Martín Yeza analizó la temporada y cuestionó al oficialismo: “Veo una animosidad puntual en contra de Pinamar”
En su séptimo año de mandato, el intendente celebró un verano con cifras históricas e hizo un balance positivo de su gestión; su visión sobre la política en la Argentina y los detalles sobre su futuro
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PINAMAR (Enviado especial).- Martín Yeza camina entre las mesas de un parador cercano a Bunge y Del Mar como un pinamarense más, pero no lo es. En 2015 se convirtió en el intendente electo más joven de Buenos Aires y hoy transita la recta final de su segundo mandato. Ya lo dijo en diciembre y lo ratifica ante LA NACION: cree en la alternancia y no volverá a presentarse en 2023, como lo habilitó a fines del año pasado la ley provincial aprobada por la mayoría de los legisladores bonaerenses del Frente de Todos (FdT) y de Juntos por el Cambio (JxC).
Consciente de que su tiempo se agota, reflexiona sobre lo que hizo, sobre lo que queda por hacer y sobre su futuro. “Ya recibí algunas propuestas”, asegura y, en línea con el discurso de importantes referentes de su espacio con los que mantuvo encuentros en los últimos días, remarca la necesidad de promover un rotundo “cambio” a nivel provincial como nacional para sacar a la sociedad a flote.
A continuación, el repaso por una temporada en la que sucedió de todo, la mirada del intendente sobre la escena nacional y su evaluación de lo que fue y de lo que vendrá, tanto para la ciudad balnearia como para él.
-¿Qué balance hace de este enero en Pinamar?
-En el año 2003, Pinamar tenía 170.000 camas. Desde el año 2005, la Municipalidad de Pinamar mide porcentajes de ocupación en la Ciudad, a nivel inmobiliario y hotelero. Esta temporada de verano es, desde que tenemos registro y ya con 350.000 camas, la que tuvo el porcentaje de ocupación más alto desde que se hace la medición: 98.7%. Es una temporada que económicamente es buena y que viene como corolario de lo que probablemente sea uno de los casos más especiales de la Argentina, porque Pinamar tuvo 17,5% de crecimiento demográfico en un año y medio, algo que no le pasa a ciudades en 50 años; 225% de crecimiento de la construcción, ocho veces más que la media nacional; y en un contexto de retracción económica nacional, 25% más de comercios abiertos que en 2019.
-¿A qué lo atribuye?
-Primero, la ciudad tiene un valor en sí para un montón de gente, porque combina mar con bosque. Y además nosotros desde que asumimos tomamos algunas decisiones estratégicas como recuperar la playa para los vecinos, lo que generó una competencia saludable con el sector del continente: mejoró la gastronomía, se instalaron colegios y jardines nuevos y se instalaron nuevos negocios. Por otra parte, la ciudad pasó a ser una en donde tenés movimiento todo el año. Y además lanzamos “Respirá Pinamar”, una campaña de hospitalidad para quienes querían venir a vivir. Nos vinculamos de forma directa con ellos y con todo eso tuvimos prácticamente 2500 familias que se vinieron a vivir en un año y medio.
-Pinamar fue noticia por muchos motivos esta temporada. Repasemos: ¿qué reflexión le merece aquel incidente con el churrero?
-Nosotros confundimos como sociedad nuestras posiciones ideológicas con el respeto a la norma. Esa es la diferencia con una sociedad más desarrollada, salvo que se trate de una norma abiertamente injusta, que no suele ser el caso y que ciertamente no lo es el control bromatológico de los alimentos. Creo que lo que pasó partió de una confusión. Algunos decían que con un 50% de pobres en la Argentina no podemos controlar la licencia de un churrero. Bueno, yo no soy el Presidente, soy el intendente de Pinamar, donde no tenemos ese problema sino que nos faltan trabajadores. Por un lado, sacar un permiso de churrero es muy simple y por otro quien compra churros en la playa lo hace en la fe de que hay mínimamente un mecanismo de control para que ese consumo no le genere ningún problema. Así que seguimos controlando no solamente la venta de churros, sino todas las actividades que requieren de control bromatológico, porque existen leyes y normativas a nivel nacional y municipal que nos obligan a hacerlo.
-Victoria Tolosa Paz no estuvo de acuerdo. Habló de “lamentable episodio” ¿Qué piensa?
