Mario R. García, creador de medios: "El reto no es contar el golpe bajo, sino narrar la resiliencia"
Cubano de nacimiento y norteamericano por adopción, Mario R. Garcíaes uno de los máximos expertos en el rediseño de medios y profesor adjunto de Multimedia en Columbia University, con sede en Nueva York.
Es autor de 14 libros, entre ellos el último The Story (en formato e-book), en el que narra los procesos de transformación de la narrativa y el diseño en la era del móvil.
A los 73 años y con varias millas acumuladas en su pasaporte y como runner (actividad deportiva que practica hace varias décadas), el creador de experiencias informativas y uno de los hispanos más influyentes en EE. UU. -según la revista People- ha participado en la renovación de más de 700 publicaciones en 120 países, incluidos The Wall Street Journal, Miami Herald y The Washington Post.
En una entrevista con LA NACION para la serie "Coronavirus y medios"y lejos de Nueva York -una de las grandes ciudades del mundo con más muertes por coronavirus-, el Dr. Mario (como muchos lo apodan cariñosamente en la industria) critica a los medios que utilizan el golpe bajo para cubrir la pandemia, relata cómo es dar clases por zoom, la plataforma de videoconferencia de moda, una experiencia no exenta de dificultades, y desarrolla lo que, de acuerdo a su visión, será un antes y un después en la historia de las organizaciones de prensa.
¿Cómo ve que la pandemia vaya a golpear a la industria de medios?
Está afectando de una manera extraordinaria la vida cotidiana, pero el impacto va a ser en varios niveles. Llevamos cinco años de transformación en las redacciones hacia lo digital primero (digital first) y muchas ya se estaban acercando a lo móvil primero (mobile first), es decir la producción de contenidos pensada directamente para el celular. Esta situación nos ha forzado a muchos a entender que el smartphone es la herramienta más útil para estar informados y comunicados. En mi círculo de relaciones, adultos mayores, tengo gente que solo lo usaba para hablar y ahora se dan cuenta de que pueden comprar, que pueden hablar con sus hijos y nietos, que pueden escuchar un servicio religioso. Eso va a acelerar el foco de muchas redacciones hacia los móviles. Al mismo tiempo, tengo un cliente en la India, donde el diario papel sigue siendo tan sagrado como las vacas. Allí un periódico regional imprime un millón de periódicos. Pero ahora esa misma gente no quiere tocar el papel porque creen que puede estar contaminado. Entonces empezaron a producir un e-paper en .pdf y los lectores descubrieron que pueden leerlo por esta vía, por lo menos hasta volver a comprar su vaca sagrada, el papel. Es el marketing más grande que se le puede haber dado a las plataformas móviles y no lo creó ninguna empresa. El beneficio va a ser que los anunciantes van a poner más anuncios en los teléfonos. Muchos se van a reencontrar con el diario papel con mucho afecto, pero el efecto de esta pandemia crea un antes y un después para las redacciones, para la economía de los medios y para la manera de hacer periodismo.
Qué puede destacar de la cobertura de los medios mundiales sobre la pandemia...
(Se entusiasma) Esto no tiene precedente, porque las grandes pandemias anteriores se dieron en épocas previas a la explosión digital. Las redacciones están inventando nuevos procesos de trabajo al mismo tiempo que lo ejecutan. En mis charlas por zoom empiezo destacando lo que están haciendo los medios para seguir con sus procesos de producción de noticias. La información práctica e enciclopédica sobre la pandemia es muy destacable. Por ejemplo, The New York Times publicó en 3D por qué es tan importante mantener la distancia entre personas. Se están usando todos los recursos narrativos de manera excelente para educar al público. Además, están a la vista los esfuerzos para acercar a los niños al tema. Hay suplementos especiales, nadie ha bajado la guardia a la hora de crear nuevos productos.
Todo esto va a acelerar el foco de muchas redacciones hacia los teléfonos móviles
¿Qué es lo que más lo conmueve y qué lo indigna en su consumo de medios en la cuarentena?
(Frunce el ceño) Por ejemplo, veo que hay demasiada repetición de algún tipo de noticia. Estoy un poco cansado de ver en los Estados Unidos la historia de que no hay dónde poner los cadáveres de los fallecidos. Me afecta muchísimo esa información y creo a muchos les debe pasar lo mismo porque hiere la integridad de las personas. No tengo familiares que hayan muerto, pero si me hubiese pasado no quisiera ver cómo fallecen en la más absoluta soledad, sin acompañamiento. O que los apilan en camiones refrigerados uno arriba del otro. Esa historia debe quedar a un lado. Lo que debe continuar porque tiene interés humano es el contacto con las historias de quienes han superado el coronavirus, el reto de contar la resiliencia. Varios de mis estudiantes de 23 años se han contagiado y siempre les pido que cuando se inicia la clase le cuenten al resto por lo que han pasado y cómo lograron superarlo. Algunos narran alucinaciones que hay tenido, la sensación de ahogo, la falta de respiración, el uso de la máscara de oxígeno. Esas son las historias que los medios tienen que contar, porque mucha gente piensa que no le va a pasar. Historias de sobrevivencia y de prevención.
