Los countries, en el centro del debate
Mientras los vecinos de barrios cerrados destacan los beneficios de residir en ellos, los urbanistas los cuestionan
La primera palabra que se le viene a la cabeza a María Fitzsimons al hacer un contraste entre la vida en un departamento de Palermo y la de un barrio cerrado en Pilar es libertad. Pero no para atribuirla exclusivamente a uno de los dos: en la Capital ve libertad en tener todo a mano, un quiosco, el gimnasio, y poder moverse con un colectivo a donde quiera y a la hora que quiera. En el barrio cerrado para ella la libertad pasa por otro lado: es tener la casa abierta y vivir relajada, es calentar el auto en la puerta una mañana de invierno el tiempo que sea necesario sin preocupación alguna.
A sus 23 años, puede dar fe de conocer ambos estilos de vida: vivió en Beccar hasta los seis o siete años, pero cuando sus padres se divorciaron, su madre se fue a vivir a un barrio cerrado en Pilar, y su padre se quedó en la Capital. Y al referirse a la famosa "burbuja" con que se suele comparar a los barrios intramuros, la acepta en cuanto a "que el country da poca calle" o "exacerba el miedo de salir al afuera", pero también la relativiza. A fin de cuentas, cree que depende más de cómo te críen tus padres o de la predisposición de cada uno para relacionarse con ese afuera. Usar transporte público desde chica, ir a la cancha a ver a Estudiantes de La Plata o haber elegido la UBA para estudiar Administración de Empresas le dieron a ella la chance de conocer ambientes más heterogéneos y de paso escaparle a la etiqueta.
Es que la semana pasada la vida en los countries y los barrios cerrados volvió a cobrar protagonismo luego de hacerse público un plan del gobierno nacional para eliminar las barreras de barrios cerrados, con el objetivo de habilitar el tránsito y el paso de las personas hacia esas urbanizaciones privadas. Los trascendidos surgieron durante el debate por la reforma y unificación del Código Civil y Comercial, en la que el presidente del bloque de diputados del Frente para la Victoria, Agustín Rossi, había expresado su deseo de levantar "las barreras", algo que, según él, fue malinterpretado. Rossi terminó negando que vaya a impulsarse una iniciativa que tenga que ver con eso.
Pero más allá de la existencia de este proyecto o no, quedó instalado el debate sobre los puntos que generan mayor debate sobre este estilo de vida. En ese sentido, el arquitecto y doctor en urbanismo Guillermo Tella hace hincapié en el cambio de configuración territorial que existe a partir del auge de estas urbanizaciones cerradas de la periferia. "Son las elites quienes se apropian de las nuevas centralidades emergentes -dice- y, en este contexto, es el espacio público el que se desarticula, se desdibuja y se rompe. Con lo cual, el paso de una configuración territorial tradicionalmente centrípeta a una de tipo centrífugo consagra el fin de un paradigma: el de la ciudad solidaria, compacta e integrada, y ello pone en evidencia la ausencia de nuevas utopías."
Esa desarticulación del espacio público en las grandes ciudades es lo que le preocupa al decano de la Facultad de Psicología y Relaciones Humanas de la Universidad Abierta Interamericana, Fernando Adrover, quien apunta que por la inseguridad -tanto la violencia económica como la que se debe a la inseguridad vial y los medios de transporte-, los niños crecen hoy con grandes restricciones, perdiendo autonomía personal para decidir a dónde van, con quién, etcétera. Y, según dice, es en los barrios de menor densidad poblacional, en los pueblos, en los countries, donde este fenómeno se neutraliza y los niños pueden ejercer esa parte de su autonomía con la soltura y flexibilidad que contaban generaciones pasadas.
Sol Marquina, que hoy tiene 23 años y trabaja en marketing, disfrutó de esa autonomía en el country de Pilar en el que vivió durante casi toda su vida. "De chica iba a clases de tenis o de golf, algo que estaba cubierto con el pago de las expensas, y me manejaba todo en bici. Si hubiese sido en la Capital, tendría que haber ido a un club específico y hubiera dependido más de mis padres. De hecho, también me hubiesen comprado un celular a los diez años", dice.
Pero así como eso fue una ventaja, al igual que el crecer en un ámbito rodeado por el verde y el aire libre, reconoce que ese estilo de vida a la larga tiene también sus desventajas. Sacando la línea 57, hasta los veinte y pico nunca se había tomado un colectivo. Y es consciente de que hoy le falta calle para moverse en la ciudad.
Según la doctora en Antropología Social e investigadora del Conicet María Carman, para los chicos de los countries el de afuera pasa a ser doblemente extraño. En su libro Las trampas de la naturaleza, en el que dedica un capítulo al análisis de estos "barrios con candado", se pregunta qué es lo que queda dentro de estos barrios. Y escribe: "Gente de una misma clase social aunque heterogénea, compartiendo un espacio con sus propias leyes, unidos en torno a un destino similar. Estos enclaves garantizan que mundos sociales diferentes se encuentren lo menos posible en el espacio urbano: cerrar el barrio implica también cerrar el azar y la diferencia".
Por eso, si en definitiva el proyecto oficial queda en el olvido, seguirá dependiendo de quienes eligen este estilo de vida y de quienes no lo hacen derrumbar las barreras invisibles.
En voz alta
- "En la Capital tengo la libertad de moverme a donde quiera y de tener todo a mano; en el country, la de tener la casa abierta y vivir relajada "
María Fitzsimons - "Lo más positivo del country es el verde y la oportunidad de hacer distintas actividades al aire libre moviéndote en bicicleta "
Sol Marquina