Los shows de orcas, delfines y otras especies marinas serán ilegales en California
La medida se tomó por el estado en el que viven los animales en estanques de cemento, ¿qué pasará en la Argentina?
A partir del año que viene, los shows de orcas, delfines y otras especies marinas serán ilegales en California. Los defensores de los derechos de los animales celebran, pero la decisión no se tomó de un día para el otro, ni el proceso fue un lecho de rosas. Como en muchos casos, tuvo que morir gente para que el ojo público se posara sobre el tema.
La movida empezó luego del estreno de Blackfish, el documental de CNN que mostraba la tortura a la que eran sometidos lo animales en el parque temático Sea World de Orlando. Allí describían cómo sus orcas eran explotadas hasta el límite durante varios shows a lo largo del día y cómo se las hacinaba en estanques donde apenas cabían cuando se apagaban las luces del anfiteatro.
El escándalo de Tilikum
El estreno en TV fue un shock. Los ambientalistas y sobre todo PETA (la organización de defensa de los animales más poderosa en Estados Unidos) pusieron el grito en el cielo, los medios hicieron su parte y las redes sociales terminaron de preparar el terreno como para que la justicia y la política liquiden el asunto. El gobernador Jerry Brown firmó un decreto en septiembre pasado que ordena que a partir del 1 de enero del año que viene ya no será posible retener y adiestrar ballenas ni para reproducción, crianza y menos para entretenimiento humano.
Quien desató todo fue Tilikum, una orca capturada en la costas de Islandia hace 23 años. Primero fue atracción en un oceanario canadiense y nueve años después fue trasladado a la sede de Orlando de Sea World, un mega complejo que además tiene un parque en San Antonio, Texas y otro en San Diego, California. Estuvo envuelto en la muerte de tres personas, incluida su entrenadora Dawn Brancheau en 2010.
Tillikum pesa 5450 kilos y es el mamífero en cautiverio más grande del mundo, lo que para Sea World es un orgullo pero para los conservacionistas es un espanto. Debido a su presión y la prohibición en California, a Sea World no le quedó otra que recalcular su existencia como corporación.
¿Entorno natural?
Arrinconada legalmente en uno de sus parques y condenada socialmente en los otros dos, la compañía intentará sobrevivir tratando de reconvertirse en algo así como un eco-centro marino educativo. Acaba de presentar su nuevo programa para el año que viene y ahora ofrecerá paseos en barquitos con anteojos de RV y shows de fuentes y luces. Los visitantes sólo verán a las ballenas haciendo sus cosas en un entorno pseudo natural, no más malabares ni piruetas.
Es decir, no las harán trabajar, pero piensa conservar sus once orcas con la excusa de que al ser criadas en entornos de cautiverio su eventual liberación en mar abierto les acarrearía más peligros de los que se quieren prevenir.
Algo así pasó en Mundo Marino, el oceanario de San Clemente, que se rehusó a liberar a la orca Kshamenk por motivos similares. Todo empezó con la presión de organizaciones ambientalistas. En su momento algunos investigadores del CONICET desaconsejaron su liberación, pero otros entusiastas de la fauna y guardaparques la alentaron. “Que muera como deba morir, en su hábitat”, sostenían. Keiko (la ballena que inspiró la saga de Willy) fue la primera y única orca criada en cautiverio a la que intentaron devolver a su hábitat natural -las costas de Noruega-, en 2002. No aguantó ni siquiera un año y medio.
Por casa
Kshamenk tuvo un tristemente célebre minuto de fama mundial cuando Sam Simon (uno de los creadores de los Simpsons y muy activo filántropo por los derechos de los animales) tuiteó una foto de la orca de San Clemente con el título “La orca más abusada del mundo”, y la describió como un pobre animal condenado a dar 500 vueltas por día en un estanque de agua caliente y sin sombra. En 2005, un informe elaborado por tres científicos contratados por la Secretaría de Ambiente y la Fundación Vida Silvestre sugería que dadas las condiciones del animal las posibilidades de éxito en su reinserción eran escasas. Aseguraron que el estado del animal era “excelente” y se decidió dejarlo donde estaba. Tiempo después, el parque actualizó sus sistemas de enfriamiento y filtrado de agua, según consigna un completo y riguroso informe preparado por la experta Gabriela Bellazzi, de la Wild Earth Foundation. También en el informe sostiene: “el estado general de Kshamenk sigue siendo muy saludable”.
Hace dos años, la provincia de Chubut judicializó el tema y litigó para que los dueños del parque devuelvan a Kshamenk a sus (probables) aguas de origen, en la Península Valdés, pero no lo lograron. Hubo abrazos solidarios de protesta alrededor de Mundo Marino. Tampoco consiguieron nada.
La noticia de California en nada cambió los planes de Mundo Marino para la próxima temporada de verano. “No hay ninguna novedad, todo seguirá como siempre”, dijeron en sus oficinas de Buenos Aires. La WWF -cuyo capítulo argentino está representado por la Fundación Vida Silvestre- sostiene que está “en contra de toda forma de retención de animales en cautividad”.
Kshamenk y Tilikum no solo comparten el confinamiento en diminutos estanques de cemento regados de cloro. Además, tienen en común una característica: su aleta dorsal torcida, doblada sobre sí misma. Para los biológos significa una sola cosa: el animal se está muriendo.
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