Se trata de un informe difundido hoy por investigadores del Instituto de Medio Ambiente y Seguridad Humana de la Universidad de las Naciones Unidas
Ya con la pandemia de Covid –todavía en curso— hubiera alcanzado para marcar al bienio 2020-2021 dentro de la categoría olvidable (o memorable por penoso), pero hubo otros nueve desastres que se conjugaron en poco más de un año y medio y que marcan un devenir preocupante de la civilización. Desde los incendios en el Amazonas a la ola de calor del Ártico, muchas de las causas que los originaron se mantienen e incluso se profundizan, según lo señala un informe dado a conocer esta mañana.
Titulado “Riesgos de Desastres Interconectados 2020/2021” y elaborado por investigadores del Instituto de Medio Ambiente y Seguridad Humana de la Universidad de las Naciones Unidas (UNU-EHS, el think tank de Naciones Unidas que se especializa en ciencia y desarrollo sostenible), en 128 páginas señala denominadores comunes, causas similares y razones subyacentes en los desastres acumulados en estos poco más de 18 meses. Por ejemplo, el descuido ambiental, la priorización de los beneficios económicos, la falta de cooperación internacional y un inadecuado análisis de los riesgos. “El objetivo de este reporte es mostrar el iceberg completo y cambiar la forma en que se ven los desastres que ocurren a nuestro alrededor. Cuando vemos las causas detrás de estos eventos catastróficos, podemos identificar patrones comunes entre eventos que parecieran ser totalmente diferentes”, dijo a LA NACION Jack O’Connor, investigador del UNU.
“Por ejemplo, el mismo comportamiento de no tomar en cuenta los costos ambientales de ciertas políticas y desarrollo de proyectos es el vínculo común entre un ciclón ocurrido en India y Bangladesh, los incendios en el Amazonas y la extinción de una especie de pez en China”, agregó.
La pretensión de los autores es que la lista no origine solo la expresión “qué bárbaro” sino que busca proponer soluciones para reducir el riesgo de que vuelvan a suceder. La premisa de todo el trabajo es que nadie es una isla, que todos los humanos están conectados y comparten los riesgos de la acción común en el planeta. Tal como se señala en el resumen ejecutivo del trabajo: “Para manejar estos riesgos, necesitamos comprender por qué y cómo están interconectados. Solo así se podrá encontrar soluciones apropiadas”, señala el trabajo coliderado por Zita Sebesvari, investigadora senior de la UNU- EHS. He aquí el listado de los desastres (no en el orden que propone el estudio):
1. La pandemia de Covid-19
La causa es la conducta humana, dice el trabajo respecto de la aparición del Sars-CoV2 y su rápida dispersión por todo el mundo, que llevó a más de cuatro millones de muertos (y contando), además de cambios notables en la forma de vivir de todos los demás. La invasión y la destrucción de hábitats, la caza y comercio de animales hacen que haya más posibilidades de intercambios y saltos de virus como el que causó el Covid, que es una enfermedad zoonótica, como lo fueron epidemias anteriores: gripe A, ébola, VIH-sida, Sars. La frecuencia de este tipo de brotes está ahora incrementada. Y suma sus consecuencias a otros problemas sociales acuciantes: pobreza, seguridad alimentaria, desigualdad de género, dice el trabajo; por si fuera poco: entre mayo de 2020 y mayo de 2021 los precios de los alimentos aumentaron 40%. Si se continúa con la destrucción de la biodiversidad, si se aumenta la cantidad de granjas con animales vivos y si se perjudica la vida de los animales salvajes no será la última pandemia.
2. Los incendios en el Amazonas
Los 2500 focos de incendios en la región sudamericana durante 2020 tienen como combustible el apetito global, dice el informe. Y la referencia es la demanda continua de más carne para más poblaciones –en particular la Unión Europea y China— que a su vez requiere de más espacio para producir el alimento para el ganado así como de vegetales, como la soja, con los cuales se alimentan aves de corral. Nueve de cada diez de los focos del Amazonas en 2020 fueron provocados con el fin de ampliar la frontera agropecuaria. No se detienen ahí las consecuencias: la deforestación cambia los patrones de lluvia y hay más sequías (que retroalimentan los fuegos); exacerba el cambio climático, reduce la biodiversidad y hace peligrar a las comunidades locales.
3. La ola de calor en el Ártico
La velocidad del cambio climático en esta región es el doble que el promedio global. En zonas de Siberia durante 2020 se llegó a temperaturas de 38ºC y se corre el riesgo de que en un par de décadas los veranos estén libres de hielo en la zona con el siguiente efecto global: pérdida del llamado “efecto albedo” por el cual el blanco de los bloques helados devuelven los rayos solares sin atrapar el calor, que de otro modo serían absorbidos por el mar. Además, de la zona del “permafrost” siberiano (suelo todo el tiempo congelado) saldrán más gases de efecto invernadero, como el metano, por ahora atrapados; por eso, aquí también se habla de un efecto climático en espiral. En el futuro, podría haber olas de calor más intensas sin ese cubito boreal en Europa y los Estados Unidos (o incluso fríos intensos, como se verá en el próximo apartado).
