En los dos últimos años, los argentinos son los extranjeros que más fijaron residencia en este país, desbancando a los venezolanos
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PUNTA DEL ESTE.— No es un clásico boom de construcción, de esos que han estado vinculados a los vientos de la economía regional. Tampoco un empuje de inversión “en ladrillos”. De hecho, no es nada de lo visto hasta ahora en este rincón de territorio uruguayo. Es un nuevo fenómeno, del que algunos advirtieron, otros desconfiaron, y ahora ya es evidente. La cantidad de familias argentinas que vienen a vivir a Punta del Este no para de crecer: se instalan para operar sus negocios desde acá, pero también para disfrutar de una vida más natural, sin perder el confort de la modernidad.
Si bien el fenómeno se da en varias zonas de este país, existen tres enclaves puntuales donde se están concentrando argentinos de alto poder adquisitivo: la Ruta 104 de Manantiales, barrios privados de José Ignacio, y chacras en la zona de Pueblo Edén.
También hay argentinos que se instalan en las torres de la Mansa, en casas amplias de Cantegrill, San Rafael o Rincón del Indio, en la franja de La Barra o Punta Piedras, pero sin dudas son esos tres enclaves los que marcan tendencia.
El arquitecto Leonardo Noguez, director del nuevo Museo de Arte Contemporáneo, epicentro de una nueva generación cultural, artística, inmobiliaria y educativa en la zona, puso un ejemplo concreto: “Cuando ves que abren negocios todo el año en lugares que solo lo hacían medio mes al año, cuando ves la cantidad de cafeterías que se instalaron para atender una demanda argentina, cuando ves el desarrollo inmobiliario que se multiplica, se comprueba que esto ya es un hecho”.
Noguez dice que un inversor argentino le explicó con brevedad y entusiasmo el porqué del desarrollo de esta zona: “Ustedes no se dan cuenta lo que es vivir en un lugar de baja densidad y con estas cualidades”. Eso explica el crecimiento sin pausa de barrios privados, de residencias amplias en chacras o sobre la rambla frente al océano.
Los trámites de residencia de argentinos han crecido fuerte y en los dos últimos años reemplazaron a los venezolanos en el primer puesto de extranjeros que llegan a vivir en el Uruguay. En 2017 hubo 2184 trámites de argentinos por residencia. En 2018 bajó a 1484 casos. En 2019 volvió a subir con 2042 trámites. Y ya en 2020 trepó al primer lugar del ranking con 6816 personas. El año pasado casi se duplicó y llegó a a 11.835, lo que se dio más fuerte en los últimos meses con el levantamiento de restricciones.
¿Esos son los que llegaron a vivir? No hay registros pero algunos operadores inmobiliarios aseguran que muchos argentinos que ya tenían residencia pero pasaban en Uruguay solo el verano y algunos fines de semana del resto del año ahora se instalaron en el país, sin necesidad de iniciar nuevo trámite, por lo que no figuran en la estadística mencionada.
“Abrimos en julio del año pasado, en pleno invierno y con pandemia; contra todos los pronósticos pero convencidos que teníamos todo para salir bien, y con la idea de fidelizar al nuevo público, a ese que antes existía solo en temporada de verano —dijo a LA NACION, la chef Xime Torres, dueña de La Dulcería, en Manantiales—. Trabajamos con un público al que le gusta tener las medialunas, el café con leche y el diario a diario, y por eso abrimos de 9 a 20 todos los días del año.
En la península de la Punta, por ejemplo, surgieron muchas cafeterías y locales artesanales que, como cuenta Torres, ahora sí tienen clientela todo el año. Y eso, en gran medida, y se debe al reciente desembarco de las familias argentinas en la zona.
Romuald Chapuy es un francés que hace pocos meses abrió una cafetería en el tradicional edificio Biarritz sobre la Calle 20 y su local parece una oficina de la ONU, con comensales que hablan idiomas de varios países europeos.
Torres, que además de tener su comercio de café y pasteles es una figura de TV como jurado en la versión uruguaya de máster Chef, dice que además de la venta en el local se ha incrementado mucho “el servicio para cumpleaños, fiestas y reuniones en casas de familia”. El resultado superó sus expectativas: “Como conclusión digo que Manantiales ya no es un balneario de verano sino un pueblo-ciudad con una población fija que lo eligió como ciudad hogar”.
Así, el sueño expresado por el presidente del Uruguay, Luis Lacalle Pou, antes de asumir el mando en el verano de 2020, está teniendo efectos concretos: cada mes, familias extranjeras se registran como residentes fijos.
De hecho, ayer, Lacalle Pou reafirmó su plan de atraer extranjeros para invertir y producir, o para vivir y consumir, porque está convencido de que aunque vengan a disfrutar de una vida tranquila, al poco tiempo se meterán en un negocio que genere puestos de trabajo y dinamice la actividad económica: “Nosotros queremos a las familias argentinas; que vengan, se establezcan y formen parte de la sociedad, que inviertan”, dijo en el Latin Annual Meeting que se hizo en el Hotel Enjoy.
