Marcha atrás con la restricción a libros
El secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, instruyó a la Aduana para que no intervenga ante los envíos para particulares
Los lectores que preparaban el viaje hasta el aeropuerto de Ezeiza para ir a buscar un libro o revista importados que se encontraban retenidos en la Aduana, y que debían llegar a su casa por el sistema de courier , ya no tendrá que hacerlo. Todo volverá a ser como antes: simplemente esperar a que el cartero toque el timbre de su casa y le entregue el encargo. Es que, según el secretario de Comercio Interior, la medida que él dispuso y que entró en vigor de hecho el 12 de este mes fue malinterpretada.
A una semana del anticipo de LA NACION respecto de la restricción al ingreso de libros y revistas y material impreso para cumplir con la norma de la Secretaría de Comercio Interior -controlar la cantidad de plomo en las tintas usadas-, Moreno le aclaró a la Aduana que la medida no afecta a los envíos o compras realizadas por particulares.
En una escueta comunicación, Moreno aclaró que no es preciso "intervenir" en la importación de libros y revistas que lleguen al país bajo el régimen de courier (prestadores de servicio aeropostal expreso) o de envíos postales, "siempre que ingresen para uso o consumo del destinatario y su finalidad no sea la comercialización".
"No resulta necesaria la intervención previa de la Dirección de Lealtad Comercial ni la presentación de certificación ni de declaración jurada ni documentación alguna por parte del importador para su liberación a plaza, siempre que la mercadería ingrese para uso o consumo del destinatario y su finalidad no sea la comercialización", informa la nota aclaratoria.
La comunicación, de la que LA NACION obtuvo copia, fue enviada por Moreno a Gladys Morando, titular de la Dirección de Técnica de Importación de la Aduana, a partir de los frenos que el organismo de fiscalización del comercio exterior impuso al ingreso del material gráfico, y de la interpretación dada a la resolución 453/2010 y la disposición 26/2012 de la Secretaría de Comercio Interior, que imponen controles a la cantidad de plomo en las tintas utilizadas durante la impresión.
Fuertes críticas
La medida había desatado una fuerte polémica en las redes sociales, en especial en Twitter, donde con el hash
se pudieron leer reclamos de distinto calibre. Incluso, el grupo de intelectuales críticos Plataforma 2012, entre otros, cuestionó la medida, desestimando el argumento de índole sanitario que le da basamento a la normativa.
En tanto, el director de Comunicaciones en la Argentina del correo alemán DHL Post, Juan Carlos Perelli, confirmó a LA NACION que "DHL Express incurrió en un celo excesivo en la interpretación de la normativa", razón por la cual se interrumpió el envío a domicilio de las compras hechas por particulares, obligándolos a ir a Ezeiza a retirar los paquetes.
"[La Secretaría de Comercio Interior] nos aclaró que no afectaba a los envíos para particulares, es decir, a aquellas compras que se realizan por Internet y consisten en entregas puerta a puerta, que es el fuerte de nuestro negocio", aclaró Perelli.
Por su parte, el ministro de Cultura porteño, Hernán Lombardi, otro crítico de la disposición oficial, dijo anoche a LA NACION que salir de una medida incorrecta siempre tiene un sentido positivo. "Es un primer paso. La circulación de libros, la circulación de ideas nunca pueden ser rehenes de una estrategia económica", sostuvo.
Estas idas y venidas las notaron aquellos que esperaban en su casa un envío que no llegaba y que generaba más de un interrogante.
Gonzalo López Gadano es estudiante de cine y renovó la suscripción de la revista
New Yorker
hace dos meses: pagó los 120 dólares anuales correspondientes y semanalmente le llegaba a la puerta de su casa. Pero los últimos tres números -el de la semana del 11, el 18 y el 25- no aparecieron.
"Asumo que está relacionado con esta medida, pero no puedo aseverarlo porque nadie me lo notificó", dijo a LA NACION, y apuntó que tampoco recibió el corte de guía, un papel que identifica el detalle de la encomienda y que es indispensable para retirar la mercadería de la Aduana.
Paula Elguezabal es una argentina que vive en España y trabaja en una empresa que hace de intermediaria entre imprentas en China y editoriales de todo el mundo, entre ellas, de la Argentina. "Tenemos algunos contenedores de camino a Buenos Aires que la verdad no sé si las editoriales podrán recuperar, o con qué costos o qué demoras. No podemos enviar más paquetes por courier ya que no pueden retirarse o es muy complejo y costoso", explicó.
A Pedro Massacessi, hasta el momento, no le faltó stock de ninguna de las publicaciones importadas que ofrece en el quiosco de revistas situado en la puerta del Hotel Alvear. Pero para él la sola idea de que pueda pasar lo pone en alerta: el 70% de lo que vende son publicaciones de afuera. "Si me quitan lo importado tengo que cerrar", afirmó.
Con la colaboración de Emiliano Galli