Mar del Plata, Bristol y la historia de sus cuatro ramblas
La principal ciudad balnearia de la Argentina cumplirá 145 años en febrero. Durante ese casi siglo y medio de vida tuvo, en la zona de la Playa Bristol, cuatro ramblas.
En sus primeros años, los pioneros accedían a la playa a través de un rústico puente de tablas aferradas con gruesos clavos. Hasta que se construyó la rambla original, de madera, que data de 1888 (época en que llegó el ferrocarril a la ciudad balnearia) y fue mejorada en 1890. Aunque toda la ciudad vivió un retroceso por las crisis de aquellos años, pronto resurgió y la rambla se convirtió en el paseo más concurrido.
Una fatalidad puso fin a su existencia. En la madrugada del 8 de noviembre de 1905 sufrió la ferocidad de un incendio provocado por manos criminales. Esa fatídica noche, la rambla y algunas casas vecinas padecieron el avance descontrolado del fuego. Los daños fueron solo materiales, ya que no hubo víctimas que lamentar.
En su crónica, este diario, La Nación, despedía aquella rambla –habló de su desaparición "súbita y radical"– con las siguientes palabras:
"Es allí donde ha estado localizado el centro más amable, más movido y más palpitante de la vida marplatense, allí donde el coro del mar canta siempre sus arrullos, donde la brisa envuelve con su caricia, donde las mujeres más bonitas y más elegantes de Buenos Aires lucen, a pleno aire, la frescura de su tez y la gracia de su sonrisa".
Se trabajó con prisa y, cuando se cumplió un mes del siniestro, la obra de la nueva rambla de madera (denominada provisoria) se encontraba muy encaminada y estuvo lista para recibir a los veraneantes de 1906. Durante enero, y tal vez por el temor de que algo ocurriera, el Torreón del Monje fue más concurrido que la provisoria. Pero en febrero, la rambla recuperó la preferencia de los turistas.
A fines de 1911 comenzaron las obras para dotar a Mar del Plata de una rambla de mampostería. Con el aporte estatal y privado, se inauguró el 19 de enero de 1913 a las cinco de la tarde y fue un suceso. Porque los turistas, que hasta entonces habían contado con un pasadizo de escasos tres metros de ancho, ahora disponían de doce metros, con espacio suficiente para no amontonarse durante las caminatas.
La inauguración tuvo su costado luctuoso: por el mal tiempo se precipitó uno de los aviones que volaba de El Palomar a Mar del Plata para asistir a la ceremonia y murió su piloto: Manuel Félix Origone, quien se convirtió en la primera víctima fatal de la aeronavegación argentina. El biplano cayó en Domselaar (provincia de Buenos Aires), en una calle que hoy lleva el nombre del malogrado aviador.
La segunda rambla marplatense se mantuvo en pie durante casi tres décadas. Hasta que se diseñó la que se conserva en la actualidad. El nuevo paseo formó parte de un proyecto más complejo. Surgió a fines de la década de 1930, cuando el arquitecto Alejandro Bustillo ideó una rambla que se acoplara a los dos edificios concebidos por él mismo: el del Casino Central y su vecino, el del Hotel Provincial. Como parte del nuevo escenario, en esos años, el escultor José Fioravanti incorporó los clásicos lobos marinos de piedra.
Así fue cómo, en los años 40, los más populares símbolos de Mar del Plata ya ocupaban su tradicional espacio.
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