Los bares de San Isidro estrenan sillas en las veredas para ampliar la oferta gastronómica de take away
"Vine desde Capital para tomar un café acá, con mis amigos", dice Luis Bonamico, de 60 años, con un vaso descartable en su mano. Él y los cuatro hombres que lo acompañan están parados en ronda en la vereda de la heladería Munchis, en San Isidro. Es la primera vez que se ven desde que empezó la cuarentena y, según Bonamico, están "fascinados" con la idea de poder sentarse afuera de un local a charlar. "Estábamos saturados. El encierro es muy duro emocionalmente. Creo que esta opción está buena, siempre cuando no se acumule gente", agrega uno de sus amigos, quien estaba sin barbijo disfrutando de su café, pero se lo colocó nuevamente para hablar.
La nueva flexibilización del consumo en los bares, cafeterías y restaurantes de San Isidro, que se inauguró ayer por la tarde, contrasta de manera radical con las restricciones vigentes en el resto de los municipios bonaerenses. Según anunció Gustavo Posse, el intendente de San Isidro, los comercios gastronómicos de su jurisdicción podrán instalar bancos y sillas al aire libre. El nuevo protocolo que regula esta actividad prohíbe el uso de mesas, solicita que se mantenga una distancia de dos metros entre los comensales y exige la utilización de cubiertos, vasos y recipientes descartables. Esta modalidad, que lleva el nombre de Take Away Plus, no está permitida para la venta de bebidas alcohólicas.
Hoy al mediodía, muchos locales aprovecharon la nueva concesión para colocar, también, sus mesas al aire libre, pero el personal del municipio se acercó a advertirles que las quitaran.
Entre los empresarios gastronómicos entrevistados por LA NACION, la opinión está dividida. Algunos creen que la nueva modalidad traerá consigo la posibilidad de mejorar su situación económica. Otros, en cambio, sostienen que el Take Away Plus no generará cambios ya que tienen escaso lugar en la vereda para poner sillas. Por otro lado, en cuestiones de higiene, algunos gastronómicos pronostican que será difícil controlar y garantizar el uso del barbijo y la distancia social entre sus comensales.
"Me enteré de esta posibilidad ayer a la noche y lo primero que hice fue llamar al cocinero para ver cómo cambiar el menú'', cuenta con entusiasmo Nicolás Sansalone, dueño de Nina Bistró, un pequeño restaurante sobre la avenida 25 de Mayo, en el centro de San Isidro. "Vamos a incorporar platos que no tengan necesidad de usar cuchillo. Nuestros clásicos no se pueden comer sobre una silla y dentro de una bandeja de plástico", explica. Sansalone llegó hoy por la mañana al local, dispuso de ocho sillas de un lado y del otro de la vereda de la avenida y colocó cinta de papel en el piso para demostrar los 2 metros que distancian a una de la otra. "Todavía no vino nadie, pero tenemos la esperanza de que esto nos salve. Venimos facturando el 15% con delivery y take away", dice.
A dos cuadras, también sobre la avenida 25 de mayo, el dueño de un local, quien prefirió preservar su identidad, decidió colocar no solo sillas y bancos, sino también mesas. Según dice, lo hizo porque vio que casi todos los demás locales lo hacían. "Vamos intentando hacer lo mismo que el resto. Total, no nos pueden clausurar a todos", dice, mientras repasa con un trapo con alcohol la superficie de una mesa y una silla para que se siente una cliente que quiere sentarse a almorzar.
"Perdoname, ¿vos vos el dueño?, lo interrumpe un hombre. Él asiente con la cabeza. "Soy de la municipalidad. ¿Leíste el protocolo? Mesas no se puede". El dueño se disculpa y le pide ayuda a uno de sus empleados para volver a guardarlas.
El empleado municipal y su compañero de trabajo estuvieron antes en Martínez, en donde, según dicen, también tuvieron que llamar la atención de una gran cantidad de locales que decidieron aprovechar la situación para sacar sus mesas al aire libre.
"Cada uno es responsable de su cuidado. Yo giré la silla para darle la espalda a la gente y la cara al sol", dice Liliana, de 63 años, en la vereda de la cafetería Havanna. Ella se enteró de la existencia del Take Away Plus hoy a la mañana, y decidió que iba a salir a probarlo cuanto antes. "Estaba tan ansiosa. Hace tanto que quería sentarme a tomar algo y tomar sol. En mi departamento hay balcón, pero tiene sombra todo el día", comenta con un café y un paquete de cigarrillos en la misma mano.
Según ella y el resto de los vecinos consultados, los encuentros afuera de las cafeterías y los bares ocurren de manera frecuente desde hace varias semanas, pero el hecho de poder sentarse es un gran avance en medio del contexto de cuarentena.
"Hace tiempo que los clientes se instalan acá afuera a tomar un café y a comer algo. La mayoría viene con amigos. Es por eso que no me los imagino sentados en sillas respetando los dos metros de distancia", dice Andrés Petersen, socio de Andy Bakeshop, una cafetería y restaurante que abrió a mediados del año pasado sobre la avenida 25 de Mayo. "Va a ser muy difícil estar constantemente haciendo de policía, pidiéndole a las personas que mantengan el protocolo", dice. Petersen y su socio colocaron solo dos sillas afuera de su local. "No vamos a poner más porque no hay lugar. Nuestro local está todo en el interior. Es por eso que no creo que el Take Away Plus nos beneficie", opina Petersen.
Sin embargo, fuentes del municipio aseguran que la nueva medida no solo ayudará económicamente a gran parte del sector gastronómico, uno de los rubros más castigados por la pandemia de Covid-19, sino que también será un alivio para las personas, en medio del contexto actual de extensión de la cuarentena.
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