¿La revancha de los padres? Marie Kondo se rindió: cuán necesario es el orden en una casa con chicos, según los expertos
La gurú reveló que, tras el nacimiento de su tercer hijo, ahora lo importante es disfrutar con ellos; los especialistas apelan al equilibrio
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Muchos padres lo vivieron como la gran revancha: Marie Kondo, la gurú del orden, la creadora de un método “capaz de convertir el cuarto de un adolescente en el impoluto claustro de una religiosa”, como señaló un usuario de Twitter; la que vendió millones de copias de sus libros con el pregón de la magia del orden y protagonizó dos series documentales, ella misma esta semana se dio por vencida ante las garras del caos. ¿La razón? La llegada de su tercer hijo. “Hasta ahora era una limpiadora profesional, así que hice todo lo posible para mantener mi casa ordenada en todo momento. Ahora lo importante para mí es disfrutar del tiempo con mis hijos. Mi casa está desordenada, pero la manera en la que gasto mi tiempo es la correcta para mí en esta etapa de mi vida”, dijo en una entrevista.
Fue suficiente para que las redes y los medios de todo el mundo estallaran en comentarios. La comidilla era general. Muchos eran posteos reivindicatorios de padres y madres que confesaban sentirse agobiados por el descontrol inherente a la llegada de los hijos, justamente en una época en la que el desorden se volvió una mala palabra.
Tan curiosa fue la declaración de Marie Kondo como la reacción, como si la presencia de niños y el orden de la casa fueran fuerzas contrapuestas que libran a diario la batalla desigual en los livings.
“Me reí mucho y me quedé con la sonrisa todo el día. Con mis amigas hablábamos de eso: tanto nos dijo que el orden daba felicidad, tantos días tratando de aplicar el método, de organizar los juguetes y las cajas… ¡Y al final [Kondo] reconoce que la vida en familia es así, caótica y hermosa! Yo hace rato me reconcilié con esa realidad para poder tener paz. Después de leer sus libros me volví la guardiana del orden, pero tuve que abandonar ese método porque parecía una carcelera. Creo que tanto gurú, tanto influencer del orden, solo nos hace sentir frustradas y terminamos poniéndonos gruñonas por no tener todo como en Pinterest”, dice Sofía Antón, de 35 años, diseñadora y madre de Joaquín, de 8 años, y Felipe, de 4.
“Al fin y al cabo, si Marie Kondo tiró la toalla, ¿quiénes somos nosotros para exigirnos tanto?”, fue uno de los memes que circularon esta semana. Lo usa Evelyn Armesto, madre por cuatro, para ilustrar su estado de ánimo tras las palabras de Kondo. “Si ella lo dice, ya no podemos esperar absolutamente nada. Igual, me imagino que no le debe ser fácil. Una dice ´Ya fue, me relajo’, pero por dentro sabe que no está y que no fue, porque siempre queremos ver todo pulcro. En mi caso, me da paz mental”, cuenta Evelyn, madre de Antonia, de 6 años; Augusto, de 3; Caleb, de uno y medio; y Álvaro, de cinco meses.
“Que reconozca esto es como la revancha de los padres. Es la vida misma. Es frustrante como mamá, porque vos ordenás y atrás van desordenando. Pero hay que tener equilibrio. No tenés una vida feliz si vivís subyugado por el orden”, dice Gabriela Villodres, docente y madre de Simón, de 11, y Juana, de 7. “A Juana que le gusta pintar, y deja las cosas por ahí hasta que al final del día o al otro día las guarda. Hay que dejarlos un poco y enseñarles que llega un momento en el que más o menos hay que poner las cosas en orden; si no, no se puede disfrutar. Y cuando preguntan por qué, bueno, porque tenemos que ayudar todos, porque a todos nos gusta vivir en una casa limpia y ordenada”, dice. “Antes de quejarme, pienso en esa canción que anda dando vueltas y dice algo así como que en algún momento las paredes van a estar limpias, los chicos van a haber crecido y los juguetes van a estar en las cajas, y vos te vas a andar lamentando por ahí porque el tiempo pasó y tus hijos ya no viven con vos. La clave es equilibrar para vivir felices”, agrega.
A nivel local, Brenda Haines es la gurú del orden a la que miles de personas siguen para absorber esos tips y consejos que los hace sentir que es posible ganarle al caos. En estos días, la consulta sobre la presencia de chicos en casa y la inercia del desorden que las cosas siguen indefectiblemente. “Mis seguidores preguntan: no debés tener hijos. Tengo tres varones de edades variadas. La gente me dice es muy difícil tener la casa ordenada con chicos. Yo no le echo la culpa a nadie. El orden es un estilo de vida y se puede aprender. La clave es que las cosas sean fáciles de ordenar, que tengan un lugar. No milito el minimalismo, como Kondo, pero es cierto que tenemos muchísimas cosas que no usamos y que nos generan mucho malestar”, detalla Haines.