-Anteayer trascendió una foto en donde hay ocho agentes del GAD, que es una fuerza especializada de la Policía Bonaerense, deteniendo a un churrero y no la vi a Tolosa Paz diciéndole nada a Sergio Berni por hacer un control de este tipo. Quiero que quede muy claro: yo estoy a favor del control y del cumplimiento de las normas. Por definición, si vos te desajustás a derecho eso tiene una consecuencia. Por lo tanto, que no pase nada ante el incumplimiento de una norma es un problema. Creo que una batalla de fondo de la Argentina es que si vos estás a favor o en contra de las normas es secundario, pero no existe sociedad si uno no está dispuesto a seguir las normas.
-Volvieron a llegar a los titulares los accidentes de cuatriciclos en la frontera y se reabrió el debate sobre los controles…
-Pasan tres cosas. Primero, tenés un control vehículo por vehículo en el ingreso a la frontera. Después, tenés una empalizada de 8 km donde hay carteles hasta el hartazgo con las leyendas “use casco”, “respete la velocidad” y “no ingrese a propiedad privada”. Los que hacen esto ingresan en una propiedad privada habiendo violado 3 mecanismos de control. Yo creo que ciertamente esto no se resuelve con una prohibición de decreto. Es más, ese mismo día hubo un accidente de dos motitos de trabajadores en Ostende y uno falleció, pero no salió en ningún lado. ¿Debería prohibir las motitos en las avenidas? Al día siguiente hubo un accidente en la Ruta 2. ¿Prohibimos los autos?
Entonces, las normas existen y hay una parte minoritaria que decide violarlas y ponerse en riesgo a ellos mismos y a terceros. Nosotros optamos por tratar de ordenar la actividad e ir achicando la cancha año tras año, pero es difícil. También queremos empezar a implementar una normativa desde marzo para poder identificar a estos vehículos con patentes, pero sería inocente si no supiera que los que violan esas normas y hacen ese tipo de cosas también van a tratar de violarla.
-¿Qué opina sobre la detección de casas y edificios de lujo que figuraban como baldíos?
-Por un lado está lo que es el operativo en sí y por otro cómo se comunica. En esta segunda parte muchos se preguntan qué hace el intendente de Pinamar con esto. Y lo que mucha gente no sabe es que el trámite de inscripción en ARBA es personal, no es una función del intendente. Es más, Cristian Girard, el director de ARBA, el primer convenio que hizo con un municipio lo hizo con Pinamar y compartimos nuestras bases de datos. Entonces, esto es parte de los problemas de la política cuando todo es una excusa para tratar de pelearse con el otro. Lo que sí me sorprende es que son operativos que se hacen solamente en Pinamar. Dicen que van a otros municipios, pero solo salieron Pinamar y Mar del Plata. Se ve que en Costa Esmeralda, en North Beach y en Mar de las Pampas está todo súper regularizado…
-¿Siente que Pinamar es dejada de lado por el gobierno provincial?
-Yo creo que el primer problema que tienen muchos de los políticos argentinos que ocupan la silla de Turismo, sin distinción partidaria, es que no entienden que el turismo es una industria, no es solo viajar y disfrutar y pasarla lindo. No entienden que es una de las industrias que generan mayor distribución de riquezas. Y además veo una animosidad puntual en contra de Pinamar, como sucedió con el aporte de postas sanitarias para el verano, que terminaron estando por un tema mediático. Es real y me gustaría que no lo fuera. Yo permanentemente hago esfuerzos para tratar de construir una relación, pero se hace difícil, porque te diría que en la mayoría de las conversaciones privadas recibo descalificaciones personales.
-¿Cómo evalúa su gestión en Pinamar?
En 2015 había una idea de que “Pinamar ya no era lo que había sido”. Y era una suerte de maldición, porque lo más difícil es cambiar cuando estás ganando plata. Eso en la Argentina es sinónimo de que estás haciendo las cosas bien. Y para mí una temporada como esta es una oportunidad extraordinaria para pensar en todas las cosas que tengo que cambiar. Pero cuando a mí me tocó llegar, la conclusión lógica hubiera sido: “No toques nada”. Pero lo cierto es que la ciudad empeoraba. Entonces, la renovación del frente marítimo fue para nosotros romper con una frontera de la imaginación que es que no se pueden cambiar las cosas. Fue también una señal para el pinamarense y para los inversores. Además es importante la idea de que hay procesos que no se terminan en 4 u 8 años. Lo importante es despertarlos. Vos venís y acá todos los años hay cosas nuevas.