4. La ola de frío en Texas
¿Uno de los lugares más cálidos de los Estados Unidos con ola de frío de hasta 22°C menos que el promedio y 86 horas consecutivas bajo cero? Así sucedió en febrero de 2021. El informe de la UNU sostiene que, debido a que Texas se autoabastece de energía (no la comparte ni recibe con la red de su país), no tuvo incentivos para protegerla del frío y así se congeló durante el último invierno, y dejó sin electricidad a 3,5 millones de habitantes. Así, aislados en su casa y sin calefacción, murieron 151 personas (210 en total por la ola). “Si los texanos siguen privilegiando un sistema que favorece la energía barata por sobre la seguridad, este será el primero de muchos desastres”, afirma el estudio.
5. El blanqueamiento de la Gran Barrera de Coral
No es solo una maravilla natural, lo que ya sería bastante. Sino que la Gran Barrera de Coral, ubicada al norte de Australia, con un largo de 2300 kilómetros, es un lugar clave para las especies marinas que pasan una parte de su ciclo vital allí. Cuando el agua se calienta en exceso comienza un proceso de blanqueamiento que puede llevarlo a la muerte. En algunos modelos ensayados, no habría más en el mundo hacia 2050, con una consiguiente cascada de daños para el ecosistema marino y quienes viven de él. Durante 2020, el 25% de la Barrera sufrió este proceso.
6. Las inundaciones del centro de Vietnam
Fueron nueve tormentas, ciclones y graves inundaciones en el plazo de siete semanas entre octubre y noviembre de 2020 las que afectaron a este país del sudeste asiático. No había forma de estar preparados, señala el trabajo, incluso en un país acostumbrado a este tipo de evento extremo. En total, fueron afectadas 7,7 millones de personas por la falta de electricidad, transporte, agua, salud y educación; 291 personas murieron y 66 desaparecieron; se calculan daños en 1300 millones de dólares. Con el cambio climático habrá más tormentas recurrentes y más intensas.
7. El ciclón Amphan
Afectó en mayo de 2020 a la región fronteriza de India y Bangladesh, muy sensible a los efectos del cambio climático, que se sienten en subas del nivel del mar. El ciclón alcanzó vientos de más de 260 kilómetros por hora y terminó de destrozar el sistema de salud de la zona, ya débil por la pandemia de Covid, con 6000 centros de salud dañados. Generó más de 100 fallecidos y casi cinco millones de personas debieron abandonar sus hogares. ¿Daños materiales? 13.000 millones de dólares.
8. La invasión de langostas en el desierto
Otra plaga bíblica de este bienio: 23 países del cuerno de África sufrieron de estas invasiones que, en Kenia en mayo de 2020, se tornó tan vasta como un pequeño país (se menciona Luxemburgo, de 2500 km²) y devoró todo a su paso, lo que generó daños en la provisión de alimentos para unas 42 millones de personas. Como en otros casos, el cambio climático favorece la aparición de estos mega enjambres de langostas.
9. La extinción del pez espada chino
“Sobrevivió a los dinosaurios, pero no a la humanidad”. La frase que usa el informe es imbatible. Se trata del pez remo o pez espada chino (Psephurus gladius), de hasta siete metros de largo, que llevaba más de 200 millones de años en el planeta y fue declarado extinto en 2020. Las causas: sobrepesca y contaminación, además de la multiplicación de las represas que China usa para alimentar su enorme demanda energética. Desde luego, este pez es emblema de otros peces en peligro o ya perdidos: 115 especies de agua dulce están en condición crítica y otras 16 más desaparecieron durante 2020.
10. La explosión en Beirut
El 4 de agosto de 2020 una explosión de un barco que contenía nitrato de amonio en el puerto de Beirut causó 200 muertos y 6000 heridos. Según el informe, no fue solo un manejo inapropiado de material peligroso sino “la falta de trazabilidad en la cadena de valor global de una industria como la del comercio marítimo poco regulada”. Y señala que hay en todo el mundo barcos que se abandonan una vez que no puede dar más ganancias, además de que se registran en países con pocos impuestos y bajos estándares de seguridad (las llamadas “banderas de conveniencia”). En este caso, el barco había sido abandonado en 2013 y la explosión se dio para peor en medio de la epidemia de Covid; luego del hecho, los casos de Covid se multiplicaron por tres durante los siguientes 15 días en la capital del Líbano. La conexión central con los otros casos es la priorización de las ganancias y el “olvido” del riesgo que suponen ciertas actividades.
Una frase del secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, resume la idea general del trabajo: “Si tuviera que elegir una frase para describir el estado del mundo, diría que estamos en un mundo en el cual los desafíos globales están cada vez más integrados y las respuestas son cada vez más fragmentarias. Si no cambiamos esta tendencia, será la receta para un desastre”.