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“Queremos que nos traten como argentinos y poder entrar a nuestro país”, se queja el diputado provincial Osvaldo Acosta desde Los Toldos, el pueblo salteño de 3.300 habitantes que está viviendo una situación insólita y desesperante: para entrar o salir, deben hacerlo por territorio boliviano.
El problema es que, desde el 20 de marzo de 2020, cuando comenzó la cuarentena, la frontera entre Bolivia y la Argentina está cerrada en toda su extensión. Esto significa que en Los Toldos están aislados. Nadie puede entrar, ni salir. Las cancillerías de ambos países no se han puesto de acuerdo para establecer un convenio para hacer un corredor especial para ellos. “Ya no soportamos el encierro”, sostiene Dora Burgos, vecina.
Del 17 al 19 de mayo, un equipo de La NACION quiso llegar hasta el pueblo, pero durante 72 horas estuvo retenido en el paso fronterizo Aguas Blancas (Salta), a pesar de reunir todas las condiciones para entrar y de tener la aprobación de la aduana boliviana y una autorización de la Dirección General de Migraciones de nuestro país, otorgada por Florencia Carignano, directora Nacional de Migraciones. “Alguien de arri
ba no quiere que pasen”, afirmó Daniel Cobos, Jefe del Paso. Desde el ministerio de Salud argumentaron obstáculos burocráticos que impidieron la salida del país de LA NACION hacia Los Toldos.
Pesadilla
“Vivimos una pesadilla”, confiesa Arturo Franco Garces, uno de los dos médicos que atienden en el pueblo. Cada pequeña gestión o actividad, se convierte en un drama. Antes de la pandemia, el pase por Bolivia se hacía libremente, sólo presentando el DNI. Con la pandemia todo cambió y ya nadie más pudo salir del pueblo. “Nos hace sentir vulnerados, desprotegidos, perjudicados, marginados, ocasionándonos trastornos difíciles de explicar por no contar con una ruta argentina que nos conecte con la ciudad argentina más próxima, que es Orán”, afirma Dafne Ramírez, vecino toldeño.
Un solo cajero automático paga sueldos, jubilaciones y planes, pero dependen de las condiciones climáticas para que ese dinero llegue hasta allí . Todos los 20 de cada mes sale una avioneta desde Salta, con escala en Orán, y desde allí, sin penetrar espacio aéreo boliviano, aterriza en Los Toldos en una pista que no está habilitada.
Los que esperan el dinero, primero tienen que consultar el servicio meteorológico. Durante un día y medio se pagan las obligaciones en efectivo en la Municipalidad y la avioneta regresa a Salta capital. “Vivimos una situación que es muy nociva para la salud de la gente”, afirma Acosta.
Trastornos
“Hay un aumento de trastornos depresivos, de ansiedad y problemas de insomnio”, asegura Franco Garces. La realidad sanitaria es preocupante. Muchos pacientes debieron suspender sus tratamientos desde hace más de un año. La imposibilidad de ir a Orán, la ciudad referencial y de la que dependen a nivel sanitario y comercial, tensa la situación social. “Se nota mucha irritabilidad en los pacientes”, asegura Nora Leaño, la única bioquímica del pueblo.
“Desde el 8 de mayo vivimos un nuevo brote de Covid”, asegura Nora. ¿Cómo en un pueblo donde no hay posibilidad de salir, se producen contagios?: “Mucha gente sale clandestinamente”, asegura Acosta. La dilatada frontera con Bolivia y el poco control que hay sobre ella hacen muy fácil el ingreso al país vecino y el regreso a Argentina, por vía ilegal.
En Aguas Blancas cruzan gomones por el río Bermejo. La pasada sale desde $300 hasta $1000, dependiendo el espacio que se ocupe. “La gente se moviliza y mucho”, sostiene la Sandra Martínez, que atiende un consultorio externo, exclusivo al Covid. Hay 160 casos activos, algunos graves.
Los Toldos no tiene posibilidad de testear. Sólo tienen PCR antígeno que pueden usarse cuando un paciente presenta síntomas. El virus, al entrar al pueblo aislado, se expande sin contención. “Sólo podemos hacer un test por cada grupo familiar”, afirma Leaño. “Hay falta de insumos. Se agotó lo que teníamos en el hospital y sólo hay una farmacia en el pueblo”, completa el panorama Franco Garces.
“Si un paciente presenta una urgencia, se activa el protocolo de vuelo sanitario”, afirma Martínez. “Muchos con patologías crónicas no han podido salir”, agrega. Las derivaciones de urgencia se hacen después de cumplir innumerables pasos burocráticos. Cumplidos todos ellos, puede salir una ambulancia, que no puede parar jamás en el camino mientras esté en territorio boliviano. Su destino es el Hospital de Orán.