Hoy, en mi séptimo año, conseguimos que la ciudad esté normal y con perspectiva de crecimiento en un contexto de degradación general de la Argentina. Para eso fue clave, como aprendí de Mauricio Macri, aprender a hacer equipos. Mi balance de estos años es absolutamente positivo y lo digo sin pudor. Pinamar creció a todo nivel y las estadísticas son muy contundentes. Y mi máximo objetivo es ser un buen exintendente.
-¿Qué sendero debería recorrer Pinamar en los próximos años?
El primer objetivo es continuar con el objetivo poblacional. Hoy somos 55 mil habitantes y creo que de acá al 2025 debemos tener la meta de ser 70 mil. Ese objetivo primario ordena. Luego, debemos complejizar la salud, no solo desde el sector público sino que generar las condiciones para que venga el privado. Lo siguiente es acompañar el crecimiento con calidad educativa. Y, en paralelo, está el tema del agua y del tratamiento de residuos. En el primer caso me quiero llevar puesto el control de calidad del agua y un sistema inteligente de consumo en la ciudad. En el segundo, queremos que hacia el 2030 el 40% de la basura generada en Pinamar sea reciclada y reutilizada. Cuando yo asumí se trataban 80 kilos diarios y hoy estamos en 8200 kilos diarios.
-¿Por qué se bajó de la re-relección?
-Porque estoy absolutamente en contra por un tema de creencias. Yo creo en la alternancia en el poder y soy una persona pragmática. Ciertamente la cultura de poder en la Argentina tiene resultados muy malos. Para mí es el 50% del problema y te diría que me da miedo quedarme corto. Creo que está íntimamente ligada con los problemas estructurales del país. Además, uno analiza la perpetuidad del líder, pero el fenómeno subanalizado son los equipos que se perpetúan. Con la perpetuidad del líder hay una perpetuidad de un equipo y, con él, de una lógica y de ciertas políticas en un contexto cultural donde no se analizan resultados. Por eso yo estoy totalmente convencido de que la Argentina requiere de una nueva cultura de poder y por eso es fundamental que, dentro de Juntos, el Pro recupere la identidad de lo que hemos representado, que es un cambio de la cultura de poder. Las personas que formamos el Pro desde el origen buscamos ganar elecciones para tratar de llevar adelante cambios, no por el hecho de ganar elecciones. Por eso creo que el Pro tiene que ser mucho más cambiemista que la versión en donde estamos hoy, de liderazgos difusos y valores ocultos.
-¿Y cuál es el futuro de Martín Yeza?
En las últimas semanas recibí algunas propuestas concretas, que veo muy lejanas. Yo creo que, por ejemplo en el caso de la gobernación de la provincia de Buenos Aires, alguien que quiera serlo lo tiene que hacer con un único sentido: reformar profundamente el diseño institucional de la provincia. Hoy el distrito está dividido en secciones electorales y que son tratados como un botín electoral. La provincia no es tratada como aquella en donde vive el 40% de los argentinos y que tiene un potencial productivo fenomenal. Me encantaría escuchar a un candidato que diga que quiere hacer reformas profundas.
-¿Usted daría esa lucha?
Yo solo trabajaría para una persona que tenga la locura suficiente para creer que es posible hacer eso, en el lugar que me toque. Por eso yo creo que Juntos tiene que ser más Cambiemos que una unidad sin verbo.
- Por último, ¿qué opina del anuncio de un acuerdo con el FMI?
En 2018 Macri acudió al FMI para pagar ⅔ de la deuda que había dejado el gobierno de Cristina Kirhcner. ¿Cómo reaccionó el kirchnerismo? Dijo: “Qué barbaridad, volvimos al Fondo”. Y fijate cómo cambian las actitudes. Hoy Juntos por el Cambio analiza como algo positivo no ir a default. Resaltamos como algo positivo que no llegamos a esa instancia que nos hubiera puesto en un lugar marginal de la geopolítica mundial. Sin embargo, el problema de fondo de la Argentina es de confianza y somos muy escépticos respecto a la presentación de un plan económico dada la composición del Frente de Todos, en donde representan un modelo y el contrario en la misma fuerza.
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