“Malvinas, en venta”: el desesperado recurso de un coleccionista para pagar una deuda
Javier García tiene miles de objetos, libros y diarios que consultan especialistas en la guerra y que ahora debe ofrecer para solucionar un problema económico
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LA PLATA.- Javier García es remisero y desde hace 40 años se dedica a reunir objetos vinculados a la guerra de Malvinas. En su modesta casa del barrio de Tolosa erigió un particular museo en el que reunió unos 1000 diarios con noticias sobre el conflicto, más de 200 revistas y decenas de libros de autores argentinos e ingleses. Además, posee numerosos rezagos del conflicto: desde cascos, borceguíes y marmitas hasta municiones, entre las que sobresale la vaina de una bala de cañón de 105 milímetros.
El sábado pasado, García publicó en sus redes sociales un mensaje desesperado: “Malvinas en venta, por si a alguien le interesa. 40 años de archivo”. No es la primera vez que, acorralado por las dificultades económicas intenta vender su colección. En noviembre pasado, ya había publicado un mensaje similar sin que aparecieran oferentes en condiciones de comprar. Semanas atrás García adquirió un auto que no tenía los papeles en orden y terminó involucrado en una causa judicial.
“Me estafaron con un auto que compré a través de una plataforma comercial en las redes sociales”, cuenta apesadumbrado. Y agrega: “Como consecuencia me quedé sin el vehículo, que es mi herramienta de trabajo y también perdí el dinero invertido. Para colmo, pese a que yo actué de buena fe, me abrieron una causa para determinar mi responsabilidad. Lo que me pasó no se lo deseo a nadie. Son 30 años tirados a la basura. ¿Qué querés que te diga? La verdad es que estoy destruido, quedé en la lona y lo último que quisiera es desprenderme de todo esto, pero no me queda otra”, afirma a LA NACIÓN García que, en los últimos días salió a buscar ayuda económica entre todos sus conocidos. Si bien recibió muchos mensajes y consultas, hasta ahora no consiguió acercarse a una solución.
Invaluable
El coleccionista explica que necesita urgentemente reunir dos millones de pesos para poder recuperar el auto y poder volver a trabajar. No obstante, aclara que si bien hay muchas cosas cuyo valor es incalculable, él estima que su museo completo ronda los cuatro millones. “Entre los objetos que tengo hay una chapa personal manchada con sangre y ese tipo de cosas no tienen precio, porque salieron del escenario mismo de la guerra y tienen encima todo el peso de la historia”, sostiene.
El museo de Malvinas de Javier García se constituyó en base a su propio esfuerzo, sin recibir ningún tipo de apoyo oficial. Para hacerse de muchas de las piezas que lo componen tuvo que hacer changas o trabajar horas extras arriba del auto. Confiesa que más de una vez, para evitar conflictos en su familia, ocultó el costo al comprar algún objeto. “No sé bien cómo explicarlo, para muchos es una locura, pero yo hago esto porque creo que Malvinas y sus héroes no deben olvidarse”.
El museo del remisero de Tolosa no posee un inventario ni una clasificación profesional. Solo él puede ubicar con una asombrosa precisión cada objeto y, es capaz de contar de cada cosa una historia particular.
Encuadernados en uno de los armarios hay recortes de diarios argentinos de la época así como de los tabloides británicos Daily Mirror y The Sun, entre muchas otras publicaciones. En algún momento hasta llegó a hacer traducir al castellano varios libros de militares ingleses y se abocó a reunir las fotos de cada uno de los soldados muertos en Malvinas. “Busqué uno por uno, primero acá en La Plata y después por otros lados en todo el país y no sé si alguien tiene algo así”, comenta.
La colección
Con el surgimiento de las plataformas comerciales en internet, el coleccionista amplió su patrimonio con nuevos objetos, varios de ellos correspondientes a combatientes de las fuerzas inglesas. Poco a poco, fue involucrando en la tarea a su esposa y a sus dos hijos. Durante un tiempo recibía visitas de interesados en la temática y para ello improvisó una sala de exhibición en el comedor. En un momento había reunido tantas cosas que tuvo que repartirlas en casas de parientes y amigos.
Parte de su surtido de objetos y documentos ha sido usado en diversas muestras y, es usual que reciba consultas de periodistas, historiadores y documentalistas. Entre otros, los productores de la película Iluminados por el fuego, dirigida en 2005 por Tristán Bauer e inspirada en el libro de Edgardo Esteban. En una de las paredes del living de su casa hay una foto en la que se lo ve abrazado a Gastón Pauls, protagonista del film. En 2014, cedió varios de sus objetos para constituir el Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur en el edificio de la ex-Escuela de Mecánica de la Armada.
Desde la adolescencia
El 2 de abril de 1982 García tenía 12 años y estaba en la secundaria. Aquel día, las autoridades de la Escuela Nacional de Educación Técnica N°4 donde cursaba el primer año interrumpieron las clases e hicieron formar a todos los alumnos para informarles sobre la recuperación de las islas. Volvió a su casa conmovido y, aunque no tenía ningún familiar ni conocido involucrado directamente, el tema se convirtió para él en una obsesión. Empezó por guardar los diarios que leían en su casa y en lo de su abuelo. Recuerda como si fuera hoy haber estado largas horas frente al televisor mirando el especial que emitió ATC para recaudar fondos para la guerra y cuenta que en esa oportunidad donó el poco dinero que tenía ahorrado.
Ya había empezado a comprar libros sobre Malvinas cuando en uno de los traslados rutinarios con su remís llevó al excombatiente Martín Raninqueo. Promediaba 1999 y aquel viaje lo condujo a conocer el Centro de Excombatientes de Malvinas (Cecim) de La Plata y, al poco tiempo, empezó a participar de las reuniones. Se ofreció como colaborador y terminó por convertirse en el responsable del archivo de la entidad. Así comenzó a generar su propia colección de objetos, en un comienzo cedidos por los veteranos que viajaban al archipiélago.
Cuando en 2010 pudo viajar a Malvinas invitado por el Cecim trajo de todo y quedó tan entusiasmado que al año siguiente buscó la manera de costearse un nuevo viaje. En esas travesías recolectó zapatillas Flecha, cepillos de dientes, maquinitas de afeitar, lapiceras, envases de dentífrico, cajitas de fósforos, guantes, mantas, carpas, bolsas de dormir, ropa de combate, y caramañolas, entre otros, que hoy constituyen parte del tesoro que se ha dedicado a cuidar con esmero y que ahora se ve forzado a ofrecer para poder recuperar el dinero perdido.