Mario Díaz: hasta el infinito y más allá
Por la primera detección del choque entre dos estrellas neutrónicas, el nombre del científico argentino de la universidad de texas vuelve este año a la primera plana; su historia de ascenso, en el relato de una colega
Mario Díaz estudió en el Colegio Nacional de Buenos Aires, pero no se graduó hasta muchos años después. Comprometido con la militancia política, emprendió tareas sindicales en la empresa Renault en Córdoba. A los 32 años, decidió cambiar su vida: iba a estudiar física, a una edad en la cual la mayoría de los físicos ya tienen una carrera establecida. Terminó la secundaria y luego, en tiempo récord, la Licenciatura en Física en la Facultad de Matemática, Astronomía y Física (FaMAF) de la Universidad Nacional de Córdoba y se inscribió en el doctorado. Se convirtió en el primer doctor en Física Teórica de esa universidad. Partió con una beca a realizar estudios post-doctorales en la Universidad de Pittsburgh, en Pensilvania, Estados Unidos.
Al finalizar se encontró en medio de la crisis "punto com", donde era muy difícil conseguir empleo. Comenzó a enseñar Física a tiempo parcial en universidades distantes que requerían que pasara muchas horas arriba de su auto (un Renault), mientras su esposa terminaba el doctorado en Lengua y literatura hispánica en la ciudad de Pittsburgh. Finalmente consiguió empleo en una pequeña universidad de filiación católica en Erie, Pensilvania. Las posibilidades de hacer investigación eran muy limitadas.
Una oportunidad inesperada se presentó cuando obtuvo una oferta de una plaza de profesor en la entonces llamada Universidad de Texas en Brownsville (predecesora de la Universidad de Texas Río Grande Valley, donde se desempeña actualmente). Esa universidad era un campus menor del sistema de la Universidad de Texas, que había sido recientemente incorporado (anteriormente era una escuela de oficios). La Universidad tenía planes de expansión. Cuando llegó Mario solamente había dos profesores de Física. Él buscó tenazmente financiación a nivel del gobierno federal de los Estados Unidos. Aprovechando programas que favorecen a instituciones con mayoría de estudiantes tradicionalmente en condiciones educacionales y económicas desventajosas (la mayoría de los estudiantes de la Universidad de Texas en Brownsville son hispanos, muchos de ellos la primera generación que asiste a la universidad), consiguió establecer dos centros de investigación.
El tema elegido eran las ondas gravitacionales, en ese entonces aún no detectadas. La financiación vino de la NASA y de la National Science Foundation (el Conicet de Estados Unidos), lo cual llevó a la contratación de varios otros profesores y el establecimiento de un grupo reconocido a nivel mundial en el tema, miembro de la colaboración científica LIGO, que detectó en 2015 ondas gravitacionales, y cuyos líderes recibieron el Premio Nobel este año.
En su carácter de director de los centros mencionados, Mario decidió diversificar incluyendo investigación en astronomía. Eso le permitió restablecer contactos con la FaMAF en la Universidad de Córdoba, en particular con su histórico Observatorio Astronómico -fundado por Sarmiento- y el Instituto de Astronomía Teórica (IATE), cuyo actual director había sido compañero de Mario en la FaMAF, el doctor Diego García Lambas. Juntos lograron una donación de un telescopio de los Estados Unidos para ser instalado en Salta, llamado el proyecto TOROS (Transient Optical Robotic Observatory of the South: Observatorio Robótico Sureño de Fenómenos Transitorios). La colaboración TOROS, todavía dirigida por Mario, se ha extendido, incluye científicos de Estados Unidos , Brasil, Chile, España y México, es financiada en la Argentina por el Conicet e incluye dos telescopios, en Salta y en San Juan. Estos telescopios estaban en operación cuando el 17 de agosto de este año, el observatorio de ondas gravitacionales LIGO, el telescopio de rayos gamma Fermi y unos 100 instrumentos alrededor del planeta detectaron por primera vez una colisión de estrellas de neutrones. Estas son estrellas muy compactas, de una masa similar al Sol, pero del tamaño de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Al chocar producen ondas gravitacionales como las que ya había detectado LIGO provenientes de colisiones de agujeros negros, pero además producen un complejo proceso de reacciones químicas. Este se observó con gran detalle por parte de telescopios ópticos, infrarrojos y de rayos X y coincidió significativamente con las predicciones teóricas de cómo ocurrirían estas colisiones.
Los procesos químicos llevaron a la producción de metales pesados, especialmente oro, y se identificó así cómo fue producida una cantidad de oro de la masa del planeta Tierra. Esto aclaró el origen de esos elementos en el universo, que hasta entonces era un misterio. La Argentina pudo participar directamente en este revolucionario descubrimiento gracias a Mario y el proyecto TOROS. El proyecto ahora se ha extendido e incluye a científicos de la Universidad Texas A&M, el Laboratorio Nacional de Los Álamos y la Universidad de Varsovia en Polonia. Además de su liderazgo en investigación a nivel institucional, Mario ha sido el mentor de varios estudiantes y es un acabado exponente de la formación profesional que proveen las universidades públicas argentinas.
DEL EDITOR: por qué es importante. Por primera vez, detectaron las ondas gravitacionales del choque de dos estrellas y observaron su imagen óptica.
Gabriela González
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