Mar del Plata. En dos semanas desarticularon unas 200 fiestas clandestinas
LA NACIONDarío Palavecino
MAR DEL PLATA.- Por Punta Mogotes, El Grosellar y Bosque Peralta Ramos. Más de una vez a las mismas propiedades llegaron de madrugada los agentes municipales, a veces también con policía. Hasta medio millar de personas encontraron en alguna de las casi 200 fiestas clandestinas desbaratadas solo durante esta quincena. Una violación a normas de seguridad sanitaria que empieza a costar caro: la justicia federal acaba de ordenar declaración indagatoria y secuestro de teléfonos celulares a dos jóvenes rosarinos de 21 y 33 años acusados de organizar algunos de estos eventos.
"Es bueno que los que andan en lo mismo sepan el riesgo que corren", advirtió a LA NACION una fuente judicial sobre alcances de estas causas que, de prosperar, exponen a los imputados a condenas de hasta dos años de prisión.
Los ahora encausados eran responsables del alquiler de dos casas (una en primer piso, otra en planta baja) en Avenida de los Trabajadores y Racedo, a metros el balneario Waikiki, en zona de Punta Mogotes. Los vecinos denunciaron desde fines de diciembre la reiteración de ruidos molestos y multitud de jóvenes en ese inmueble y calles aledañas. "Andaban todos borrachos, tenían relaciones sexuales en la entrada de las casas", contó una vecina, indignada.
Gustavo Jara, subsecretario de Seguridad municipal, dijo a LA NACION que a diario reciben reiteradas denuncias, a veces en los mismos lugares donde ya realizaron operativos. Cita en particular una del Bosque Peralta Ramos: "en las dos oportunidades encontramos entre 50 y 60 menores de edad y solo un par de adultos", confirmó.
Punto repetido
El último punto repetido es una moderna vivienda del barrio El Grosellar, en la zona Norte. Ayer por la madrugada volvieron a llegar las patrullas para interrumpir otra reunión de decenas de jóvenes. "No se puede dormir, esto es insoportable", acusó la denunciante, que vive a pocos metros.
Autoridades municipales señalan desde principios de diciembre que las fiestas clandestinas son el principal foco de riesgo para contagios de coronavirus. Este fin de semana será un termómetro: habrá que ver cómo canalizan los jóvenes turistas sus madrugadas sin locales habilitados, que desde el último lunes y por normativa provincial deben cerrar de 1 a 6.
Fuentes del municipio confirmaron a LA NACION que durante diciembre desarticularon 170 fiestas y otras 200 durante estas dos semanas del año. Una normativa local fijó multas de hasta un millón de pesos para los dueños de las casas donde se realizan. La provincia autorizó que la sanción llegue hasta casi 3,4 millones de pesos. Por ahora no hay ninguna efectivizada.
Instagram, convocatorias
La modalidad de estas reuniones ilegales tiene en Instagram su principal motor. Los organizadores convocan a partir de contactos y las confirmaciones de dirección llegan solo por mensaje privado, apenas una hora antes del horario de inicio. A veces se cobra entrada, con canilla libre. En otras solo tienen que llevar bebida. Y hay un pedido común: no publicar fotos ni videos en redes sociales. Algunos organizadores les sellan la cámara de los celulares con un sticker, para que no tomen imágenes.
Por eso no es casual que el juez federal local, Santiago Inchausti, haya hecho lugar al pedido del fiscal general local, Daniel Adler, para ordenar el secuestro de los teléfonos de Iván Kopech y Lucas Sugarramurdi, de 21 y 31 años. Son quienes alquilaron mediante la inmobiliaria Donsini la casa de dos pisos en Punta Mogotes. Un magistrado de Rosario los indagará allí por supuesta comisión de delitos contemplados en los artículos 205 y 239 del Código Penal.
Si bien tenían contratos por separado, para la investigación estaría probado que actuaron en conjunto para el desarrollo de estas fiestas clandestinas. La última, el 6 de enero pasado. El personal policial encontró en el patio 20 bolsas con botellas de bebidas alcohólicas.
Los inquilinos pagaban una limpieza diaria de hasta 3000 pesos. "Resulta por lo menos sugestivo el elevado monto que abonaban por la limpieza diaria del lugar, lo cual permite abonar la hipótesis acerca de la cotidianeidad de los eventos que allí se llevaban a cabo y el nivel de organización previa para su realización", concluye el juez Inchausti al fundamentar las indagatorias ordenadas.
Si bien esa fue la más concurrida, la más exclusiva se detectó en casa con decoración exquisita en Sierra de los Padres. Un encuentro de 20 parejas swingers se diluyó apenas concluida la cena. Habían llegado en modo tour, organizado desde Capital Federal. La irrupción de agentes de policía sorprendió a los invitados, que lo creyeron parte de la fiesta. "Pensé que había llegado el postre", les dijo una de las participantes al confundir el ingreso de los uniformados con show de stripers.
Por Darío Palavecino
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