Los problemas para hacer ejercicio físico que están sufriendo quienes tienen Covid largo
Diferentes estudios muestran que personas que recibieron la recomendación médica de hacer actividad física, se sintieron peor luego de ejercitarse
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NUEVA YORK (The New York Times).— Natalie Hollabaugh dio positivo de Covid-19 en marzo de 2020, pero su recuperación fue dolorosamente lenta. Dieciocho meses después seguía padeciendo infinidad de síntomas, como fatiga, falta de aire, dolor de cabeza y de articulaciones. Consultó con un cardiólogo y un neumonólogo que descartaron otros problemas de salud y le aconsejaron empezar a ejercitarse, porque según le dijeron, algunos de sus síntomas podían deberse a que no estaba en forma. Así que Natalie empezó a usar obedientemente la bicicleta fija y la cinta de correr, y sacaba a pasear al perro varios kilómetros por día.
Sin embargo, en vez de ayudarla, el nuevo régimen de actividad física exacerbó sus síntomas. “Nunca me había sentido peor”, dice Natalie, abogada de 31 años de la ciudad de Portland, Oregón. Notó que de pronto necesitaba dormir todos los días la siesta, que su ritmo cardíaco se aceleraba incluso cuando estaba en reposo, y que se cansaba tanto que le resultaba imposible concentrarse.
Natalie es uno de los tantos norteamericanos que sufren “Covid largo” —esa afección que se caracteriza por la aparición o continuidad de los síntomas durante meses después la infección— y tampoco es la única que está sufriendo consecuencias negativas cuando hace ejercicio. Con la colaboración de Survivor Corps, un grupo de ayuda de Facebook para sobrevivientes del Covid, la bioestadística y científica de datos Natalie Lambert, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Indiana, ha reunido los datos recabados individualmente por más de un millón de pacientes de Covid largo. La mayoría de esos pacientes, dice Lambert, recibieron la recomendación médica de hacer ejercicio físico, pero muchos dicen que después de ejercitarse se sienten todavía peor que antes.
“La investigación que llevé a cabo muestra que la dificultad de hacer ejercicio físico es precisamente uno de los síntomas más comunes del Covid a largo plazo”, dice Lambert. A algunos simplemente no les dan las fuerzas, señala la científica, mientras que otros sufren recaídas de síntomas debilitantes, como fatiga, niebla mental o dolor muscular. Este empeoramiento de los síntomas incluso después de un mínimo de actividad física —lo que a veces se denomina “malestar post-esfuerzo” (PEM, por su sigla en inglés)—, parece muy común entre los pacientes con Covid largo. En agosto, otros científicos publicaron una encuesta realizada online a 3762 personas con Covid largo y descubrieron que el 89% manifestaba malestar post esfuerzo.
Sin embargo, esos problemas inducidos por el ejercicio no se derivan simplemente de “no estar en forma”. Los efectos “son totalmente diferentes a los de la falta de entrenamiento común y silvestre”, dice el doctor David Systrom, neumonólogo intensivista del Hospital Brigham and Women’s de Boston. Y tampoco parecen ser resultado de una lesión pulmonar o cardíaca.
En un estudio de pocos pacientes publicado en enero, por ejemplo, Systrom y sus colegas compararon a diez pacientes con Covid largo que tenían problemas para ejercitarse con diez personas que nunca habían dado positivo de Covid-19, pero que después de entrenar tenían dificultades para respirar sin explicación evidente. Ninguno de los pacientes tenía tomografías de tórax anormales, anemia o problemas con la función pulmonar o cardíaca, lo que sugiere que no había lesión de órganos que pudiera explicar los síntomas. Sin embargo, Systrom descubrió que cuando los pacientes con Covid largo se ejercitaban en una bicicleta fija, algunas de sus venas y arterias no funcionaban correctamente, impidiendo la correcta llegada del oxígeno a los músculos.
Nadie sabe por qué se generan esos problemas vasculares, dice Systrom, pero otro de sus estudios recientes sugiere que los pacientes con Covid largo sufren daños en ciertas fibras nerviosas involucradas en el funcionamiento de los órganos y los vasos sanguíneos.
Perturbaciones del ritmo cardíaco
Otra investigación sobre la intolerancia al ejercicio reveló perturbaciones en la respuesta del ritmo cardíaco frente al esfuerzo físico. En un informe publicado en noviembre, los investigadores de la Universidad de Indiana estudiaron a 29 mujeres que tres meses antes habían dado Covid positivo. Cuando se sometieron a una prueba de caminata de seis minutos, su frecuencia cardíaca de esas mujeres no se aceleró tanto —ni se recuperó tan rápidamente—, como la frecuencia cardíaca de otras 16 mujeres que no habían tenido la infección.
“Hay algo que claramente interfiere con una respuesta cardíaca normal”, dice Stephen J. Carter, autor del estudio y fisiólogo de la Escuela de Salud Pública Bloomington de la Universidad de Indiana.
La doctora Lambert señala que a algunos pacientes con Covid largo también se les diagnostica el síndrome de taquicardia ortostática postural (o POTS, por sus siglas en inglés), un trastorno que afecta la circulación de la sangre. “En las personas que sufren POTS, el sistema nervioso no es capaz de cumplir adecuadamente con algunos de sus controles automáticos, como la frecuencia cardíaca, la presión arterial, la sudoración y la temperatura corporal”, dice Lambert. “Y son justamente las cosas que deben estar bien autorreguladas cuando hacemos ejercicio físico”.
Algunos médicos también señalan similitudes entre los pacientes con Covid largo y los que tienen síndrome de fatiga crónica (también conocida como encefalomielitis miálgica o EM/SFC) que sufren agotamiento severo, problemas cognitivos y de memoria y muchas veces dolor muscular o articular. Durante décadas, la recomendación médica para los pacientes con síndrome de fatiga crónica era que hicieran ejercicio, porque mejoraría sus síntomas, pero en muchos casos terminó siendo contraproducente y empeoró el cuadro de su enfermedad, así que los médicos ya no lo aconsejan.
El año pasado, Systrom y su equipo estudiaron a 160 pacientes con síndrome de fatiga crónica y descubrieron que al ejercitarse experimentaban muchos de los mismos problemas vasculares y circulatorios observados en pacientes con Covid largo.
Todo esto lleva a una pregunta: ¿los pacientes con Covid largo que tienen problemas al ejercitarse pueden seguir con su actividad física? Nadie lo sabe, y las opiniones difieren. “Hay pacientes y médicos que en vista a esos problemas se oponen vehementemente a cualquier forma de ejercicio”, dice Systrom, pero aclara que cuando esos pacientes reciben tratamiento adecuado para el Covid largo, el ejercicio físico no solo es posible, sino hasta beneficioso. “Si con la medicación mejora su cuadro de salud, entonces el paciente puede embarcarse en un programa de ejercitación gradual, para evitar cambios bruscos.”
La doctora Lambert coincide. “No puede lanzarse simplemente a entrenar, sino tratar de reincorporar paulatinamente el ejercicio físico a medida que se sienta mejor”, dice Lambert, y agrega que el Covid largo se manifiesta de diferentes maneras, y por lo tanto médicos y pacientes deban adaptarse a cada caso puntual.
“La gran verdad del Covid es esa: que cada paciente con Covid largo es una historia diferente”, dice Lambert. “Así que probablemente nunca haya una única recomendación sobre el ejercicio físico que se aplique a todos los casos.”
(Traducción de Jaime Arrambide)
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