¿Cuál es la mayor demanda de periodistas y medios en este momento de aceleración de la digitalización en las salas de redacción?
Muchos periodistas están ávidos por conocer qué están haciendo otros medios en la cobertura de este evento tan extraordinario. Todos, aun los más reacios periodistas en términos de aprendizaje digital, están agilizando sus procesos de trabajo para aprender a contar en el móvil. La parte buena es que ha creado cierta inquietud para contar de otra manera.
Esto no tiene precedente, porque las pandemias anteriores se dieron en épocas previas a la explosión digital. Las redacciones están inventando nuevos procesos de trabajo al mismo tiempo que lo ejecutan
Y cómo piensa adaptarse a la nueva realidad un profesional como usted tan acostumbrado a viajar por el mundo visitando redacciones
(Suspira) Soy un individuo que nunca había estado 24 días en el mismo sitio, durmiendo en el mismo lugar, por más de tres décadas. Todos nos estamos redescubriendo. A los 73 no necesito estar visitando dos países en un día. Nos llevó en mi empresa a reconsiderar procesos de trabajo, como por ejemplo las capacitaciones. A mis estudiantes de la Universidad de Columbia les enseño por videoconferencia. No es lo mismo, pero sí pasó más tiempo con ellos, hasta me han llamado un sábado para discutir sobre sus proyectos finales. Es un proceso colaborativo que funciona, aunque obviamente no es como estar presente. Creo que de todos modos esto no es temporal, hacer tu trabajo a larga distancia se instaló como proceso. El efecto del virus es de largo plazo y con gran permanencia. Aunque esté la vacuna los efectos a nivel social, profesional y del empleo va a ser permanente. Será un antes y un después.
¿Qué ventajas y desventajas tiene dar clases vía zoom?
Todos tuvimos que cambiar la parte pedagógica del proceso. En las primeras semanas entendimos que no era necesario que los alumnos prendieran su cámara. Pero aun en las mejores universidades pasa que algunos alumnos pueden estar conectados, pero mirando una película en Netflix. Segundo, en una clase presencial se puede dar una conferencia de 45 minutos y luego abrir a preguntas y respuestas, pero en este tipo de modalidad cada 15 minutos hay que lograr algún tipo de interactividad, incluso haciendo preguntas a los asistentes. Tercero (y lo más interesante, se ríe) ves las mascotas de los alumnos, a las madres y las abuelas de los chicos. Mis clases son de tres horas, entonces funciona muy bien traer invitados con diferentes puntos de vista. Pedagógicamente tuvimos que entender que no es lo mismo que una clase presencial, pero la transmisión de conocimientos funciona bien.
Varios de mis estudiantes de 23 años se han contagiado y siempre les pido que cuando se inicia la clase le cuenten al resto por lo que han pasado y cómo lograron superarlo
Escribió en su blog que sufrió un caso de "zoombombing" (el hackeo o filtración en una videoconferencia por zoom) ¿Puede relatarnos ese episodio tan particular?
(Se ríe por varios segundos) Me creía una especie de superhéroe, un súper Mario, al que no podía pasarle nada en las clases. Había leído que podía ocurrir y pensé quién se puede meter en una clase de Mario García a estropearlo todo. Pero pasó, en el medio de la conferencia apareció un video porno de alto nivel. Hubo una interrupción y luego uno de los alumnos me enseñó a configurar algunas cuestiones para evitar un zoombombing. A la media hora volví, pero ya estaba afectado. Mi hija Elena justo estaba en el llamado. La historia no termina ahí, porque en la charla siguiente alguien se metió y empezó a escribir en la pantalla frases racistas. Tuve que volver a parar la clase y revisar de nuevo la configuración. Zoom progresó demasiado rápido, el mundo entero lo adoptó, y ellos no estaban preparados para el zoomerang que les vino. Es uno de los daños colaterales de la tecnología y lo peor es que esto ha ocurrido en clases de geografía de cuarto grado. Siempre hay gente que se presta a estos ataques.
¿Qué va a permanecer y qué va a cambiar en los medios del mundo cuando pase esta crisis sanitaria?
Es la base de mi libro Story. Mi trabajo es convencer a las redacciones en pensar de pequeño a grande, del móvil al resto de las pantallas. El periodista que está en la calle tiene que considerar que su historia va a ser consumida en la pantalla pequeña, en video y audio, y tiene que prepararse para ello. En segundo lugar, nos vamos a dar cuenta de que mucha gente puede colaborar en equipo incluso estando fuera de la redacción. Vamos a tener menos de esas reuniones de 15 personas improductivas. Colaborar por zoom, por skype, puede ser muy válido también. Mucho de eso se va a eliminar y vamos a colaborar más a larga distancia. La tercera cuestión es que se van a aprender lecciones de lo que el público necesita saber: muchos diarios que solo apostaban como agenda a las secciones duras ahora van a ir directamente a contar historias relevantes. No todo el mundo está interesado en política, economía, etc. Hay otras historias para contar. A mis alumnos les digo que escriban de la vida interrumpida por la pandemia. No son las cifras, es la vida misma la que fue afectada.
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