Hoy es el único complejo invernal operativo a la vera del corredor internacional de la ruta 7, en Mendoza, tras el cierre de Vallecitos y la demorada concesión de Los Penitentes
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MENDOZA.– Animarse, tirarse, caerse y levantarse. Esa es la cuestión, para volver a intentarlo, rápido, y tratar de no mojarse. Aquí nadie se rinde y van por más, en cada pasada, ya sea en trineo, culipatín, esquí o snowboard. Todos buscan compartir un día único en familia y vivir la experiencia en medio de la montaña mendocina: aprender a deslizarse en la nieve, mejorar la técnica o, directamente, sacarse las ganas.
Así pasan las horas quienes eligen Los Puquios, el único parque invernal actualmente operativo a la vera del corredor internacional de la ruta 7, camino a Chile, tras el cierre de Vallecitos y la demorada concesión de Los Penitentes. Y, como dicen sus propietarios y visitantes, se ha convertido en una “fábrica de esquiadores”.
Se trata de un pequeño complejo, con pistas “fáciles” y medios de elevación a “precios más accesibles”, que sobrevive a fuerza de pulmón de sus hacedores, en medio de la crisis nacional y la falta de infraestructura oficial en la alta montaña, además de los problemas de coordinación binacional con el tránsito.
Este sitio, enclavado en la reconocida localidad de Puente del Inca, a casi 200 kilómetros de la capital provincial, cada jornada, en plena temporada, llega al límite de su capacidad operativa, con más de 1000 visitantes, y un estacionamiento para más de 400 vehículos. De hecho, suelen quedar en la puerta o en los alrededores, el doble de personas que no alcanzaron a entrar. Es más, Los Puquios busca ampliarse y seguir creciendo, con la incorporación de más infraestructura recreativa para elevación, traída de Europa, pero se dificulta su puesta en marcha por la falta capacidad energética en la región.
“La estamos pasando genial, en familia, disfrutando de la nieve, y sobre todo de la calidez de la gente. En general, nos gusta todo pero hace falta más infraestructura en la zona”, dijo a LA NACION, Susana Vergara, de 72 años, una mendocina que hace décadas vive en Salta. Llegó junto a sus hijos y nietos para pasar la semana en Mendoza.
“Trajimos a los más chicos para aprender a esquiar y divertirse en la montaña”, contó Marianela, una de las hijas de Susana, mientras iba y venía con sus sobrinos.
Pasar un día en este sitio es una opción que eligen cada vez más turistas, ansiosos por ver y tocar la nieve, pero sobre todo, divertirse. Hay alternativas para todos los gustos. En primer lugar, la familia tiene asegurado el entretenimiento básico, en un gran comedor al aire libre, conocido como “Picnilandia”, con mesas y asientos de madera, además de sanitarios y servicio de enfermería, donde se puede acceder por un valor de 6000 pesos.
Esto incluye además el uso ilimitado del medio de elevación “Magic carpet”, una cinta o carpeta transportadora de 110 metros de longitud, que permite largarse en trineo, que tiene un costo de 2500 el alquiler. En tanto, quienes buscan esquiar, deben pagar 8000 pesos por los medios de elevación para poder deslizarse por las pistas para principiantes, el cual incluye además el uso de los servicios de Picnilandia.
Si hay que alquilar el equipo completo, se deben desembolsar unos 9000 pesos más. También, cuentan con una pista intermedia, aunque su habilitación depende de la cantidad de nieve acumulada. Es más, otro de los inconvenientes y desafíos que tienen en la firma es poder fabricar nieve, pero no logran avanzar con ese proyecto, también por falta de aprobación oficial.
“Hoy como producto turístico para Mendoza en recreación de invierno somos la única oferta en el corredor de la ruta 7; estando Penitentes cerrado, lamentablemente, quedamos nosotros. Somos una pyme que puede atender un número acotado de gente; y con muchas ganas de expandirnos, pero por las condiciones del país y de infraestructura en la zona todavía no podemos”, dijo a LA NACION Eduardo Soler, de 56 años, dueño del complejo y con más de 40 años de experiencia en centros de montaña. La tarea la realiza con Jorge Pérez Polo, 54 años, socio y compañero de 23 años de sociedad.
