Los biógrafos que se ocuparon de mostrar la intimidad de Borges
Argentinos y extranjeros relataron los hábitos, alegrías y temores del escritor
"A Borges no le gustaba hablar sobre sí mismo, sobre su vida", recuerda su amiga, la escritora Alicia Jurado. Pero otros no se han privado de hacerlo por él, y las biografías del genial autor de "El Aleph" se multiplican año tras año, especialmente en este 1999, al cumplirse el centenario de su nacimiento.
Su juventud, sus amigos, sus novias y mujeres, sus alegrías y temores han quedado al descubierto bajo la pluma de autores de la talla de la propia Jurado, María Esther Vázquez, Alejandro Vaccaro y Horacio Salas, entre otros.
Pero no son sólo los argentinos: el norteamericano nacionalizado británico Norman di Giovanni -traductor de Borges al inglés y su colaborador permanente entre 1967 y 1972- publicó este año la versión en español de la autobiografía que Borges le dictó.
Y el escocés Edwin Wiliamson, titular de la cátedra de estudios hispánicos y latinoamericanos de la Universidad de Edimburgo, está finalizando un volumen de 400 páginas "al estilo de las grandes biografías británicas" que verá la luz simultáneamente en Gran Bretaña y en Nueva York a comienzos del 2000.
"En Europa tendemos a pensar en Borges como un escritor puramente literario, casi un hombre sin vida fuera de las letras. Mi desafío era demostrar todo lo que había detrás de sus libros, ir más allá del escritor universal para entrar en el escritor argentino", subrayó en diálogo telefónico con La Nación .
Pero el interés por mostrar el costado más terrenal del genial escritor no es sólo un fenómeno europeo.
"¡Era un tipo de lo más normal, no el ser abstracto que a veces se describe!", comentó Horacio Salas, autor de "Borges, una biografía". Y Alicia Jurado, quien escribió "Genio y figura", recordó cuánto se divertía con su enorme sentido del humor.
Alejandro Vaccaro, que se especializó en los primeros años del gran escritor en su libro "Georgie 1899-1930. Una vida de Jorge Luis Borges", también aseguró que de chico "le gustaban las mismas cosas que a sus compañeritos de escuela, si bien ya se le notaban las mañas de bicho literario".
Y subrayó que Borges -quien jamás terminó el bachillerato y cuya educación formal comenzó en 5o.grado- parafraseando a George Bernard Shaw, solía recordar que en ese momento "había suspendido su educación para ingresar en la escuela".
Los motivos
Pero, ¿que llevó a personas tan distintas a investigar la vida del autor más emblemático de esta ciudad?
Williamson, por ejemplo, aseguró que para muchos escoceses se trata de una figura de culto: "Somos los que leíamos alguna traducción de Laberinto, que circulaba por Gran Bretaña a comienzos de los 70 y quedábamos fascinados por sus relatos fantásticos, que entraban en la dimensión filosófica", señaló con un acento casi porteño, adquirido tras largas temporadas de investigación en "el mundo de los cuchilleros rioplatenses y la civilización y barbarie".
Para Di Giovanni, en cambio, la historia comenzó con una conferencia "malísima" que Borges dio en Oklahoma sobre sí mismo. "Era un lío increíble: saltaba de su madre y su abuelo a Macedonio Fernández. Entonces le dije que ese texto era inútil y me contestó que lo tire, que íbamos a empezar desde el principio", señaló a La Nación . Así nació la autobiografía, publicada por primera vez en la revista New Yorker en 1970.
El porteñísimo Horacio Salas también comenzó la biografía con la mira puesta en el exterior: "Había preparado una versión más pequeña en francés que iba a venderse en el Centro Pompidou para contextualizar a los lectores de Borges sobre sus raíces; pero finalmente la amplié y salió en Buenos Aires, con un fuerte sesgo hacia su obra poética, que me había fascinado desde la adolescencia".
Coleccionismo y letras
En cambio, Alejandro Vaccaro siempre mezcló su interés por la vida de Borges con su afán de coleccionismo.
"A los 18 años empecé a leer compulsivamente a Borges, y quería tenerlo todo; hoy tengo cerca de 2000 libros, manuscritos y textos de Borges", comentó orgulloso. En su casa, conviven valiosísimas cartas inéditas o el certificado de matrimonio de Leonor Acevedo y Jorge Guillermo Borges con latas de aceite de oliva marca Borges, que le regaló algún amigo, y que muestra con una sonrisa.
Por su parte, María Esther Vázquez, que fue una amiga muy cercana del escritor, señaló no recordar cuándo le nació la idea de escribir la biografía "Borges. Esplendor y derrota", "pero fue como si toda mi vida me hubiese estado preparando para eso", reflexionó.
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