Maxi Trusso y un fracaso en su carrera: la canción para el Papa no fue un hit
La elección de Jorge Bergoglio como Sumo Pontífice motivó la composición del Himno a Francisco y, con él, un anhelo que, por lo trunco, es todavía una asignatura pendiente
Quince años después de que Maxi Trusso oficiara de telonero de los Rolling Stones en Estambul, con su dúo electropop Roy Vedas, sucedió lo impensado en la vida de un músico. Era el 13 de marzo de 2013, y Trusso había vuelto al "hogar". A las 7.05 PM la piazza San Pietro lucía atestada de fervorosos católicos. Habían pasado cinco votaciones y una humata blanca cuando el prodiácono Jean-Louis Tauran anunció en latín que el cardenal Jorge Mario Bergoglio era el nuevo Obispo de Roma.
Maxi Trusso se estremeció entre la multitud. Había regresado a la ciudad que lo marcó para siempre, y asistido al momento histórico en que un humilde argentino era ungido como el heredero del Trono de Pedro. La emoción lo desbordó. Desde un balcón del Vaticano, Francisco saludó a su pueblo y en medio de las ovaciones, otras palabras, silenciosas, ocuparon la mente de Trusso. Fue como en un diálogo íntimo, pero esta vez, sin melodía:
Salud Francisco, salud Francisco
Sos el heredero de la verdad
Salud Roma, salud Roma
Tu luz nunca se apaga
Roma inmortal, de mártires y de santos
Francisco sos la luz de la gente
Trusso había viajado a Italia, donde su padre fue embajador durante 10 años, para componer la banda sonora del film Studio illegale, al igual que hizo con un tema para otra película de Guissepe Tornatore.
Todavía conmovido por la elección de Francisco, fue a visitar a Leonardo Sandri, a la casa que el cardenal ocupa frente al Vaticano. "Ahora que hay un Papa argentino, tenés que componerle un tema", le propuso Sandri. Trusso recordó aquel soliloquio espontáneo, acicateado por la elección de Francisco.
El cantante lo siguió en cada aparición. "En cada acto, en cada gesto, en cada mensaje o saludo, yo veo que él deja la vida. Y a mí ciertos momentos me sensibilizan; me marcan para siempre. Por eso, compuse elHimno a Francesco, que es en italiano, tiene un ritmo electropop y está basado en la identidad de Roma y de los romanos, que hasta hoy se saludan con un "salve" (salud) y también en lo que transmite el Papa", cuenta Trusso. "Usé aquellas mismas palabras que vinieron a mí cuando lo nombraron. Y dejé un poco la vida en ese tema, que, además, me remitía a mis tiempos en Italia, y al hecho de haber visto la elección de un papa argentino en Roma".
"Francesco sei la luce della gente"
Compuesto el tema, su sueño era poder algún día cantárselo en la Plaza de San Pedro; compartir esa canción con aquellos que ven en él lo mismo que él ve: "Francisco sos la luz de la gente".
Grabó la canción y le agregó un bonus track: una versión en español de Cantares , la célebre canción de Serrat. Mabel Vaccaro, una artista de estilo naive, retrató a Bergoglio y esa obra se convirtió en la tapa del CD. Trusso donó los derechos del Himno a Francesco a una red de educación católica argentina, Scholas Ocurrentes, y el día del cumpleaños número 78 del Sumo Pontífice, el 17 de diciembre de 2014, fue a la audiencia de los miércoles a ofrendarle su obra.
"Perdón, perdón por todo"
Frente al Papa, lo volvió a embargar la emoción. Trató de explicarle qué lo animaba. El Papa lo escuchó con atención y, antes de avanzar, como epílogo, también escuchó: "Perdón, perdón por todo". Francisco lo abrazó.
"Yo no sé —y no supe—, qué puede haber sentido él cuando alguien con mi apellido le dice lo que yo le dije", cuenta el cantante, en relación a la defraudación financiera que tres de sus nueve hermanos protagonizaron con el quiebre del Banco de Crédito Provincial, escándalo que involucró al cardenal Antonio Quarracino. Una italiana, al presenciar la escena de contrición, de forma espontánea acotó: "Sin darte cuenta, acabás de confesarte con el Papa".
Pero el gran fracaso, "o lo no logrado", como dice Trusso, sobrevino después: "A pesar de que le tenía mucha fe, el tema no trascendió. Pasó totalmente desapercibido. Las radios nunca lo difundieron, en parte porque la discográfica no lo impulsó: nadie cobraba derechos de autor. Y la ONG a la que se los había donado tampoco le interesó hacerlo. Así, mi sueño de poder cantárselo al Papa en Roma se desvaneció".
"Sin embargo —continúa Trusso—, creo que cuando uno insiste con ciertos fracasos, con el tiempo, a veces, éstos se pueden dar vuelta y convertir en otra cosa. En mi caso, no me apura el tiempo: no renuncio a que un día pueda cantarle que él es la luz de la gente".
Esta es una más de una serie de notas en las que personas exitosas exploran sus fracasos; hablamos también con
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