“Una vergüenza nacional”: el triste dato que exhibe la Argentina sobre la principal enfermedad endémica del país
Hoy es el Día Mundial del Chagas, la infección transmitida por la picadura de la vinchuca; para los expertos, no se va a erradicar nunca, pero es tratable y curable
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La Argentina es el único país de la región, junto con Bolivia, que no logró controlar la transmisión vectorial (por la picadura de vinchuca) de la enfermedad de Chagas. Sí lo han conseguido países con sistemas de salud más precarios, como Paraguay, y también Chile, Uruguay y Brasil, a excepción de la vasta zona amazónica.
Esta es una de las conclusiones más desalentadoras del documental “Chagas, orquesta invisible”, que, con guión y dirección de Lucas Martelli, traza un panorama actual sobre la que sigue siendo la principal endemia del país. Se estrenó en Buenos Aires y actualmente recorre provincias; desde el 22 hasta el 27 de este mes, se proyectará en Jujuy. Se puede ver también on demand (https://cafecito.app/chagas). Hoy, 14 de abril, es el Día Mundial del Chagas (https://www.paho.org/es/campanas/dia-mundial-enfermedad-chagas-2024).
Héctor Freilij, pediatra e infectólogo, participa del documental como excoordinador del Programa Nacional de Chagas, cargo que ocupó entre 2008 y 2011. “Para que un país, región, provincia o departamento alcance el control vectorial y logre la certificación por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) se deben cumplir ciertos requisitos –explica–. Por ejemplo, menos del 1% de los hogares con vectores domiciliarios y peridomiciliarios (las vinchucas o Triatoma infestans) y que un estudio serológico en menores de 5 años muestre un resultado estadísticamente significativo de ausencia de la infección. Esta certificación debería renovarse cada 5 años”.
La enfermedad de Chagas, advierte Freilij, nunca se va a erradicar porque es imposible terminar con la vinchuca, que sigue viviendo en ambientes silvestres. Por eso es crucial evitar que se instale en los ambientes domiciliarios y peridomiciliarios. La vinchuca no se enferma, pero transmite la infección: es hematófaga (se alimenta de sangre) y al picar a una persona o animal infectado adquiere el Trypanosoma cruzi (parásito que produce el Chagas), que viaja por el sistema digestivo del insecto. Cuando la vinchuca vuelve a picar a alguien no contagiado, defeca sobre la lesión y cuando la persona se rasca ingresa el parásito a su organismo.
Esta es la vía vectorial de transmisión, pero también existe la vía vertical o transplacentaria (de madre a hijo, la más frecuente hoy) y a través de las transfusiones de sangre, que se realiza bajo controles muy estrictos. Existe también la vía oral: en nuestro país es una rareza, pero ocurre en Brasil, especialmente a través de los jugos de frutas, como el açai, que pueden estar contaminados con el parásito.
Ricardo Hernández, bioquímico, que hasta diciembre de 2023 estuvo el frente del Programa Nacional de Chagas (hoy acéfalo), explica que menos Tierra del Fuego, Chubut, Santa Cruz, Buenos Aires y la Capital todas las provincias argentinas tienen presencia del vector. “Hay diez que sí alcanzaron el control vectorial y están certificadas por OPS: Neuquén, Río Negro, La Pampa, San Luis, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Misiones, Tucumán y Jujuy. Pero a partir de la pandemia gran parte del recurso humano, que es imprescindible para mantener el control, fue destinado al Covid-19 y recién hace poco ha podido ser retomado. No vigilar es tirar todo el esfuerzo hecho en años”.
Hernández añade: “No todas las provincias tienen la misma situación. Santiago del Estero, Chaco, Formosa y San Juan son las que más problemas tienen, pero Santiago por primera vez en su historia está cerrando ciclos de rociado y vigilancia en todos los departamentos. Para certificar hay que lograr valores avalados internacionalmente. La infestación de las viviendas se redujo allí al 30% y no existen casos agudos vectoriales, pero no se puede certificar porque la norma requiere menos del 1% de infestación”.
De rural a urbano
Jaime Altcheh, jefe de Parasitología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez de la ciudad de Buenos Aires, señala que “el problema no se va a resolver controlando solo a la vinchuca. Por migraciones, la mayor cantidad de infectados actualmente vive en ciudades y la enfermedad debería ser considerada principalmente urbana. La mayor parte de los nuevos infectados son por vía transplacentaria”.
Altcheh, que es vicedirector del Instituto Multidisciplinario de Investigaciones en Patologías Pediátricas (Imipp), Conicet-GCBA, añade que nacen entre 1000 y 1200 niños infectados por año. “La tasa de la transmisión congénita oscila entre el 3% y el 7% –puntualiza–. Pero si se hace un diagnóstico y tratamiento adecuados, la enfermedad se cura. Por eso decimos que un adulto infectado es un niño no tratado. En los últimos años, además, hemos desarrollado medicamentos con formulaciones pediátricas. Sin embargo, pocos reciben tratamiento por déficit en diagnóstico y seguimiento”.
