Los testigos de Jehová decidieron suspender una de las prácticas que más los caracterizó
Los cambios obligados por la pandemia les abrieron la chance de explorar nuevos métodos para practicar su evangelismo; en el país, hay 160.000 miembros
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Advertencia al lector: si es sábado por la mañana y le tocan el timbre, esta vez podrían no ser los testigos de Jehová.
Miryam Sánchez no recuerda una temporada como esta. Tiene 61 años, vive en Belgrano con Omar, su esposo y los dos dictan cursos de español para extranjeros. Son testigos de Jehová. Por eso, antes de la pandemia Myriam solía instalarse por las mañanas con una mesa plegable en la estación Carranza para repartir el Atalaya. Los sábados por la mañana, salía por el barrio a tocar timbres e intentar establecer una charla con sus vecinos sobre la salvación. No muchas veces le abrían y no pocas veces se encontraba con vecinos fastidiados que le cerraban la puerta en la cara. Pero desde que empezó la pandemia, la vida le cambió. Desde hace más de 500 días que no tocan un timbre y está encantada: las autoridades mundiales de este culto decidieron abandonar el tradicional evangelismo del timbre al que estaban mandados sus fieles. En lugar de eso, ahora Miryam y Omar dedican varias tardes a la semana a hacer llamados telefónicos o a mandar mensajes de WhatsApp.
“En estos 500 días, solo una vez una persona me contestó mal cuando la llamé por teléfono. Los demás, algunos piden disculpas y cortan, otros se quedan conversando, pero en general la gente es más amable de esta forma”, asegura Omar. Al cambiar las formas, también cambiaron los resultados, dicen. “La pandemia cambió mucho a la gente. Nos encontramos con mucha gente angustiada, sola, deprimida, que está atravesando horas bajas, baches emocionales y cuando uno simplemente los llama y le pregunta cómo están atravesando la pandemia, se abren con nosotros y nos agradecen el llamado”, agrega.
Sergio Veltri es uno de los voceros de los testigos de Jehová en el país, que tiene 160.000 miembros. Traduce en números esa sensación que tiene Omar: “Durante la pandemia, decidimos suspender todos los cultos presenciales y todas las actividades, como ir a evangelizar casa por casa. Todas nuestras actividades son virtuales. Y la respuesta fue positiva. Tuvimos un aumento del 25% en la gente que se suma a estudios bíblicos gratuitos y un 30% más de asistencia a las reuniones”, se entusiasma.
Es la primera vez desde 1897 que se suspenden las asambleas mundiales y la primera vez en su historia que los miembros dejan de tocar el timbre, salvo en épocas de proscripciones religiosas.
Cambiar de método para dar a conocer su mensaje mejoró su performance. ¿Sería posible que después de esta experiencia, cuando finalice la pandemia, los testigos de Jehová tomen la decisión de abandonar el timbrado?. “Esa es una decisión que deberán tomar las autoridades en la central mundial, que está en Warwick, (en el estado de Nueva York). No tenemos información de que eso vaya a ocurrir. Más bien es una decisión temporal. Pero lo cierto es que por ahora, aunque podríamos salir a evangelizar por las casas, ya que las restricciones se levantaron o también podríamos reunirnos en los templos, se ha decidido no hacerlo. Aunque seguramente más adelante volveremos”, dice Veltri.
“Todo esto nos deja un gran aprendizaje. Entendemos que hoy el mandato de Jesús de predicar el evangelio casa por casa es hacerlo mediante la tecnología. Esto nos está abriendo puertas que antes estaban cerradas. Si volviéramos a tocar los timbres de nuestros vecinos, seguramente ya no abandonaríamos la evangelización digital. Esto llegó para quedarse”, agrega.
¿Por qué a pesar de que muchas veces no son bien recibidos por los vecinos a los que le tocan el timbre los testigos de Jehová no cambiaron su estrategia? Porque creen que predicar casa por casa es un mandamiento y que entre otras cosas, de ello depende su salvación. Predicar puerta mediante es un requerimiento para todo miembro de la iglesia, salvo por razones de fuerza mayor. Hay una historia que lo ilustra. Ellos dicen que es sólo un rumor, un mito popular. Pero, cuentan que el propio Michael Jackson, cuya familia pertenece a este culto, salía a evangelizar puerta a puerta, y que se ponía una barba falsa para que no lo reconocieran porque ya era famoso. Asistir a los cultos no alcanza para ser miembro. Por eso Michael Jackson salía a evangelizar, pese a ser un cantante conocido y a la incomodidad que le significaba. Pero, años más tarde, el músico fue expulsado después de grabar el video Thriller. “Es algo que va en contra de nuestras creencias”, dijeron en ese entonces las autoridades de esa iglesia y le retiraron la membresía.