Soler reclama además por el permanente cierre de la ruta por cuestiones meteorológicas, lo que compromete el trabajo diario de un plantel de más de 40 personas, al igual que a todo el sector turístico y gastronómico de la zona.
Mucho tránsito
“Hoy es una ruta que tiene muchísimo tránsito, falta mucha más presencia del Estado nacional, provincial y municipal. En energía, no hay potencia eléctrica suficiente para colocar más medios de elevación y sistemas de fabricación de nieve. Hay mucha demanda y poca oferta”, completó Soler, quien trabaja acompañado también por su hijo Juan Cruz, de 24 años, quien vive en Mallorca, España, y sólo viene para la temporada.
Los hermanos Facundo y Joaquín Carcano, de 23 y 18 años, respectivamente, vinieron desde Villa Carlos Paz, Córdoba, para pasear por la montaña y practicar un poco de snowboard. “Sabemos algo del deporte, y como Penitentes está cerrado, decidimos sacarnos las ganas acá. Una pena que la zona no esté tan desarrollada y que se cierre tanto la ruta por los camiones”, apuntó el más grande.
“Desde Uspallata para arriba hay falencias. A nivel nacional, que tiene el manejo de la ruta 7 y el Paso internacional, falta infraestructura, la ruta ya quedó chica, no hay comunicaciones, siendo que la fibra óptica que conecta Argentina con Chile pasa por la puerta, no hay internet ni telefonía confiable, no hay servicios básicos, ni una sola estación de servicio, en 200 km, desde Guardia Vieja en Chile hasta Uspallata. Cualquier desperfecto o problema es una complicación; no hay baños públicos, y a nivel sanitario también hay falencias, con una ambulancia muy de vez en cuando acá arriba”, explicó el responsable del centro invernal.
Las familias Estrada y Andrade, oriundas de Vicuña Mackenna, Córdoba, se alternaban entre el picnic y el culipatín, haciendo la fila para subir por la carpeta. “Es muy lindo todo lo que ofrece Mendoza, lo disfrutamos muchísimo. Nos encanta la nieve, estamos felices. Hay cosas que mejorar en infraestructura en todo el corredor, con más servicios, ojalé se haga”, expresó Lucía, de 25 años, mientras compartía mates, sandwichitos y galletas, sin perder la oportunidad de sacarse selfies y fotos grupales en cada momento.
Aquellos que lo desean pueden adquirir la comida en el lugar, ya sea en el restaurante o en algún foodtruck, por valores que van de los 2500 a los 5000 pesos en promedio, con la bebida: desde sándwiches de jamón crudo, pasando por lomos, hamburguesas, pizzas hasta choripanes y sándwiches de vacío a la parrilla. Además, hay cafetería y pastelería de primer nivel.
Otra de las opciones elegidas es tomar una clase de esquí, por un monto de 7000 por persona en el caso del entrenamiento grupal. Por eso, los profesores están siempre listos, en la base de la pista para guiarlos y acompañarlos en el desafío. “Vienen muy bien los alumnos, aprenden rápido”, señaló una de las instructoras.
“No es tan fácil, se me cruzan un poco las piernas, pero vamos mejorando. Es cuestión de práctica”, sostuvo uno de los alumnos, mientras se levantaba del suelo blanco, entre risas y mordiéndose los labios. “Ahora, vamos todos en patito, a la carpeta, así subimos en escalerita”, dispuso la profesora.
Mientras, cientos de locales y turistas circulaban por el parque para desandar sus planes de diversión. Así, llegaba al “poma” de elevación de una de las pistas, la mendocina María Carolina Fourcade, con sus hijos, todos con equipos de esquí, listos para entretenerse. “Estamos practicando para ver si en agosto vamos a las Leñas o a Caviahue. Está bueno aprovechar esta nieve y ponernos a tono”, completó.
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