“Si tengo un nene chiquito al que le encanta sacar todo, eso para mí no es desorden, si los juguetes tienen un lugar donde volver, aunque sea al día siguiente. Dejar la ropa tirada quizás es la vida diaria; dejarla eternamente, no. Desorden es no poder abrir un cajón, porque el no orden está no en los lugares en los que se ve, sino donde no se ve”, continúa.
“La realidad de los hijos hace que uno tenga que renunciar a ciertas cosas. Pretender todo impecable como si no hubiera chicos no es sano, pero tener un desorden enorme tampoco. Hay que salirse un poco del orden sin llegar a entregarse al caos”, opina la especialista en crianza Maritchu Seitún. “Encontrar un término medio es lo más difícil”, añade.
¿Es tarea de los padres ordenar? “Cuando son chicos, sí. Pero principalmente enseñarles que el juego termina cuando guardaste, porque si no se mezcla todo y después no podés jugar”, apunta. Seitún sostiene que hay toda una generación de padres millennials para quienes los hijos llegaron después de los 30, varios años después de vivir solos, con sus departamentos ordenados, que están en crisis. También hay muchos conversos que aprendieron el método y terminan volviéndose muy radicales. “Necesitamos tolerar algo de desorden. La gente muy obsesiva encuentra una defensa en esto, pero termina no haciendo nada. Se pone mal cuando recibe visitas, se vuelve gritona. Sos la mamá de los hijos que ya no quieren jugar”, explica.
Orden dinámico
“Todos necesitamos de algún tipo de orden. Cada uno tiene el suyo y le sirve para trabajar, no perder cosas. Es práctico, no rígido. Se puede dejar para mañana. Es organizativo. El otro tiene que ver con una neurosis obsesiva; muchas madres ordenan porque dicen ‘No me puedo ir a dormir con juguetes en el piso’. En este punto, deberíamos darnos esta discusión: los niños no son desordenados. No prefieren el desorden, ellos viven en el no orden. No están violando un método”, explica el psiquiatra y psicoanalista Pedro Horvat.
Un niño chiquito cuando busca algo en un cajón, ilustra el especialista, saca todo hasta que lo encuentra. Lo que quedó ahí no es un problema para él. Toma ese juguete, esquiva los demás y sigue. “Hay una instancia muy importante del juego: saco, desordeno, creo, juego, y después ordeno. Cuando el orden es obsesivo, reprime la espontaneidad. Deberíamos preguntarnos, ¿hasta dónde voy a presionar para que los juguetes terminen en el cajón? También replantearnos la cantidad de cosas innecesarias. La innovación, la creatividad, el erotismo son desordenados por definición. Si tratamos de ponerles reglas, los arruinamos. Necesitamos ese momento de caos para volver al orden”, dice Horvat.
En la redes, fue el comentario obligado en las redes: los que desconfiaban del sincericidio de Kondo y sospechaban de la llegada de un nuevo libro. “Hay una industria del orden. Si hay algo que no quisiera es ser es el esposo o los hijos de Marie Kondo, que convirtió en industria la neurosis obsesiva de una mujer. Descubrí, después de 60 años, que los pantalones tienen que ir enrollados, las medias dobladas... Detrás de ese fanatismo está la represión de la libertad. Hay una compulsión, una neurosis de orden”, señala Horvat.
¿El orden y los chicos son fuerzas contrapuestas? “La pregunta es: ¿están las dos cosas al mismo nivel? Nunca el orden puede estar al nivel de las personas. Podemos generar una casa ordenada, con chicos tristes y desmotivados”, asegura Eva Rotenberg, psicoanalista y directora de la Escuela para Padres.
“Lo vemos a diario en el consultorio. La compulsión por el orden termina socavando la autoestima. Y de fondo hay chicos que tienen demasiadas cosas, a los que no les enseñaron a jugar y a ordenar. Padres que valoran más el cajón acomodado que la paz familiar. Tenemos chicos que no quieren jugar, que no se visten solos, no se peinan, no se bañan ni hacen la cama. No tienen autonomía. No solo que no se les enseñó, sino que, al no sentirse valorados, no se valoran a ellos, ni su cuerpo, sus cosas”, concluye Rotenberg.
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