Más luces y menos ruido
Se acerca la época de las fiestas, y de su mano, la época de los fuegos artificiales, que con sus bonitos dibujos de colores en el cielo entusiasman a chicos y grandes por doquier. Pero no para el todo el mundo esta época es disfrutable. Sabemos que cuando escuchamos aullar a los perros después de las explosiones es porque les molesta significativamente. Y así como los perros aúllan, conozco a muchos niños, adolescentes y adultos a quienes los estruendos de los fuegos artificiales molestan, y mucho.
Conocí a un adolescente que contaba que temía la llegada del fin de año porque no soportaba los ruidos de los fuegos artificiales. La solución llegó a través de la recomendación de que usara auriculares y escuchara música que le gustara durante las noches de Navidad y Año Nuevo. Pero significaba que estaba encerrado en su habitación y no compartía con su familia. También conocí a niños que lloraban, niños que se desregulaban, niños que no podían disfrutar de los festejos junto con sus familias de lo mal que se ponían. Las fiestas suelen ser una tortura para todos ellos. ¿Podremos hacer algo para cambiar esta realidad? Yo creo que sí.
No solo es un tema que afecta la sensibilidad de algunas personas y algunos animales. También afecta a nuestro ambiente. Los fuegos artificiales tienen impacto ambiental. Por último, llaman la atención las cifras en relación a los accidentes. Alrededor de un 70% de las consultas en las guardias médicas en las noches de Navidad y Año Nuevo tienen que ver con quemaduras o lesiones provocadas por el uso de pirotecnia. ¿Tiene sentido terminar en un hospital por esto?
Existen ciudades en el interior del país que gracias a organizaciones de padres, de animales o ambientalistas, cuentan con ordenanzas que promueven “pirotecnia 0”. También existe la campaña “más luces y menos ruido”, que invita a pensar en otras maneras de festejar con colores, pero respetando el perfil y necesidades de otras personas. Es un llamado a la creatividad de cada uno de nosotros, que permite incluir a todos. Porque cada uno desde su lugar puede crear un mundo más amable para otras personas. A veces basta con salir a la calle y averiguar por ejemplo si alguien en tu cuadra sufre por los fuegos artificiales, y si es así, pensar en otras maneras de festejar. Maneras que incluyan a todos.
Se viene la época de los balances y la enunciación de los sueños y deseos a futuro. Ojalá el balance de este año sea una sociedad un poquito más inclusiva. Yo creo que muchas personas están dando pasos en ese sentido. Y a la hora de formular sueños: sueño con un año venidero pleno de amabilidad, de actitudes inclusivas, de respeto por la diversidad, de derribamiento de prejuicios y de cambio de miradas. Estoy convencida de que cuando se sueña fuerte, las cosas suceden. Más cuando son varios los que sueñan en una misma dirección. ¡Que tengan todos un muy luminoso fin de año!
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