Los lavaderos tienen motivos para agradecer a las ceniza
En la Capital, aumentaron los clientes desde las primeras emanaciones
Lorenzo Bernabé le pasa el dedo índice al baúl del VW Vento que acaba de entrar al lavadero de la avenida Independencia al 1600. "Ves, esto es ceniza", dice, y muestra a LA NACION el dedo cubierto con un polvo gris.
Desde hace cinco meses, cuando entró en erupción el volcán Puyehue, cada vez que una nube de cenizas proveniente del Sur pasa por las ciudades los autos quedan cubiertos por una película de polvo. Una molestia para los dueños de los vehículos, por un lado, y por el otro, un fuerte impulso para el sector lavaderos de autos, incluso en la Capital.
Aunque tanto clientes como dueños de lavaderos coinciden en un punto: la ceniza mal limpiada puede llegar a rayar el auto o estropear la pintura. "Si lo dejás estar, se pega como cemento y se deteriora la pintura", explicó Bernabé, encargado del lavadero Dos Soles del Sur, y afirma que a partir de que se desató el fenómeno de la presencia de ceniza en la ciudad se sumaron unos 30 autos por día, es decir 30% más de clientes. "Antes por día teníamos un promedio de 90 autos, hoy ya son unos 120 por día", detalló.
En el lavadero La Barrera, en el corazón de Palermo, donde es común ver un desfile continuo de autos de alta gama, el empleado Juan Carlos Lescano ratifica el aumento de la demanda de lavado por las cenizas, aunque lo reduce al diez por ciento. Incluso, él ve los efectos de la ceniza como algo más molesto que perjudicial para la pintura.
"Los clientes se quejan de las cenizas. Y uno ve la capa blanca arriba de los autos cada vez que entran, sobre todo, en los negros y los bordó", comentó.
Para él lo ideal es hacer el servicio de teflonado. "Con eso te olvidás", dijo Lescano, y enseguida advirtió que cuesta nada menos que 600 pesos. Eso sí, en teoría dura siete meses. Pero hay opciones más accesibles: el encerado que dura cuatro meses y sale 180 pesos, o el lavado común, por 80.
Bernabé, en cambio, propone un menú de lavado más económico. "Para quitar la ceniza lo mejor es un lavado común con espuma activa, y luego el sopleteado de cera líquida todo por 36 pesos", afirmó.
A su lado estacionó un Citroën C4 recién lavado. Su dueño, Vicente Gil, que usa el auto como remís, contó que el pasado domingo encontró su auto todo gris. "Pensé que era tierra pero me di cuenta de que no, que era como talco. Era ceniza. El problema –aclaró– es que, a diferencia de la tierra, si le pasás un plumero directamente te lo raya porque es como polvo de vidrio."