virus en el cuerpo por entre siete y diez días. En ese tiempo, la carga viral aumenta exponencialmente. Por esa razón, los no vacunados tienen más chances de contagiar que los vacunados. Y en una persona inmunocomprometida, el virus puede permanecer hasta nueve meses. Es lo que ocurrió con ómicron, que en la replicación recombinó dos variantes, y se generó en un continente como el africano donde hay muy bajos niveles de vacunación y mucha población inmunocompormetida”, agrega Debbag.
Hoy, el 71,1% de la población argentina tiene esquema completo, según los datos oficiales y el 83,4% tiene al menos una dosis. Y aunque se trata de un porcentaje alto en comparación a otros países donde el movimiento antivacunas es mucho más representativo, el ritmo de vacunación se ha desacelerado sensiblemente, con un promedio de 31.000 dosis diarias. Es un 10% de lo que se vacunaba en julio, cuando el promedio superó las 350.000 dosis diarias. A esta velocidad, para vacunar a los más de 13 millones de personas que faltan, se requerirán más de un año. Y en la cuenta además habría que tener en consideración si la tendencia a vacunarse sigue bajando y sumar a las personas que ya requieren una nueva dosis, transcurridos los cinco o seis meses de la última. Todo esto, sin calcular el núcleo duro de personas que no van a vacunarse, porque así lo decidieron.
Las nuevas variantes, explican los especialistas, aunque son cada vez menos letales, son más contagiosas y logran evadir con mayor facilidad el sistema inmunológico, tanto natural como el que proporcionan las vacunas. Por esta razón, requieren cada vez más dosis para estar protegidos. Así, si con la variante alpha, la andina o la manaos la persona vacunada alcanzaba una cobertura del 70% con la primera dosis y cerca del 85% o 90% con la segunda aplicación, con delta, la efectividad cayó al 70% con las dos dosis. Por eso, los países que recibieron el impacto de la ola de contagios con poca población vacunada con dos dosis tuvieron mayores tasas de internación y mortalidad que las que lo recibieron con el 70% de la población con esquema completo. Esa es la diferencia de lo que ocurrió en Europa hace cuatro meses y en la Argentina, donde hoy más del 90% de lo que circula es delta, aunque las internaciones no son tantas, lo mismo que los cuadros graves.
La llegada de ómicron todavía es una incógnita. Sin embargo, los infectólogos dicen que para estar cubiertos contra esta cepa se requerirá una tercera dosis. Por eso se aceleró la inoculación de las personas inmunosuprimidas, del personal de salud y de aquellos que habían recibido Sinopharm, que es una de las que menos anticuerpos generó en quienes la recibieron.
“La salida de la pandemia va a ser más lenta con ómicron si no logramos incrementar la cantidad de población vacunada”, apunta Elmassian.
La aparición de la variante ómicron en África es una incógnita para los virólogos. “Porque si bien se explica porque hay poca población vacunada en el continente, esta cepa surgió en Sudáfrica, que es uno de los países que tiene mejor cobertura”, apunta Ruttiman.
Y agrega: “Lo importante es que la gente se vacune. La vacunación es más importante que la vacuna en sí. Ahora el pase sanitario está generando polémica pero lo cierto es que en otros ámbitos, como en el colegio ya se pedía el calendario completo de otras vacunas. Es cierto que esta vacuna todavía tiene aprobación de emergencia y por eso no es obligatoria. Pero hay que exigir a los laboratorios que actualicen la aprobación de la vacuna en base a la evidencia. Es probable que en el próximo tiempo se trabaje en la actualización de las cepas sobre las que se elabora la vacuna para hacerlas más efectivas, ya que la que hoy se aplica tiene como base la cepa original”, apunta.
Sin vacunar
Respecto de la población que todavía falta vacunar, Debbag no cree que se pueda hablar de un fuerte movimiento antivacunas. “No está estudiada la población que falta vacunar. Algunos serán antivacunas. Otros, dicen ‘no soy antivacunas pero esta no me la doy’. Y otros no se la habrán aplicado por alguna otra razón. Más bien son conductas, no son posturas rígidas. Si no se investiga no se puede desarrollar una estrategia”, apunta.
Según los datos que aporta el especialista, hoy entre los que tienen entre 18 y 39 años, solo el 50% recibió dos dosis. “Creo que es una población que si bien tiene alguna reticencia, también tiene probabilidad de no acceso a las vacunas. Los que tienen trabajo informal y no llegan a los horarios de los vacunatorios, los que no saben cómo inscribirse. Si no conocemos esa población, no sabemos qué les pasa. Tenemos que abrir más centros, que se vacune en plazas, en farmacias, después del horario laboral, sin turno. Creo que ahí vamos a aumentar considerablemente la cobertura”, agrega.
Cuando hay mayor cantidad de población no vacunada hay más posibilidad de casos y las chances de que al replicarse, mute, aumentan. Por eso es importante aumentar el ritmo de vacunación”, explica el infectólogo del CEMIC, Pablo Bonvehí.
“En la Argentina existe un buen nivel de cobertura, con dos dosis alto. También hay gente que no completó el esquema o no se quiere vacunar. No sabemos por qué, pero por eso hay que facilitar al máximo la vacunación de esas personas. ¿Cuánto más se va a lograr? Es difícil saber”, dice.
Y agrega: “Probablemente la inmunidad se logrará con alto nivel de vacunación. Hoy, por la buena cobertura que tenemos, estamos viendo bajos niveles de complicaciones e internaciones. Pero esto podría cambiar. Por eso es importante entender que incluso podemos incrementar la protección y vamos a ver mejores resultados”.
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