Ensayos por Zoom
“Disfrutamos de un ensayo de la primera conversación”, propone César Ballesteros, uno de los líderes religiosos en una reunión virtual por Zoom de testigos de Jehová, un jueves por la noche. Hay más de 50 personas conectadas. Antes de pasar al estudio bíblico, se proponen distintos ejercicios para ponerse en ritmo de la nueva evangelización virtual. Entonces comparten un video en el que una mujer simula un llamado y ofrece ideas de cómo hablar, ahora por teléfono, con un desconocido.
“Está muy bien dejar que las personas expresen su opinión, tener una charla amena, escucharlo y respetarlo”, propone el líder. Después, ensayan cómo conversar con una persona que pidió que los vuelvan a llamar. Para eso tienen una guía escrita que les sirve de apoyo. La clave, dice el líder, es “saber hacer preguntas y escuchar, como hacía Jesús”.
Es viernes por la tarde. Omar y Miryam se sientan frente a la computadora y empiezan con la lista de llamados. Esta vez, reales. Ellos hacen lo que se llama un barrido telefónico. Comenzando con un determinado número, con una característica de su mismo barrio, van llamando a los números en el orden que les aparecen. Omar transcribe los datos en su computadora para llevar un registro de los que los atendieron, los que pidieron comunicarse en un cierto horario y los que dijeron que no los volvieran a llamar.
El hombre levanta el teléfono y marca. Se siente la adrenalina… quién sabe qué le dirá la persona que lo atienda. Suspira profundo. Y corta. Era un contestador automático sin espacio para mensajes. Anota en su computadora y sigue con el próximo. Esta vez lo atienden. Omar pone play, antes de que del otro lado puedan decirle algo. Sabe que esos segundos que tiene son clave: “Buenas tardes, mi nombre es Omar, soy de Belgrano y decidí tomar unos minutos para llamar a mis vecinos. ¿Cómo está atravesando este momento de pandemia?”, dice. Del otro lado le responden algo, sonríe e insiste. Le propone que si no tiene tiempo puede visitar el sitio jw.org donde va a encontrar “algunas de las respuestas a las preguntas a los problemas pandémicos y leer la Biblia online”. Cuando corta explica lo que le dijo la mujer: “Estoy trabajando, estoy ocupada, ¿puede llamar en otro momento, por la mañana?”. Omar anota.
Ahora es el turno de Myriam. “Buenas tardes, somos vecinas pero no tenemos el gusto de conocernos. Estamos dando un servicio a la comunidad, ayudando a la gente a encontrar respuestas en la Biblia. Por ejemplo, a la pregunta de por qué Dios permite el sufrimiento. ¿Usted piensa que la pandemia es un castigo?”, dice, sin pausa. Del otro lado llega la respuesta. Miryam agradece, se despide y la invita a visitar la página web. “Me dijo que piensa que no es un castigo de Dios. Pero no tiene tiempo ahora. Aceptó que la llame en otro horario”, dice.
“Claro que uno extraña el cara a cara, pero este cambio en la forma de hablar con la gente nos permite llegar a más personas. Y la pandemia generó un gran cambio en la actitud de las personas. Muchos se hacen estas preguntas. Y cuando se las planteamos se quedan pensando. Los otros días, hablé con una señora que estaba muy deprimida y nos agradeció tanto el servicio que damos”, cuenta la mujer. “También estamos hablando con un señor muy instruido, de unos 80 años que me dijo que tiene en esta etapa de su vida grandes inquietudes espirituales”, apunta Omar.
No todos tienen la misma apertura. La mayoría de los llamados se concluyen a los pocos segundos de iniciados. “Si la persona nos pide que no llamemos más, tomamos nota y no lo molestamos más. Lo mismo hacíamos antes, en nuestros mapitas cuando salíamos a tocar el timbre. Marcábamos, por esta casa no volver a pasar”, explica Veltri.
Adaptarse a la nueva modalidad no fue sencillo, sobre todo para la gente mayor. Sin embargo, los testigos de Jehová son una de las religiones que más estaba adaptada a la tecnología antes de la pandemia. Su sitio www.jw.org se traduce a 1000 idiomas, más que los buscadores de Google y Facebook. En la Argentina, las publicaciones se traducen a chorote, pilagá, wichí, toba, romanés, lengua de señas y quechua. Aunque no es un sitio oficial, tienen una versión propia de Tinder, un sitio para formar pareja con otros miembros de la comunidad. Y aceptan donaciones en criptomonedas.
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