Los cierres de sucursales de correo afectan a decenas de pueblos aislados
Desde Chubut hasta Salta, pasando por la provincia de Buenos Aires, la desvinculación de miles de carteros golpea fuerte en los pueblos menos conectados
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Rogelio Hube se retiró con aplausos. Y no pudo contener las lágrimas. El último empleado de la estafeta postal de Gualjaina, localidad a 90 km de Esquel, en Chubut, se fue tras 28 años de trabajo como cartero. El pueblo se acercó a despedirlo y agradecer sus servicios. Vestido con el uniforme oficial de Correo Argentino se fue a bordo de su bicicleta con remolque, que usó para repartir correspondencia y encomiendas contra nieve, viento o lluvia.
Tras su última jornada laboral el 30 de mayo entregó las llaves de la oficina al municipio.
La estafeta postal se cerró.
“Es muy difícil después de tantos años irme así. Pero no queda otra: si no tomaba el retiro ahora el despido iba a llegar inexorablemente en peores condiciones. La gente se acercó a abrazarme, a aplaudirme”, dijo a LA NACION el cartero, quebrado por la emoción. El hombre trabajó por 28 años en Correo Argentino recorriendo en su bicicleta los 17 parajes del pueblo del sur del país. Llegó a pedalear hasta 20 kilómetros para llevar los envíos.
No es el único cartero que se fue en Chubut. Javier Villoldo fue despedido en Corcovado. Y el pueblo se quedó, aislado, sin oficina de correos: hay 92 kilómetros de ripio hasta Esquel. La empresa espera abrir pronto un punto de atención (punto de correo), en franquicia en ese pueblo. Pero en esa provincia fueron varios los carteros desvinculados.
No solo ocurrió en Chubut. También en Santa Cruz hubo cierre de sucursales. En la oficina de Tres Lagos hubo un abrazo al correo para evitar el cierre postal tras la desvinculación de empleados. Y en todo el país.
El Correo Argentino tuvo, hasta la llegada al Gobierno de Javier Milei, 1452 oficinas y 16.800 empleados en todo el país. Como ya publicó LA NACION semanas atrás, el plan del Gobierno nacional supone reducir el plantel a 500 oficinas y 9500 personas con retiros anticipados y despidos. Unos 3500 empleados ya se desvincularon. Otros 377 fueron despedidos. El plan de reestructuración tiene nombre y apellido en cada punto del país.
Según anticipó ayer LA NACION, el proyecto de la nueva gestión, busca crear 5000 “Puntos de Correo”, ventanillas que tendrán hardware y software oficial que serán ofrecidas a comercios de los pueblos, como almacenes, delegaciones municipales, estaciones de servicio o farmacias. El comerciante se quedará con una comisión por cada operación. ¿Cómo funcionarán? Cada comerciante deberá capacitarse en el uso y manejo del sistema postal.
El nuevo modelo operativo tiene un objetivo: dejar de ser una empresa deficitaria. En 2008 fue el último año que el Correo lo fue. El déficit de 2023 fue de $112.000 y el proyectado para 2024 $224.000.
La situación en el Norte
En Salta, al norte del país, otro cartero se quedó sin trabajo y todo un pueblo se quedó sin correo: Robustiano Casimiro recibió un telegrama de despido el 26 de abril a las 23.45, a poco de cumplir 40 años de servicio. El día siguiente ya estaba afuera de Correo Argentino, la empresa estatal a la que dedicó su vida.
La Poma ya no tiene oficina postal. Ahora los habitantes de este pequeño pueblo tienen que recorrer 57 kilómetros, con tramos de ripio, hasta el vecino municipio de Cachi, para cobrar jubilaciones o asignaciones, realizar envíos o recibir correspondencia.
“Nos quedamos aislados, sin correo”, se lamentó ante LA NACION el intendente local, Juan Mamani.
“Era el único empleado y la oficina cerró”, dijo el cartero, que atendía, desde en 1985, la única oficina postal de La Poma. Todos los parajes de la zona- entre ellos El Rodeo- quedaron desconectados. “Ha sido dramático en Salta: llegaron 17 despidos a compañeros el mismo día. Para mí es fuerte porque me quedo sin trabajo para atender a mi hija discapacitada. Pero a otros compañeros les fue peor: Raúl Albornoz, el cartero de Rosario de la frontera se infartó tras recibir el telegrama”, aseguró Casimiro a LA NACION.
En Buenos Aires
Los casos se repiten en la provincia de Buenos Aires. Entre los pueblos y localidades que cerraron sus sucursales se encuentran Bayauca, donde atiende ahora en la sucursal de la ciudad de Lincoln, a 20 kilómetros; Bonifacio, que atiende ahora en la ciudad de Guaminí, a 37 kilómetros; en Gobernador Castro, que atiende ahora en la ciudad de San Pedro a 34 kilómetros; Inés Indart, que atiende ahora en la ciudad de Salto, a 40 kilómetros; La Emilia, que atiende ahora en la ciudad de San Nicolás, a 12 kilómetros; Lima, que atiende ahora en la ciudad de Zárate, a 19 kilómetros; Quenumá, que atiende ahora en la ciudad de Salliqueló, a 35 kilómetros; y Villa Cacique, que atiende ahora en la ciudad de Vela, a 43,2 kilómetros.
Luis Del Valle recibió un telegrama de despido sin previo aviso el 26 de abril. Un día después, estaba afuera de la empresa: por 26 años, había sido el único cartero de Roberts, una localidad situada a 75 kilómetros de Lincoln.
“Me llamó el jefe de la oficina de Lincoln que tenía el telegrama de despido. Yo solo me pude notificar”, se lamentó el cartero. “La oficina cerró desde el momento que me despidieron”, dijo a LA NACION.
Los primeros 10 años, Del Valle trabajó como cartero en la cabecera del partido. Poco antes que echaran a su padre fue trasladado a la oficina postal de Roberts, un pueblo de 6000 habitantes.
“Es muy triste. Soy hijo de un cartero que echaron en la privatización de Menen. Mi viejo murió poco después de ese disgusto. Ahora me echaron a mí de la empresa donde aprendí a caminar. Donde trabajé toda mi vida”, se lamentó Del Valle.
Roberts es un pueblo pequeño que ahora queda incomunicado. “Todos nos conocemos: un hombre llegó a escribir un poema a El Cartero, en reconocimiento a nuestro compromiso y dedicación”, dijo Del Valle.
“Ahora la gente tiene que viajar más de una hora para cobrar o hacer envíos. Es muy lamentable que el pueblo quede totalmente incomunicado”, se lamentó el cartero despedido.
Desde que Iván se retiró del correo de Salliqueló, la oficina postal quedó cerrada. “Después de 26 años en la empresa, con mucha tristeza tengo que dejar un trabajo al que amo”, dijo Iván a LA NACION.
“Me llevo los mejores recuerdos y anécdotas de mis compañeros con quienes compartí todos estos años en la sucursal. Solo me queda dar gracias y todos y pedir disculpas si a alguien en algún momento no pudimos cumplir con algún trámite en el tiempo que lo necesitaba. Ojalá la sucursal pueda seguir abierta, teniendo en cuenta que es muy necesaria para la comunidad”, dijo a LA NACION, tras cerrar la puerta del correo, el 30 de mayo.
Fue el último en irse. Antes se había ido su compañero. “La incertidumbre era grande sobre el futuro de la sucursal y ante esa situación preferimos los dos tomar el retiro voluntario ante un eventual cierre”, dijo.