Ruegos
“Rogamos que nos escuchen”, confiesa Acosta. Desde marzo del 2020 han realizado toda clase de gestiones para poder buscar la solución y lograr un corredor burbuja para los toldeños. El intendente Virgilio Mendoza, se ha puesto a la cabeza de estas negociaciones, pero “no hemos tenido ningún respuesta”, dice. Su última salida para realizar gestiones de este tipo tuvo una mala consecuencia: se contagió de coronavirus y hoy está con respirador en Orán.
Desde el Paso Aguas Blancas, el personal de migraciones tiene una salida muy poco práctica. “Nosotros no les prohibimos el ingreso a Argentina, ellos pueden salir de Los Toldos caminando”, sostiene Carolina Diaz, supervisora. Desde Los Toldos a Aguas Blancas hay 110 kilómetros de ruta por territorio boliviano. La “solución argentina” no hace más que irritar aún más a los toldeños. Aquellos que han podido salir por cuestiones médicas entran a Argentina como “turistas”. “Pedimos a Migraciones que por favor nos cambien la figura como ciudadanos en tránsito a Los Toldos. ¡No somos turistas!”, sostiene Ramírez.
¿Existe alguna manera de llegar a Los Toldos por territorio argentino? Sí, la vieja ruta 7, que tiene una traza muy peligrosa, bordeando montañas que llegan hasta los 5000 metros, es la única forma, pero está intransitable. Conecta Los Toldos y Santa Victoria, distante ambas localidades a 86 kilómetros.
En 2020 se inauguró un tramo que estaba en mal estado, la obra prometía finalmente “la salida de Los Toldos por ruta argentina” La improvisación ganó. En pocas semanas, la ruta quedó fuera de servicio. Los 2000 mm de lluvia anual producen desmoronamientos y la montaña devoró la traza vial. Es zona de yungas, la selva es impenetrable. “Aunque se arreglara, no es la solución”, reconoce Acosta.
“Sólo para llegar a Salta capital tardamos dieciséis horas. Hasta Orán, cuatro más. Es un día de viaje contra una hora por Bolivia”, asegura Acosta. El trazo de la ruta 7 bordea el norte de Salta hasta llegar a La Quiaca, y ya en Jujuy el camino va hacia el sur hasta la capital provincial, para finalmente alcanzar Salta capital y recién aquí se inicia el viaje al norte con destino Orán. En Los Toldos existe un pedido unánime: un camino por suelo argentino que bordeé el río Bermejo hasta Orán. “Sería la solución”, suplica Burgos.
Deuda histórica
“Las autoridades nacionales tienen una deuda histórica con nuestro pueblo: la construcción de una ruta por argentina que conecte a los Toldos en forma directa con la Ciudad de Orán”, afirma Ramírez. “El anhelo del toldeño es la realización de la ruta por la margen del Rio Bermejo del lado argentino, paralela a la panamericana 1 de Bolivia, sería un viaje muy rápido”, agrega.
El encierro al que es sometido Los Toldos tiene consecuencias en cada pequeña acción diaria. Pre pandemia salían constantemente a hacer compras a Orán, con más de 100.000 habitantes. La ciudad tiene variedad en comercios y precios. Desde los últimos quince meses no lo pueden hacer y una vez por semana salen seis camiones habilitados a buscar mercadería. En el mismo día, regresen al pueblo. “Los productos tienen un sobreprecio de más del 50% y no hay posibilidad de elegir entre marcas”, afirma Franco Garces.
Es común que en Bolivia se produzcan piquetes en la ruta, o haya derrumbes en el camino. Todo esto retrasa la llegada de los “abastecedores”, como los llaman a los camiones que traen mercadería. “Esto produce desabastecimiento interno y suben aún más los precios”, asegura Ramírez.
En la necesidad, surgen los tratos deshonestos. “Algunos compran para revender, y se aprovechan, todo sale muy caro y no hay plata que alcance”, afirma Burgos. “Queremos poder hacer las compras nosotros”, agrega. Un kilo de arroz, de aceite, o una gaseosa, son oro para la realidad toldeña.
El combustible también es un elemento preciado. El pueblo genera su electricidad a través de una usina que tiene tres generadores que se alternan, con un consumo diario de 1200 litros de gas oil. Un camión de EDESA (Empresa Distribuidora de Electricidad de Salta S.A.) tiene permitido pasar y una vez por semana repone el combustible. Para uso familiar, un litro de súper sale $120 y Premium $130.
Los Toldos, antes de esta tragedia, era un destino turístico apreciado. La curiosidad de tener que entrar por Bolivia, su entorno natural de yungas y pastizal prepuneño, la presentación del pueblo en un valle fértil lo convirtieron en un sitio de interés.
Hasta 1938 fue parte de Bolivia. Luego de un tratado limítrofe, se unió a nuestro mapa. “Gran parte de los perjudicados de este encierro son los prestadores turísticos”, sostiene Franco Garces.
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