¿Cuándo las manchas en la piel alertan sobre una enfermedad milenaria que tiene cura y se detecta con un simple examen?
La mayoría de los nuevos casos de lepra llega tarde a la primera consulta por falta de sospecha; la Sociedad Argentina de Dermatología hará esta semana otra edición de su campaña de concientización
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Aun cuando tiene cura, la lepra sigue cargando con un estigma milenario que no hace más que demorar la consulta necesaria. La mayoría del más del centenar de casos que inician tratamiento cada año en el país están en un estado avanzado, es decir, cuando la infección ya generó algún grado de discapacidad o pérdida de la visión más allá de su manifestación a través de manchas en la piel.
El año pasado, según datos del Programa Nacional de Lepra proporcionados por la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD), 143 personas en 16 provincias empezaron a utilizar el esquema multidroga que es gratuito para el paciente. Mientras que el tratamiento combinado bajó los casos de lepra en el país, como en el resto del mundo, sigue siendo difícil erradicarla. De acuerdo con una especialista de la SAD, falta reconocerla en los exámenes de rutina.
“Más que un mundo sin lepra, lo que se necesita es educar para reducir la estigmatización y el miedo. Un paciente nuevo no se anima a hablar con la familia”, sostiene Julieta Fischer, médica a cargo del Consultorio de Lepra del Hospital Muñiz y coordinadora del comité organizador de la 23ª Campaña Nacional de Educación y Prevención de la Lepra de la SAD. “La recomendación es consultar si aparece una mancha y promover el examen de piel para hacer un diagnóstico precoz, iniciar el tratamiento oportuno y evitar discapacidades”, aclara.
De hecho, el objetivo de esta nueva edición de la campaña, que arranca hoy, es visibilizar la enfermedad, que en 2021 acumulaba en total 357 infectados en tratamiento. El país es considerado con carga intermedia de nuevos casos de la enfermedad, de acuerdo con la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS) por la cantidad de pacientes que inician tratamiento por año.
“Las enfermedades olvidadas tienen una característica: uno se ocupa mucho y aparecen más casos; eso es un problema porque no atrae las voluntades políticas, porque cuando más se trabaja, peores son los números. Todas las enfermedades huérfanas tienen esa paradoja”, relata Fischer.
Pero, ¿de qué se trata la lepra? Es una enfermedad infecciosa bacteriana causada por el bacilo de Hansen (Mycobacterium leprae). Y la dermatóloga la describe así: tiene un período de incubación de años, baja contagiosidad y molesta poco.
“Se despierta como manchas, en las que se va perdiendo la sensibilidad. Esas manchas blancas, rosadas o marrones pueden ser de muchas maneras, como urticaria o ronchas, con o sin dolor, porque depende del huésped –continúa–. Por eso, la principal recomendación para la población siempre es que si aparece una mancha en la piel, sobre todo si pasan seis semanas o más y no se va, hay que consultar. Y, para los médicos generalistas, es que hay que revisar la piel de los pacientes”.
Con ese examen visual, aparece la sospecha, que se confirma a través de varias pruebas disponibles, según explica Clarisa Roncoroni, integrante del comité organizador de la campaña de la SAD y referente de la Coordinación de Tuberculosis y Lepra del Ministerio de Salud de la Nación. Son la baciloscopía (se hace un raspado de la piel de una lesión y se analiza con un microscopio), la biopsia de piel (un patólogo analiza al microscopio una muestra de piel de una lesión) o una prueba por PCR (se busca la presencia de ADN de la bacteria a partir de una muestra del paciente).
La lepra afecta principalmente la piel y los nervios periféricos. Una vez en el cuerpo, el bacilo prefiere las zonas frías, como las fosas nasales, los codos o las rodillas, y alrededor de los nervios, lo que empieza a afectar la sensibilidad. Sin tratamiento avanza, y con los años va lesionando las mucosas y los órganos. El daño neurológico altera la sensibilidad, la motricidad y el equilibrio de la temperatura de la piel.
Es una de las pocas enfermedades infecciosas que causa discapacidad y ceguera, según apunta la dermatóloga. “El riesgo en las personas sin un diagnóstico temprano y tratamiento es que no sienten casi nada y ven poco, por lo que tienen que estar muy atentas cuando cocinan o manipulan herramientas u otros objetos cuando trabajan, porque se pueden lastimar”, agrega la especialista.
Aunque se contagia a través de las gotitas de saliva o mucosidad al hablar, estornudar o toser y cuando existe un contacto estrecho y prolongado, la lepra tiene una baja contagiosidad a diferencia de otras enfermedades con la misma vía de transmisión. ¿Por qué? “El 95% de las personas que tienen contacto con el bacilo lo eliminan y no desarrollan la enfermedad. Pero hay un 5% que no lo logra y es a quienes hay que diagnosticar tempranamente”, dice Fischer.
Encuesta reciente
Con una encuesta reciente en los centros de salud y atención comunitaria (Cesac) de la ciudad, el equipo de la SAD especializado en lepra indagó qué saben de esta enfermedad los profesionales de la salud. Los resultados, que pudo anticipar Fischer antes de su publicación, muestran que, en general, el conocimiento básico de la enfermedad es correcto.
Pero al preguntar si alguna vez habían sospechado de la enfermedad, el 90% dijo que no. “Y si no hay sospecha, no hay examen de piel ni diagnóstico precoz –insistió la especialista–. El tratamiento es gratis, cura, y evita la discapacidad y seguir transmitiendo la enfermedad. En la Argentina, hay bolsones subnacionales, como el área endémica [Formosa, Chaco, Misiones y Tucumán], en los que hay que trabajar”.
Todavía, como enfatizará la SAD en su campaña esta semana, el diagnóstico precoz, el tratamiento oportuno y el control de los convivientes siguen siendo los tres “pilares fundamentales” para mejorar el escenario epidemiológico local.
El tratamiento dura un año y es de acceso gratuito, pero hay pacientes que necesitan algo más de tiempo. Lo recomendado es que sean 12 tomas en no más de 18 meses. En la pandemia, algunos pacientes no podían llegar al hospital y tuvieron que interrumpir el tratamiento.
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