Los Fabulosos Cadillacs: hermanos en el éxito y en la reinvención
El cantante de Los Pericos destaca las coincidencias entre su banda y la liderada por Vicentico y Sr. Flavio; en la trayectoria de ambos grupos hay relatos similares de suceso, de incertidumbre y también de reverdecimiento
Verlos a Flavio (Cianciarulo) y a Vicentico (Gabriel Fernández Capello) casi como en los años 80 es algo genial. Y verlos a sus hijos Ástor y Florián formar parte importante de la banda también lo es. Ellos son la cara de la renovación de Los Fabulosos Cadillacs y, a su vez, la energía de la que se alimentan sus padres y sus "tíos" para estar tan activos. Sin dudas esa energía, esa renovación, produce un contagio positivo en todos.
Para quienes los hemos visto -y para quienes hemos vivido con ellos- en sus diferentes etapas, la apuesta actual de los Cadillacs es muy significativa. Si bien el nuevo disco, La salvación de Solo y Juan, tiene sus referencias y sus evocaciones a clásicos de la ópera rock como Quadrophenia (de The Who) está lleno de inspiración, de canciones jugadas. No quisieron evocar su sonido clásico como quizá sí lo hicieron en el regreso anterior, donde volvieron, salieron de gira, grabaron dos discos de reversiones (La luz del ritmo, de 2008 y El arte de la elegancia, de 2009) e incluyeron un par de temas nuevos. Esta vez fueron por algo novedoso, se comprometieron a tomar ciertos riesgos y pusieron a sus hijos en la banda de una forma deliberada y abierta, lo cual hace único a estos Cadillacs.
Los Fabulosos en los 80 fueron una cosa, en los 90 otra y también mutaron luego del éxito de "Matador" y el reconocimiento internacional. Pero Los Cadillacs caóticos y errantes previos a la separación también fueron una versión distinta a las demás. Son una banda de múltiples caras, que se completan con la del regreso, con la más emotiva de la vuelta. Ahora, este retorno, este segundo regreso si se puede decir así, es sumamente especial y no tiene parangón, no tiene comparación con nada. No he visto bandas que hayan tenido esta forma de reinventarse, de conectar con la energía y hacer un disco, justamente, que tuviera que ver no con evocar lo que hicieron en el pasado sino con el riesgo de optar por algo tan complejo como un disco conceptual, una ópera rock si prefieren llamarla de esta manera. Los Cadillacs pusieron la vara muy arriba con lo que hicieron este año.
A la música de Los Fabulosos Cadillacs la identifico con un momento de Los Pericos en el que vivimos algo muy parecido. El éxito de ellos fue muy fuerte y en paralelo al nuestro. Ellos con el ska, nosotros con el reggae, pero no dejan de ser ritmos hermanos y con un origen común: Jamaica.
De hecho, en los comienzos de ambos grupos, nos comparaban bastante. Hemos tenido una historia muy parecida en los primeros años, no solamente en el momento de mayor éxito, en 1988, sino también después, cuando todo se tornó un poquito menos popular y nos convertimos en bandas que habíamos pasado de moda. Tuvieron y tuvimos esos intentos de reflotarnos no tan felices, en algunos remixes y versiones como "Sopa de caracol", en el caso de ellos, y en un disco como Rab A Dab Stail, en el nuestro. Un disco que no tenía mucha coherencia con la línea que hacíamos; un disco buenísimo pero quizás desconcertante. Ellos, tras un período incierto, vuelven a conectar con El León, un álbum importante. Y luego, con el compilado Vasos vacíos, en el que incluyen "Matador", la "recontra rompen".
Ahí empiezan a refundar la banda y a generar una cantidad de situaciones increíbles para afuera, para el público, para la prensa. Se convierten en la banda predilecta de América latina. En esa época, en los años 90, los ritmos mestizos marcaban el pulso y ellos dieron en el blanco. Lo que había traído Mano Negra como "invención", Cadillacs lo había tomado y había vuelto a mezclar, barajar y dar de nuevo, generando un estilo LFC de mixturas, cambios de ritmo; ska-reggae-punk con letras fuertes y demás condimentos. Ahí está la clave de esos primeros años.
Me acuerdo una vez que estábamos tocando en el primer festival Chateau Rock, que se hacía en el Chateau Carreras de Córdoba (hoy, Estadio Mario Alberto Kempes). Después de tocar y ya volviendo del estadio con ellos en un micro, alguien empezó a hablar de gente? que no hay que nombrar. No quiero decir que sean mufa pero habitualmente tratamos de no nombrarlos en la ruta. ¿Qué pasó? Enseguida, ¡pum!, se rompió el micro. Caminamos quince cuadras hasta el hotel porque ya era tarde y hubiésemos perdido más tiempo si nos quedábamos a esperar que arreglaran el micro. Fue muy divertido.
Otra anécdota que tengo presente es de aquel verano del 88. Tocábamos mucho en una discoteca que se llamaba Star Light, que estaba en Belgrano, en la avenida Cabildo. El Tirri, que en esa época era un Cadillac y se llamaba Luciano Junior, lo "manijeó" mucho al dueño.
Teníamos que hacer juntos, un 21 de septiembre, un show en el velódromo que "explotaba", según Luciano. Lo convenció al dueño hasta casi el punto de que nos llevara en helicóptero al lugar. Ese día tocaron Banana Pueyrredón, Pericos y Cadillacs. Obviamente, un 21 de septiembre nadie paga una entrada. Todo el mundo estaba en Palermo gratis disfrutando con sus compañeros. Llegamos y cuentan los Cadillacs que el tipo estaba en una puerta con una cara de tristeza con una gorrita, imitando el look de Los Fabulosos, pero que fue un fracaso. Me acuerdo que había trescientas personas, pero igual nos divertimos mucho. Es muy gracioso escucharlo de boca de Gaby (Vicentico). Y todo por una manija de Luciano, o el Tirri. El nombre no importa, lo cierto es que el tipo convencía a cualquiera. Fue una época muy divertida.
La gran pregunta es cómo ellos se mantuvieron unidos tras el fracaso que experimentaron después del primer éxito. Y es la misma pregunta que nos cabe a nosotros.
Yo creo que en estos casos el sentido de pertenencia es crucial. Esto es nuestro y nadie nos lo va a sacar, por más que hoy hagamos cosas que no le gusten a la gente, que no coincidan con lo que el público espera de nosotros.
Más allá de eso, vamos a salir adelante porque somos cabezones, determinados y no nos importa nada más que seguir tocando juntos. En eso compartimos el mismo sentimiento. En situaciones parecidas. En tiempos muy similares.
Del editor: por un regreso fuera de manual. Registraron una ópera rock, le dieron protagonismo a dos de sus hijos y volvieron a competir en el circuito de premios: ganaron dos Grammy latinos
Juanchi Baleirón
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