Desde la terraza con un pequeño espacio verde de la Villa Olímpica, Horacio Rodríguez Larreta contempla el paisaje urbano de torres brutales, autopistas y descampados de Villa Soldati. "Hay que lograr la mixtura para evitar que esto se convierta en otro guetto", dice mirando las torres de Lugano I y II, un complejo habitacional de los 70 que, en muchos aspectos, sirve de ejemplo de lo que no hay que hacer.
Este viernes el gobierno de la Ciudad le entregará las llaves del complejo al Comité Olímpico Internacional. Allí dormirán los atletas que en octubre participarán de los Juegos Olímpicos de la Juventud y las unidades ya tienen sus camas, algunas en versión extendida para alojar a los altos jugadores de básquet. Pero dos semanas después, cuando terminen los Juegos, la Villa Olímpica comenzará a jugarse su destino.
Si se cumplen los sueños de Larreta, el complejo será un oasis de civilidad en el postergado sur de la ciudad, un barrio que ayudará a levantar zona más pobre de Buenos Aires. La otra opción es que no logre remontar vuelo y los sueños de progreso terminen en una nueva pesadilla de exclusión, el "guetto" al que se refiere el jefe de Gobierno y que ya ocurrió con otras soluciones habitacionales gestadas desde el Estado, como Fuerte Apache, un monstruo de 25 torres que queda en Tres Febrero, provincia de Buenos Aires y hoy lucha por dejar de ser un aguantadero.
"Esto no es vivienda social", aporta Juan Maquieyra que, a los 31 años, maneja uno de los presupuestos más abultados del gobierno porteño, el del Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC) e, incluso desde lo semántico, busca alejarse lo más posible de antiguos proyectos frustrados. El IVC es el organismo detrás de éste y los otros planes puestos en marcha para solucionar los problemas de las 250.000 personas que, según el propio Rodríguez Larreta, sufren carencias de vivienda en la ciudad. A ellos apuntan los diferentes proyectos, nacionales y de la ciudad, para construir 8.000 viviendas y otorgar unos 20.000 créditos blandos.
Condiciones
La Villa Olímpica aportará 1050 unidades, de uno, dos y tres ambientes. Los departamentos de dos ambientes, de entre 36m2 y 80 m2, tendrán un valor promedio de $1.641.739, aplicándole el descuento por un subsidio del 14% a cargo del Gobierno. Para estas unidades, en un crédito a 20 años, las cuotas tendrá un valor promedio de $10.000, mientras que para un préstamo a 30 años, de $8200. En el caso de las viviendas de tres ambientes (de 50m2 a 105 m2) el valor será de $2.314.838 y cuotas de $14.000 y $11.400, respectivamente.
Las condiciones resultaron tan atractivas que la alta demanda hizo que el primer día colapsase la página digital para comprar las viviendas. Al final se anotaron unas 10.000 personas, o sea que 1 de cada 10 accederá a una vivienda cuando se otorguen, en los próximos meses. El criterio de asignación prioriza a los vecinos del barrio y también a policías y maestros, entre otras condiciones. La clave, explica Maquieyra, no sólo es sólo que las cuotas y el ahorro previo son bajas, sino que a la hora de postularse se pueden incluir los ingresos en negro.
Pero además de un sistema de cuotas accesible, la clave de éxito del proyecto, admite Larreta, es si logra una integración verdadera con la resto de la ciudad. Con ese objetivo en mente, trabajan en varias direcciones. Una es evitar los conjuntos habitacionales autosuficientes, replegados sobre sí mismos, como Fuerte Apache, que terminan impidiendo la circulación de gente y los aíslan del resto del tejido urbano. Para eso es fundamental mejorar el transporte público y la oferta de salud y educación, una carencia histórica del sur de la ciudad. También apuntan a que haya una mezcla social, vecinos de diferentes extractos y condiciones, lo que evita la segregación. La falla en algunas de los complejos habitacionales del pasado, señala Maquieyra, es que el Estado mudó a gente que antes vivía en la villa y los dejó desamparados en sus nuevas viviendas, lo que terminó reproduciendo su anterior esquema de exclusión.´
Optimismo
Roberto Converti, director de la carrera de arquitectura de la UADE, es optimista y rescata la planificación aplicada al desarrollo de la Villa Olímpica. "Es un proyecto que plantea una inserción urbana muy interesante en una zona no reconocida, ni prestigiada", dice. Su idea es que hay que abandonar la idea de "construir viviendas" para pasar a soluciones más integrales. En ese sentido, dice que hubo experiencias exitosas en el pasado y rescata el barrio Los Andes, una manzana de casas obreras inaugurada en 1927 que sobrevive con su impronta de barrio en el corazón de Chacarita.
¿Será ese el espejo exitoso en el que se mirará la Villa Olímpica en un par de años? Enclavada en un predio de fracasos míticos, como el Parque de la Ciudad -la Disneylandia vernácula que soñó la dictadura- y con la Torre de Interama como guardiana, el sueño de una casa digna para unas mil familias espera el veredicto de la historia.