Masacre de pingüinos: declaró en el juicio el principal testigo
El mayor especialista en pingüinos de Magallanes, Pablo García Borboroglu, apuntó contra el único imputado y dijo que la escena fue modificada
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COMODORO RIVADAVIA.— La segunda jornada del juicio por la “masacre de los pingüinos” en Punta Tombo abrió con el testimonio más esperado: Pablo García Borboroglu, el mayor especialista mundial en la especie afectada, y el primero en llegar y registrar imágenes horas después del paso de la máquina sobre los nidos.
El testigo mostró ante el Tribunal las imágenes de pichones muertos y sostuvo que, tras recibir el alerta por lo ocurrido dentro del campo ubicado en Punta Tombo, “primero veía la trayectoria de la huella (de una topadora) que pasaba sobre el techo de la entrada del nido, y el colapso de la estructura”, ya que “el arrastre arrojó tierra suelta y provocó la muerte de los pichones, que estaban muy frescos, no tenían olor”.
“Nos impactó ver a un macho adulto frente a la mortandad de sus pichones por accionar humano —dijo el científico—. Fuimos a documentar y nos provocó un impacto muy fuerte. Lo que estábamos viendo no lo habíamos soñado ni en las peores pesadillas”.
La reserva faunística de Punta Tombo, en la provincia de Chubut, fue escenario de una masacre de pingüinos de Magallanes. Según la fiscalía, el dueño de la estancia La Perla, Ricardo La Regina, arrasó un sector clave de nidificación de esta especie en plena temporada reproductiva, provocando daños ambientales de magnitud.
Según el relevamiento realizado por expertos, se comprobó la construcción de un camino de 190 metros de longitud y entre 30 y 40 cm de ancho, el desmonte de un área de nidificación de la colonia de pingüinos que alberga casi el 40% del total mundial, y la colocación de un cerco electrificado a menos de 20 cm del suelo.
García Borboroglu fue, en la segunda jornada del juicio que se desarrolla en el Superior Tribunal de Justicia de Rawson, un testimonio clave. Es doctor en Biología, licenciado en Ciencias Biológicas egresado de la UNPSJB, investigador del Conicet-CENPAT en Puerto Madryn; profesor asociado de la Universidad de Washington en la ciudad de Seattle; cofundador y presidente de Penguin Global Society, que es una entidad que promueve la protección de las 18 especies de pingüinos del mundo y su investigación. Es además cofundador y todavía dirige el Grupo Mundial de Especialistas en Pingüinos de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza.
El relato
“El 24 de noviembre del 2021 era plena época de pingüinos y yo estaba trabajando en Península de Valdés. Cuando regresé a mi casa en Puerto Madryn, recibí muchos mensajes, entre ellos, de Alberto La Regina y del ministro de Turismo de ese momento, Néstor García. Me comuniqué con ellos y Alberto La Regina me contó que, durante varios días, observaron movimiento de suelos en la colonia y que se había alertado al Ministerio de Turismo y a otros funcionarios que informaron a la Dirección de Fauna en ese momento”, recordó.
El investigador relató: “El 26 de noviembre fui al lugar con Norma y Alberto La Regina. A medida que uno avanzaba, se veía que el camino estaba despejado y que se había hecho con una máquina excavadora por la profundidad de la huella y había arrasado con toda la vegetación nativa del lugar y había destruido todo el hábitat”, detalló.
“Este camino cruzaba la colonia de pingüinos de Magallanes de Punta Clara en distintos sectores. Fuimos hasta la costa y en el tramo final era donde se veía de manera más clara la destrucción total del hábitat porque en ese sector las características del lugar hace que los pingüinos nidifiquen en alta densidad”, explicó.
Como no podía tocar nada, dijo Borboroglu, solo tomó imágenes y no se llevó nada, pero “en el primer allanamiento cuatro días después ya no estaban los pichones, y en el segundo, la escena estaba toda modificada: removieron el boyero electrificado; las huellas se habían cambiado”.
Sobre los cadáveres, dijo que los pichones estaban en buenas condiciones físicas, estaban bien alimentados. “A mi juicio murieron por el actuación de la topadora”, dijo. “Se nota en la estructura del ojo, la cornea del ojo, la muerte había sido muy reciente y por eso estábamos shockeados, no tenían olor”, agregó.
“Murieron dos horas antes de que yo pase. Era noviembre con enorme calor, en un día avanza el olor. Con la imagen satelital se vio que a las 9 de la mañana estaban sanas aún –relató el doctor–. Nos impactó ver en el macho adulto la mortandad de sus pichones por actuación humano”.
También remarcó con imágenes la existencia de “el alambrado de 6 hilos electrificado, el último hilo de 15 centímetros, les impedía el paso a los adultos hacia los nidos, se generó una acumulación de adultos que no podían pasar, quedó fragmentada la colonia en dos partes”.
Indicó que “la maquina arrastró toda la cavidad de los nidos y la aplastó, no quedó suelo, arrancó la estructura, no quedó vegetación, solo se ven los cimientos”, luego de lo cual, fue invitado a retirarse de la sala por el tribunal, por un debate entre los abogados sobre el valor del testimonio.
El abogado defensor Federico Ruffa dijo “respeto a su valor como testigo, pero hago una objeción de que sea considerado un informe pericial, la prueba fue producida en franca violación de los derechos de defensa”.
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