El pediatra del Gutiérrez enfatiza que, según cifras de la OPS, se testean no más del 50% de las gestantes en el país. “En la ciudad de Buenos Aires y en el conurbano es de alrededor del 90% –afirma–. Con nuestro grupo de investigación tratamos niñas positivas que crecían y quedaban embarazadas y ninguna de ellas transmitió la infección a sus hijos. Eso demuestra que diagnosticando y tratando a niñas y mujeres en edad fértil se evita la transmisión transplacentaria”.
Números poco claros
Hernández afirma que “un ‘debe’ de la gestión –no solo de la última [la de Alberto Fernández], sino desde hace mucho tiempo– es tener informes oficiales sobre el Chagas en la Argentina. En 2022 se testearon 250.000 personas gestantes, contando sector público y privado, en todas las provincias. En el ‘98 teníamos un 12% de embarazadas positivas y ahora el 1,7%. Sobre la base del número de embarazadas, podría hacerse una proyección hacia la población general de 900.000 a un millón de infectados”, describe.
Juan Paul Flores, médico cardiólogo al frente del Consultorio Integral del Paciente Chagásico del Ministerio de Salud de Jujuy, afirma que las estadísticas no son fiables. “Hay entre 1,5 y 1,7 millones de personas con Chagas en el país -puntualiza-. Lo sé porque hago trabajo de campo. Y en Chaco, Formosa, Santiago del Estero hay mucha infección transmitida por la vinchuca. Las estadísticas que dan los ministerios y otras instituciones no son tan ciertas”.
Jujuy es la única provincia que alcanzó la recertificación del control de la transmisión vectorial dos veces: una en 2000 y otra, en 2011. “Pero en pandemia [de Covid] se interrumpió, por eso cuando hablamos de recertificación habría que tomarlo con pinzas. Salta, por ejemplo, tiene mucha transmisión vertical y limita con Jujuy. ¿Del lado jujeño no hay vinchucas en las casas? Eso no se puede decir. Sin embargo, la existencia del carnet sanitario en Jujuy, que incluye la detección del Chagas y se solicita para ingresar a cualquier trabajo, público o privado, para la escuela o entre las embarazadas, permite un mejor monitoreo”.
Como expresidente del Comité de Chagas de la Federación Argentina de Cardiología (FCA), Flores coordinó un grupo de especialistas que recorrían Jujuy, Chaco y Formosa para controles cardíacos en alrededor 5.000 pacientes chagásicos. Al menos un 30% de los pacientes con Chagas desarrollan daños en sus órganos; en nuestro medio, principalmente la miocardiopatía chagásica, que puede ser mortal. “Pero esto ya no lo podemos hacer más porque lo pagábamos de nuestro bolsillo y hoy es imposible”, se lamenta.
Indiferencia, el peor de los males
¿Por qué nuestro país no fue certificado por OPS en el control de la transmisión vectorial del Chagas? “Son decisiones políticas, e influye mucho la federalización, porque cada provincia toma sus propias decisiones –asegura Freilij–. Cuando coordinaba el Programa Nacional, había muy pocos fumigadores de viviendas. Desde el Ministerio queríamos sumar más y les íbamos a pagar a través de una tarjeta. Necesitábamos que cada provincia nos enviara los nombres de estas personas. Pero una de las provincias más complicadas no los enviaba. Fuimos a ver al ministro, personalmente. Me dijo: ‘Vea, doctor, no nos metamos con el Chagas que es un problema muy grande, y mejor vayamos a almorzar”.
Un aspecto fundamental del problema, añade Freilij, es el silencio de los pacientes, que no reclaman. “Muchos ni saben que están enfermos. Se mueren trabajando. Son poblaciones muy vulnerables y no toman conciencia. Sino reclaman, a los gobiernos les resulta cómodo no hacer”.
“Lo dije cuando estaba a cargo del Programa Nacional –admite Hernández–. Que la Argentina no haya controlado esta endemia es una vergüenza nacional, en particular debería darles vergüenza a los dirigentes. Tenemos el conocimiento y los expertos, faltan la decisión política y los recursos”.
¿Y por qué el documental de Lucas Martelli alude al Chagas como una orquesta invisible? La figura viene a cuenta de la doble actividad de Freilij, que además de pediatra e infectólogo es músico y ha dirigido varias orquestas y coros. “Para controlar el Chagas –dice– tendríamos que hacer funcionar los distintos niveles de intervención y que suenen como una orquesta invisible”.
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