Mar del Plata: por qué el agua está a temperatura casi “caribeña”
MAR DEL PLATA.- Está para meterse. Y vale la pena. No hay una excusa válida para resistirse a avanzar más allá de esa espuma extraña sobre la orilla -una visitante poco frecuente de estas costas- y, paso a paso, caminar en el mar, que ofrece una inusual caricia cálida. Un hecho que no se registra en los últimos ocho años, según confirmaron estudios científicos que miden durante todo el año la temperatura del agua de estas playas.
La medición que, desde 2013 y con frecuencia de cinco minutos, toma el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (Inidep) confirmó que ayer se dio en la bahía Bristol una máxima de 24,3ºC en el agua, una medida nunca antes alcanzada desde que se instaló un termómetro digital a escasa profundidad, sobre una de las bases del céntrico y emblemático muelle del Club de Pescadores. Los días soleados funcionaron como un radiador natural y así se quebró el récord de febrero de 2015, cuando se habían alcanzado los 24,2ºC.
El calor fue una constante de los últimos días, dominados por un excelente tiempo de corrido desde el 18 pasado, cuando se cortó una racha de jornadas tibias y nubladas para abrir una ventana de condiciones meteorológicos espectaculares e inolvidables para los veraneantes que apostaron por la segunda quincena.
Desde el Inidep, que tiene su sede en la Escollera Norte, informaron de manera oficial que desde el 21 de enero la temperatura en la superficie del mar supera en 25% los valores más altos registrados en enero desde 2013, con promedio de 21,9ºC.
La oceanógrafa Bárbara Prario, a cargo de la Estación de Observaciones Costeras del Servicio de Hidrografía Naval, también con oficinas en el muelle del Club de Pescadores, explicó a LA NACIÓN que este extremo en la temperatura del agua en Mar del Plata es fruto de un período largo de muy buen tiempo. “Se dieron temperaturas altas de manera sostenida, incluso durante la noche”, indicó sobre esta sensación casi caribeña que se percibía, sobre todo, en aguas menos profundas. “Incidieron la temperatura del aire, la alta radiación solar y la escasez de nubes durante tantos días corridos, pero, por sobre, todo es el resultado del contacto de superficie del agua con una atmósfera caliente”, detalló. También suelen influir las corrientes marinas y el viento, variables que no serían las más relevantes ni incidentes en esta oportunidad.
Chapuzones
Laura Irigoyen, una turista que llegó desde la Capital, afirmó que está lejos de ser una fanática de los chapuzones, pero sus hijos la convencieron de darse un baño. “Está calentita, ma, en serio”, le insistieron. Accedió y se sorprendió: “El agua está bárbara y encima afuera no hace nada de frío”, dijo, ya tendida sobre una reposera en el sector público lindero al Torreón del Monje.
Este pico en el mar llegó luego de unas ocho jornadas consecutivas calurosas, con máximas de más de 34ºC y noches de esas que invitan a permanecer al aire libre hasta bien entrada la madrugada. Hizo su aporte un océano calmo. “No era una pileta, pero casi ni hubo olas en los últimos días”, coincidieron Orlando Velázquez y Rubén Schunck, que llegaron de la Capital. Los especialistas indican que ese ritmo retiene aguas superficiales que permanecen templadas, sin tanto impacto de surgencias o afloramiento, que son las irrupciones de otras más profundas y frías que se abren paso con una dinámica marítima más intensa.
Algo de esto último se padeció hace nada más que un año, cuando –también según registros de Inidep- Mar del Plata tuvo la temperatura de agua de mar promedio más baja en seis años. “Los registros desde diciembre y hasta el 14 de enero son los más bajos de la historia”, afirmaba entonces a LA NACIÓN la oceanógrafa Graciela Molinari, a partir de los registros del informe del Gabinete de Oceanografía Física de Inidep que daban cuenta de marcas repetidas por debajo de los 20ºC. En diciembre de 2019, el promedio había sido de 17,7ºC.
Pescadores
Por aquellos días sufrían los bañistas, con el agua tan fría que hacía doler los huesos. Y celebraban los pescadores, con condiciones más que favorables para buenas capturas que, en esta última mitad de enero se fueron perdiendo con la temperatura del mar en alza.
“Con 20ºC tenemos una temperatura de agua aceptable, pero con los 24ºC de ahora los peces se aletargan y los piques casi que desaparecen”, contó a LA NACIÓN el experimentado Juan Carlos Paganino, de 79 años, la mayoría vividos entre cañas y anzuelos y los últimos 22 como conductor del programa Pescamanía.
La lógica de las distintas especies, sobre todo en estos meses aptos para una pesca variada con línea de fondo, es buscar aguas no muy cálidas. Cerca del lecho marino se mueven con mayor comodidad. “Cuando sube la temperatura se alejan de la costa en busca de más profundidad, que significa aguas más frías”, remarcó Paganino.
Para los nadadores de aguas abiertas hay de una de cal y otra de arena con estos cambios de temperatura. Virginia Statien comparte un grupo que disfruta del mar todo el año. “Lo bueno es que podemos hacer travesías más largas, pero lo negativo es que con aguas cálidas nos complican las tapiocas”, contó a La Nación sobre esta variante de medusa de medida milimétrica pero con alta capacidad de irritar la piel cuando ataca. “Nado todos los días, pero hace tres que no salgo a nadar porque estoy lastimada por picaduras”, contó sobre esta especie que, hasta ahora, se mantuvo lejos de la costa.
Este mar más templado de la normal ofreció también otro elemento que llamó la atención: durante los últimos días se generó una espuma marrón en la orilla y también se advirtieron grandes manchas del mismo tono no muy lejos de la costa. Si bien se tomaron muestras para analizar, se da por hecho que es un fenómeno natural que tiene que ver con un desprendimiento de algas y minerales debido a las condiciones climáticas que inciden sobre esta porción de océano. En Inidep realizan los estudios para conocer de qué se trata y por qué se dio de esta manera.
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