Los científicos tienen una nueva teoría sobre por qué se pierde el olfato por el Covid
Un estudio liderado por investigadores de las universidades de Duke, Harvard y California en San Diego propone una nueva teoría y un nuevo enfoque sobre la pérdida persistente del olfato
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WASHINGTON.— La pérdida persistente del olfato ha dejado a algunos sobrevivientes del Covid-19 con ansias de volver a sentir el olor de su pequeño hijo recién bañado o de la que fuera su comida favorita. Y también los dejó indolentes al nauseabundo olor de la basura, o hizo que tomaran accidentalmente leche cortada. La “anosmia”, como la llaman los médicos, es uno de los síntomas más extraños del “covid largo”, pero ahora los investigadores estarían un paso más cerca de desentrañar sus causas y la forma de corregirlo.
Un pequeño estudio publicado ayer en la revista científica Science Translational Medicine y liderado por investigadores de las universidades de Duke, Harvard y California en San Diego propone una nueva teoría y un nuevo enfoque sobre la pérdida persistente del olfato poscovid.
Los científicos analizaron muestras del tejido epitelial olfatorio —donde se encuentran las células del olfato— tomadas de 24 biopsias, nueve de las cuales eran de pacientes con síntomas de anosmia persistente. Aunque la muestra era pequeña, los resultados sugieren que ese déficit sensorial está vinculado con un ataque inmunológico en curso contra las células responsables del olfato, un ataque que continúa incluso después de que el virus se ha ido, y que redunda en una disminución del número de las “neuronas receptoras olfativas”.
Bradley Goldstein, autor del artículo y profesor adjunto del Departamento de Cirugía de Cabeza y Cuello y Ciencias de la Comunicación y del Departamento de Neurobiología de la Universidad Duke, calificó los resultados de “sorprendentes”, y a través de un comunicado dijo que el trastorno “Se parece a una especie de proceso de enfermedad autoinmune en la nariz”.
Si bien ya había investigaciones que analizaban la pérdida del olfato a corto plazo utilizando modelos animales, lo destacable del nuevo estudio es que se centra en la pérdida persistente del olfato y utiliza análisis moleculares de alta tecnología en tejido humano.
El estudio refleja el continuo interés que despierta en los científicos este síntoma misterioso. En julio, otros investigadores estimaron que al menos el 5,6% de los pacientes con covid-19 desarrollan problemas crónicos de olfato. Aquel estudio, revisado por pares y publicado en la revista médica BMJ, también sugería que las mujeres, así como quienes tenían una disfunción inicial más grave, tenían menos probabilidades de recuperar el sentido del olfato. También se informó que los adultos mayores eran otro grupo especialmente vulnerable.
Otro estudio
A principios de este mes, otro pequeño estudio de pacientes con covid-19 sugirió que la disfunción olfativa a largo plazo puede provocar cambios en las regiones del cerebro correspondientes al olfato. Un estudio publicado en febrero —en el que se basó el nuevo estudio de la Universidad Duke—, reveló que las personas que murieron de covid-19 tenían menos receptores de lo esperado en la membrana que detecta los olores.
La pérdida del olfato puede tener implicancias significativas. Para empezar, es un importante mecanismo de detección de amenazas: desde la estufa a gas que accidentalmente quedó encendida hasta el olor a huevo podrido que nos revuelve el estómago. Además, es un sentido estrechamente ligado a los recuerdos.
Carol Yan, otorrinolaringóloga y cirujana de cabeza y cuello de la Universidad de California en San Diego, coautora del nuevo estudio, ha tratado a numerosos pacientes con pérdida persistente del olfato. “Los sufren muchísimo, es devastador para ellos, y a esta altura algunos de ellos están sin olfato desde hace más de dos años”, dice Yan. “Se preguntan por qué siguen así, cuando sus amigos, colegas y familiares ya se recuperaron.”
Pero a los médicos no le ha resultado sencillo encontrar las causas. “Desde el punto de vista clínico, cuando analizamos a esos pacientes y estudiamos sus narices, todo parece estar en perfectas condiciones”, dice Yan. “Eso quiere decir que el proceso está ocurriendo a nivel molecular.”
El estudio brinda algo de esperanza, dice Yan, porque si bien algunos sugieren que el déficit olfativo está relacionado con el sistema nervioso central, esta nueva investigación revela evidencias de que al menos parte del problema se debe a la inflamación en la nariz, donde el virus atacó originalmente. Eso implica que existe la posibilidad de aplicar tratamientos locales más sencillos.
Para Yan, la investigación sobre la respuesta inmunitaria localizada viene a confirmar otras investigaciones realizadas sobre el plasma rico en plaquetas (PRP) como tratamiento para la pérdida del olfato. “Lo descubrimos en el ensayo clínico es que en realidad el PRP tiene mayor potencial para mejorar la pérdida del olfato relacionada con el covid 19″, dice la investigadora, y advierte que el PRP, que tiene cualidades antiinflamatorias, no es una “solución mágica”, y que es necesario realizar investigaciones más profundas, aunque las perspectivas son alentadoras.
Y es mucho lo que está en juego. Según Yan, el olfato nos permite disfrutar de la comida y del entorno que nos rodea, y hasta afecta nuestra forma de relacionarnos con los demás. “Hay pacientes que llegan un poco avergonzados y me dicen: No me pareció importante, simplemente perdí el sentido del olfato, pero la verdad es que afectó mucho mi calidad de vida”.
(Traducción de Jaime Arrambide)
Por Kelsey Ables
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