Maschwitz y Areco, escapadas de primavera
Con la llegada del buen tiempo, también vienen las ganas de subirse a la camioneta y armar un plan distinto
La primavera es siempre la estación más esperada. Pero este año, tras un invierno particularmente lluvioso, sus aromas, sus temperaturas agradables y sus típicos cielos diáfanos despierten, quizás, una expectativa mayor. Y qué mejor bienvenida se le puede dar, que con una escapada corta pero intensa. Descubrí un paseo distinto en la Toyota RAV4 hacia el norte de Buenos Aires, con dos itinerarios para disfrutar en estos días.
El Mercado de Maschwitz y el Camino de los Remeros
Tomando la Panamericana, luego la ruta 9 y bajando de la autopista en la salida de Del Viso está el Mercado de Maschwitz. Son aproximadamente unos 47 kilómetros desde el centro de Buenos Aires, que de no mediar mucho tráfico se pueden hacer en unos 40 minutos y gracias a la ayuda del navegador satelital de la nueva Toyota RAV 4, no hay forma de perderse. Ubicado sobre la Avenida Mendoza, se trata de un paseo comercial hecho con chapas y tablones reciclados que a primera vista recuerda a los conventillos de La Boca, pero que nomás entrar se asemeja más por sus recovecos y belleza a la parte antigua de cualquier ciudad europea con pasado medieval.
Las propuestas del Mercado de Maschwitz son esencialmente gastronómicas, de moda, arte y decoración. Ley Primera, en la entrada, le da un pequeño matiz far west al lugar. Se trata del restaurante más grande del lugar, con un espacioso salón de madera y una galería semicubierta. "De todo menos pizza", advierte uno de sus mozos ante la pregunta de qué se puede comer. Enfrente, el estilo vintage se apropia de Cata Restaurant, que ofrece sándwiches con impronta gourmet, picadas y también una carta de platos especiales. El lugar se destaca además por la variedad y el buen precio de sus vinos y por la posibilidad de comprar quesos y fiambres. Las antigüedades de Chapadas a la Antigua, los muebles exclusivos de El Arcón y las prendas de Las Triquetas destacan en sus rubros. Y la cuota de arte la pone el espacio de Milo Lockett, quien cada tanto se da una vuelta para pintar en vivo y conversar con sus fans.
Camino al Tigre desde el Mercado de Maschwitz ya se puede entrever el paisaje del Delta. Si uno se mete por las calles de tierra verá algunas casas solitarias construidas sobre verdaderos pantanos que pueden ser recorridas sin problemas gracias a la tracción inteligente 4x4 de la nueva Toyota RAV 4. Ese ambiente bucólico convive con las mega obras que preanuncian futuros barrios cerrados. En esa lengua de tierra encerrada por la Ruta 9 y el Delta también hay espacio para un bonito paseo al aire libre: el camino de los Remeros. A la vera de la Pista Nacional de Remo, este circuito recientemente remodelado tiene mucho pasto, bicisendas, balcones sobre la pista y una muy buena iluminación. Es ideal para hacer un picnic a media tarde con la familia.
San Antonio de Areco
Si a las ganas de pasear se le suma el deseo de tomar la ruta, San Antonio de Areco ofrece todo el encanto de un pueblo bien tradicional a poco más de hora y media de la Ciudad de Buenos Aires. Son aproximadamente 110 kilómetros por la Panamericana y la Ruta Nacional 8 (hay que tener en cuenta que esta última está en obra llegando a Areco). Una hora desde que se pulsa el push start button, el sistema de encendido por botón, que propone la nueva RAV 4. Pura paz durante la semana, el pueblo suele recibir a muchos turistas los sábados y domingos. Los visitantes por lo general se apuestan en el parque lindero al Río de Areco, cuyo Puente Viejo tiene la particularidad de ser el primer lugar de la Argentina donde se cobró peaje, según cuentan los lugareños. Sin embargo, el pueblo tiene varios rinconces que vale la pena recorrer.
Frente a la plaza principal, sobre la calle Alsina, Habemus La Pastelería es un coqueto local con tortas y otras delicias (no irse sin probar los macarrones) que abre todos los días. A dos cuadras de allí, en la esquina de Mitre y Moreno, Los Principios funciona como una verdadera máquina del tiempo. De un lado de un viejo mostrador de madera en forma de L, los típicos productos de almacén: latas de conserva, frascos de mermelada y puré de tomate. Del otro lado, las bebidas espiritosas y los dos o tres clientes que a cualquier hora del día eligen hacer allí su descanso. Ojo: se recomienda disfrutar del lugar comprando algo pero guardando el afán fotográfico para otro lugar, pues al dueño del lugar no le agradan mucho los retratos. Lo de Tito, en Matheu y Arellano (cuadra y media de la plaza) es el bodegón más recomendado en cualquier encuesta callejera. Y en la misma cuadra la histórica La Olla de Cobre, con sus chocolates, turrones y alfajores elaborados ahí mismo, en la pulcra cocina que asoma por detrás del mostrador. El que visita Areco y quiere llevarse algo para regalar no puede obviar un paso por Matheu 433.
La primavera ya empezó. Si el clima acompaña, Maschwitz o San Antonio de Areco son dos muy buenas escapadas para hacer en el día.
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