Los jardines maternales y de infantes, en crisis
Cuando comenzó el año escolar, en marzo pasado, cuarenta niños asistían al Jardín La Casa Del Bosque, en el barrio de Caballito. Desatada la pandemia y pese a los esfuerzos de mantener el contacto de modo virtual, semana a semana comenzaron a ser cada vez menos. Para el mes de julio solo tres familias continuaban pagando la cuota de la institución y la dueña ya no pudo hacer frente al alquiler del espacio. En agosto y tras 25 años en el barrio, la casa de Avenida Acoyte cerró sus puertas.
"Estábamos entre la espada y la pared", se lamenta Valeria Cagnonero, psicopedagoga y dueña del jardín. "Desde el gobierno no nos permiten abrir, pero ¿quién puede sostener una institución con tres alumnos? Amamos nuestro trabajo pero tenemos que pagar impuestos, sueldos, aportes, alquileres y seguros. Somos instituciones muy chicas y se nos exige como si fuéramos una multinacional".
Los ejemplos se repiten a lo largo de la ciudad y del país: los jardines maternales y escuelas infantiles, en su mayoría instituciones privadas, están en crisis. Según estimaciones de la Junta Nacional de Educación Privada (Junep), que reune a 15 provincias del país, en lo que va del año cerraron unos 234 jardines maternales y de infantes. Hasta julio habían sido 146 y se siguen sumando minuto a minuto. La Asociación Civil Coherencia, que nuclea instituciones de nivel inicial, plantea una cifra muy superior: sostiene que desde que comenzó el aislamiento obligatorio ya cerraron unos 500 jardines maternales. Entre todos reciben - o solían recibir- a miles de niños que ahora están en su casa al cuidado de abuelos, padres desbordados, niñeras formales o improvisadas.
No es un problema aislado: uno de cada tres niños argentinos va a un jardín privado, según datos del Observatorio Argentinos por la Educación. Este porcentaje aumenta en lactantes y deambuladores, donde hay menos oferta pública.
Los jardines maternales ofrecen una valiosa tarea asistencial para los padres que deben delegar el cuidado de sus hijos de 45 días a tres años, pero no se los considera de educación obligatoria ( en el país no lo es hasta los cuatro años). Por lo que también existen establecimientos que no dependen del Ministerio de Educación y no están contabilizados. Mientras tanto y en plena pandemia, los padres absorben la tarea de cuidado como pueden y se preguntan a dónde irán sus hijos cuando termine el aislamiento obligatorio.
"Tenemos un registro de las instituciones de todo el país y aún con las diferencias de cada región estamos todos en la misma situación: el 85 % está al borde del quiebre definitivo porque tenemos deudas que no estamos en condiciones de afrontar", explica Georgina Malm Green, referente de Coherencia.
Ella misma es dueña y directora de un jardín infantil de Villa Crespo que comenzó el año con 45 niños y en el que hoy solo quedan 3. El objetivo urgente por el que la asociación reclama al gobierno es la reapertura de los jardines: con barbijos transparentes, al aire libre, con pocos alumnos por docente. "Estamos en condiciones de abrir los jardines, nosotros ya de por sí tenemos alrededor de un docente cada diez niños y todo lo que es higiene y desinfección es algo cotidiano para nosotros. Desde mayo estamos presentando posibles protocolos. Necesitamos abrir porque los niños hoy están en una emergencia emocional", explica.
Josefina Perosio es abogada y madre dos niños, uno de cinco y otro de un año y medio. Marcos, el más pequeño, fue a un tradicional jardín maternal de San Isidro desde el 1 de febrero hasta el 15 de marzo, fecha en que se ordenó el cierre de los colegios. "Tanto mi marido como yo trabajamos fulltime y en junio colapsé por completo. Le pedí a la empleada doméstica que trabaja en casa -entonces una vez por semana- que viniera más días para darme una mano. A partir de agosto nos hicieron un descuento en el jardín y nos partía el alma, pero la realidad es que no podíamos hacer frente a todos los gastos". En septiembre recibieron una carta "desgarradora" de la directora que les explicaba que el jardín cerraba. "Nos dijo que le escribió hasta al presidente pidiendo ayuda pero no recibió ningún tipo de apoyo y que el jardín quebró". Creciendo Juntos fue el primer jardín maternal de enseñanza oficial en San Isidro y estaba allí desde 1992. A Josefina le genera mucha inquietud no saber cómo resolverá el cuidado de sus hijos cuando tenga que volver a trabajar presencialmente.
En el mismo distrito cerraron en los últimos meses otros dos jardines maternales que existían hace décadas: Mother Goose, en Del Valle Iberlucea 1966 y Sunshine, en Don Bosco 1736. "La pandemia nos puso a los dueños de jardines maternales en una situación imposible, nunca me imaginé que iba a vivir algo así", dice Verónica Linder, propietaria de Sunshine, que estaba desde 1993 en las lomas de San Isidro. "En abril muchos padres comenzaron a pedir descuentos y desde entonces hasta dejé de pagar impuestos para poder afrontar los sueldos. Pedí el ATP- el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción del estado que ofrece una serie de beneficios para quienes desarrollan actividades económicas afectadas por la pandemia- y me fue denegado". A mediados de junio cerró el jardín. Verónica lamenta haber perdido el trabajo de una vida sin ayuda del estado.
En rigor, en el mes de mayo y luego de muchos reclamos del sector, el Gobierno Nacional extendió el alcance de los beneficios del ATP a las instituciones educativas de gestión privada. En el ámbito porteño, el gobierno de la Ciudad también lanzó su propio subsidio directo para guarderías: el Programa de Apoyo Económico a la Primera Infancia (API). Pero no podían cobrarlo quienes hubieran aplicado al ATP, por lo que apenas 17 instituciones lo obtuvieron en su primera versión. La segunda versión del API II está próxima a lanzarse.
Según Martín Zurita, titular de la Asociación de colegios privados de la Provincia de Buenos Aires (Aiepba) y socio de Junep-, si bien son recibidos por las autoridades, la realidad supera al esfuerzo. "Hoy los ATP del estado no son ayuda suficiente para muchas escuelas cuya situación es dificilísima", explica. Minutos antes recibe un mensaje de un jardín de Vicente López que comunica que cierra después de 28 años de trayectoria.
Para los dueños de jardines maternales, sin alumnos estas ayudas no bastan. "Si quedan dos chicos por escuela es imposible, con cero ingresos tenemos que mantener los mismos costos. Si no para cuando se permita abrir el 85 % de los jardines va a estar cerrado", asegura Malm.
Bajo la consigna "Apertura y revinculación ya" los representantes de jardines maternales se manifestarán el lunes 19 en la sede del Gobierno de la Ciudad.