Macá tobiano: ¿por qué las fuertes nevadas en la Patagonia son una buena noticia para este ave en peligro de extinción?
La pandemia del Covid-19 complicó los trabajos de conservación de la biodiversidad en todo el mundo. Sin embargo, en la provincia de Santa Cruz, los paisajes urbanos y rurales se cubren de la nieve que cae en cantidad desde mediados de junio pasado. A pesar de todas las dificultades que el fenómeno representa, y ya en fase de reapertura controlada del aislamiento obligatorio, se reanudan poco a poco las tareas de conservación de la especie bandera de la provincia: el macá tobiano.
El verano pasado no fue bueno para este ave, que está peligro crítico de extinción, porque una gran cantidad de las lagunas permanecieron secas y los vientos aumentaron su frecuencia e intensidad. Para empeorar la situación, la vinagrilla, planta acuática que usan para construir sus nidos, no creció, por lo que no lograron reproducirse. Para completar el panorama, la construcción de represas sobre el río Santa Cruz pone en riesgo el estuario, donde pasan el invierno.
Por eso, los biólogos se esperanzan con la nieve caída: en primavera, se derretirá para llenar los cuerpos de agua, vitales para la fauna. Según el Informe de ambiente de 2016 de la exsecretaría de Ambiente de la Nación (ahora Ministerio), la región cordillerana y la patagónica son las que sufren el mayor riesgo ante el cambio climático, con impactos asociados a retrocesos de los glaciares, incremento de períodos de sequía más intensos y prolongados, y cambios en las dinámicas de los ecosistemas.
Pablo Hernández trabaja en la Secretaría de Estado de Ambiente de Santa Cruz y es miembro del Programa Patagonia desde sus comienzos, hace 10 años. Junto a un equipo de técnicos y vecinos, decidió emprender una travesía a las mesetas de altura del lago Strobel y del lago Buenos Aires para monitorear las lagunas donde nidifica en verano este ave críticamente amenazada y corroborar si algún "tobiano" pasa el invierno en los cuerpos de agua de mayor tamaño. "Para llegar a a las lagunas que utiliza el macá tobiano en la meseta del Strobel, es necesario cruzar un río muy caudaloso. Lo hicimos con tres camionetas, ya que estaba totalmente congelado con más de 30 centímetros de escarcha. El paisaje en invierno es totalmente diferente. Cuesta mucho orientarse cuando caen más de 40 centímetros de nieve, las temperaturas llegaron a los 17 grados bajo cero y el horizonte se fundió entre el suelo y el blanco intenso de las nevadas. Sólo el lago Strobel, que da nombre a esta meseta, no estaba congelado y logramos contar algunos macáes plateados, pero no vimos al tobiano allí".
Hacía mucho tiempo que en Santa Cruz no nevaba así. "Más allá de que los expertos en cambio climático sostienen que estos eventos meteorológicos responden a procesos mucho mas largos y complejos, resulta esperanzador pensar en la coincidencia con la pausa de las actividades humanas. Es necesario hacer un paréntesis y reflexionar al respecto. Tenemos una gran oportunidad de hacer ese cambio pensando en ser más responsables, reflexivos y trabajar más colaborativamente en mejorar nuestra manera de vivir, en romper esas estructuras, modelos y sistemas de producción y darnos cuenta que no todo es un recurso, que existen otras maneras de ver la vida"
En la meseta del lago Buenos Aires, el paisaje también quedó oculto bajo la nieve y las lagunas están completamente escarchadas. Hasta el momento, hay cerca de 40 centímetros de nieve acumulada.
Las consecuencias del calentamiento global
El trabajo de conservación del macá tobiano se hace complejo. El equipo de técnicos y voluntarios del Programa Patagonia, de Aves Argentinas, cuenta con alrededor de 30 miembros: biólogos, técnicos y voluntarios, más la colaboración de la ONG Ambiente sur y el Conicet. Tienen su base en la Estación Biológica Juan Mazar Barnett en la meseta del lago Buenos Aires, donde pasan largas horas caminando o en vehículos todo terreno, a veces con vientos y ráfagas que alcanzan los 100 kmph, hasta llegar a alguna laguna, río o cañadón para monitorear la fauna.
Los puesteros que cuidan ganado son sus aliados, conocen la zona y el clima a la perfección y afirman ser testigos de grandes cambios: "las lagunas se están secando, los pastos están secos y duros. No nevó lo suficiente los últimos tres años y por eso no alcanzó a juntar agua".
Laura Fasola, bióloga, investigadora del Conicet y parte del programa, reflexiona sobre los efectos que estos cambios tienen sobre la fauna nativa de esta región: "La gallineta chica vive en juncales en áreas de estepa, que son frágiles ante la sequía. También podría afectar a los grupos de cauquenes que pasan el verano en zonas extraandinas ya que tendrían menor disponibilidad de ambientes reproductivos. Es muy posible que sufran impactos otras especies migratorias y aves playeras como el chorlo ceniciento y chorlo doble collar, ya que usan depresiones inundadas en su ruta y la desecación podría complicar esos movimientos migratorios. Otra especie que estudiamos y podría ser afectada por cambios en los caudales de los ríos es el pato de los torrentes, que habita en los arroyos andinos, ahora estamos empezando a estudiar qué sucede con ellos".
Ignacio ‘Kini’ Roesler, también biólogo, investigador del Conicet y parte del departamento de Conservación de Aves Argentinas y del programa, agrega: "Creemos que la vinagrilla fue afectada por diferencias de temperatura en la última primavera y aspectos del ciclo de vida de esta planta parecen haber cambiado en los últimos años. Según nuestras investigaciones, la única tendencia clara es el aumento de temperaturas, lo que provoca mayor evaporación y menor cantidad de nieve acumulada y eso afecta a todo el sistema de lagunas donde vive el macá tobiano y que es un ambiente que utilizan miles y miles de individuos de especies de aves acuáticas para alimentarse, como el cisne de cuello negro, el pato overo, el pato maicero y muchísimas más, incluso las que migran que vienen desde América del Norte. Los patrones que encontramos son un aumento claro en la temperatura y variaciones interanuales mucho más marcadas, eso hace a los ciclos climáticos en la meseta mucho menos predecibles"
Ante las nevadas de este invierno es optimista y cauto, "Viene mejor que otros años", comentó.
Ayuda mútua
Los cambios severos en los regímenes de precipitaciones (lluvias y nevadas) y de vientos, afectan a la fauna nativa, al ganado y al suministro de agua de las comunidades aledañas. Por eso, el trabajo de conservación de estos ecosistemas los beneficia a todos por igual. En esta tarea, el equipo del Programa Patagonia se une con los dueños de las estancias, los puesteros, las ONG y las instituciones estatales.
Tamara Zalewski, del departamento de Conservación de Aves Argentinas, explica: "Las interacciones entre los patrones climáticos, la biodiversidad y las actividades productivas humanas son muy complejas. Nosotros buscamos promover el trabajo de investigación científica, que es la clave para diseñar las acciones de conservación directas, como el manejo de especies exóticas invasoras, la restauración de hábitats, o la cría en cautiverio del macá tobiano y al mismo tiempo, le damos importancia a la participación de las poblaciones aledañas, haciéndolas parte del cuidado y la preservación del ambiente".
La pérdida en años recientes del 80% de la población del macá tobiano fue un indicio de la gravedad de la situación en las mesetas de altura patagónicas.
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