Los nuevos enclaves
Uno de los rincones de Punta del Este que mejor refleja este nuevo boom de residencia extranjera en Uruguay es Pueblo Mío. Se trata de un amplio plan de chacras marítimas en la zona de Manantiales, que comenzó a desarrollarse hace varios años pero que en los últimos meses tuvo un despegue llamativo, con varias residencias y terrenos del barrio privado que fueron compradas por nuevos residentes. Eso renovó el parque y determinó mayor impulso, lo que hoy se nota con decenas de residencias nuevas en construcción.
Todo esto se da en la Ruta 104, que va de la Ruta 10 a la altura de Manantiales y termina en la Ruta 9 a Rocha.
Hasta inicios de 2020, los proyectos de barrios privados ahí ubicados no tenían mucha demanda. Pero, en cuestión de meses, comercializaron casi todos sus lotes. Y no solo eso: hay otros proyectos de chacras en proceso, un colegio privado para 2023, iniciativas como nuevas galerías de arte y emprendimientos gastronómicos y alimenticios.
En José Ignacio, el desembarco de los argentinos es en barrios privados, especialmente al costado de la ruta que da entrada al pueblo balneario.
En Pueblo Edén, sobre la ruta 12, en la zona norte de Maldonado, la concentración de argentinos se da en chacras residenciales.
Demanda en colegios
Con la llegada de familias argentinas y de otros países, colegios de la zona han ampliado sus instalaciones. Pero como la demanda crece sin pausa, también surgió un proyecto educativo innovador y de vanguardia: el colegio The Garzón School, que es una organización educativa sin fines de lucro, impulsado y financiado con donaciones de familias extranjeras que se radican en el este uruguayo. La inversión inicial es de US$ 12 millones y ocupará un predio de unas 38 hectáreas. La idea es que esté listo para iniciar el año lectivo 2023. Mientras tanto, las clases se dictan en Casa Zinc, una posada ubicada en La Barra, para niños hasta cuarto grado de Primaria.
El nuevo establecimiento también está sobre la Ruta 104. El diseño fue encargado a un estudio de Dinamarca, que tiene especialidad en el armado de espacios lúdicos y de aprendizaje. “Hemos trabajado con educadores y pensadores de todo el mundo para desarrollar un plan de estudios y un entorno en el que los niños, de cuatro a 18 años, puedan prosperar, académica, socialmente y más allá”, explican los impulsores del proyecto.
“TGS nació de la visión de múltiples familias que han elegido llamar hogar a Uruguay” y que “decidieron que la región necesitaba, y merecía, una escuela sin fines de lucro de clase mundial”, afirman en su presentación oficial.
Atractivo cultural
En la zona, además, este año se inauguró el MACA, el Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry, lo que no solo fue un hecho cultural de alto nivel, sino que también mostró una cara del Uruguay que es justamente un atractivo para muchos que llegan a residir: en el corte de cinta participaron tres presidentes del Uruguay, el actual Lacalle Pou, que es liberal y “blanco” del Partido Nacional, Julio María Sanguinetti del Partido Colorado (1985-90 y 1995-2000), y José “Pepe” Mujica, ex guerrillero del Movimiento Tupamaro y presidente durante 2010-2015.
El proyecto de Pablo Atchugarry parecía un sueño y hoy es una realidad ahí en el kilómetro 4,5 de la ruta 104. “Unos 2500 visitantes por día tuvimos el verano”, dijo Noguez, director del museo.
El museo es una parte de un proyecto más amplio, que combina naturaleza y arte. El Parque Internacional de Esculturas tiene unas 40 hectáreas. El creador recuerda que el origen estuvo en la preocupación común entre artistas y coleccionistas, sobre dónde irían a parar sus obras, lo que definió como “el fruto de una vida”, y “la pasión que acompaña siempre”. Fue por eso que varios años atrás “nació la idea de construir un museo” como una “herencia cultural” para “dejar al Uruguay”.
Atchugarry conversó sobre el proyecto con el arquitecto Carlos Ott, el uruguayo que ha ganado prestigio como creador de la Ópera Bastilla en París, el Edificio Libertad Plaza en Buenos Aires, la Torre de las Telecomunicaciones en Montevideo, el National Bank de Dubái, y los aeropuertos de Punta del Este y de la capital uruguaya, entre muchos otros. En esos encuentros fue que Ott comenzó a dibujar el diseño que creía adecuado para el nuevo museo, ubicado en un lugar privilegiado.
Lo de Atchugarry fue un llamador a otras iniciativas de arte. Muy cerca de ahí, se instaló la galería internacional Xippas, en el kilómetro 5 de la Ruta 104, con la intención de ofrecer residencia a artistas, en un lugar especial, diseñado y construida por una arquitecta dedicada a la conservación de arte.
Además, frente al MACA, se ve un gran cartel que anuncia la llegada a la zona de la Galería del Sur, que fue fundada en 1985 en Punta del Este y está especializada en Vanguardias Históricas del Río de la Plata, con exposiciones de maestros del Arte Moderno y Arte Contemporáneo.
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