Los bares ocultos: una movida que gana seguidores
Funcionan en casas particulares o en locales que pasan inadvertidos; en algunos se necesita clave para ingresar o ser apadrinado por otro cliente
Aunque su esencia es la no publicidad y evitar todo tipo de masividad, ganan cada día más adeptos. Se multiplican por todo Buenos Aires y también en algunos barrios del conurbano. No son exclusivos de sectores habituales de la movida nocturna de la ciudad sino que, muy por el contrario, en muchos casos se sitúan en rincones apartados y poco transitados. Se los conoce como “bares secretos” o “speakeasy”. Pero no siempre remiten estrictamente a ésta última categoría importada de Estados Unidos, que nació en época de la Ley Seca y que impedía la venta pública de alcohol entre 1920 y 1933. Así se gestaron, made in USA, estos bares camuflados.
En la Argentina la realidad es otra: se busca cierta exclusividad, pocos habitués por noche y espacios no convencionales como sótanos o terrazas que funcionan todo el año y resultan una alternativa más divertida en contraposición a los emprendimientos más tradicionales.
Para potenciar aún más lo íntimo, algunos sitios son solo atendidos por sus dueños y emplazados en sus propias viviendas. Tal es el caso de Santa Terracita Club Social de Mariano Cattaneo quien no dudó en abrir las puertas de su propia casa: “Vivo en un caserón de los años ´20, con una hermosa terraza de estilo romano que cuenta con un pérgola muy distintiva. El concepto es de un espacio relajado al aire libre, donde la gente percibe el esfuerzo y la pasión puesta en cada rincón”.
Cattaneo ideó su lugar como una salida laboral luego de una crisis a mediados de 2016: “El espacio no es un bar en sí mismo. Es una gran casa donde vivo con mis hijas y mi perro y la terraza es ofrecida a amigos y conocidos para celebrar cumpleaños, fines de rodajes o lo que quieran festejar”.
878 Bar maneja un concepto diferente. No cuenta con un cartel en su puerta a modo de presentación. Julián Díaz, uno de sus dueños, prefiere reconocer en esa ausencia un guiño irónico y no un signo de elitismo, aunque reconoce las causas del fenómeno de los bares ocultos: “Es un boom global que creo que responde a múltiples factores: por parte de los consumidores, se trata de una búsqueda de experiencias personalizadas, con una coctelería predefinida y cierta estética glamorosa promovida desde algunas series y películas”.
En el conurbano aún no abundan las propuestas de este tipo. Korova es una alternativa casi única en la zona de Olivos. Popi, uno de sus responsables, apuesta a un bar introspectivo, no como marca de elitismo sino para enfrentarse al concepto de exhibición: “Korova es el bar a puerta cerrada más abierto del mundo. No tiene ventanas o puerta abierta solo porque no pretendemos clientes de vidriera y no nos interesa que los de afuera vean lo que pasa adentro. Pero cualquiera puede tocar el timbre y entrar. Es un bar muy relajado”.
Zona restringida
Una de las características con la que cuentan muchos de estos lugares es la peculiar forma de acceder a los mismos: desde códigos que se obtienen en las redes sociales hasta mensajes privados vía Whatsapp al dueño del lugar. Así de personalizado es el sistema. Algunos bares eligen el “bautismo” de un cliente ya conocido: para entrar en el exclusivo grupo que puede adherir hay que ser presentado por alguien que ya es habitué del lugar. Parece complicado, pero no lo es.
“Ciertamente, lo que tiene como desventaja por la falta de exposición, lo tiene como ventaja por la seguridad y calidez. Otro factor interesante es que al estar reservado a un público selecto es más fácil generar la sensación de familiaridad entre los clientes. Posiblemente pasen de moda, como todo lo que aparece por postura o conveniencia, pero ocultos, detrás de una puerta cualquiera, en el barrio que menos se lo imaginen, siempre habrá un speakeasy esperando ser descubierto”, augura Leandro, uno de los creadores de Eter Club, un bar a puerta cerrada ubicado en Villa del Parque, un barrio no convencional para las salidas nocturnas.
El boca a boca es el mejor medio de difusión con el que cuentan. Sus clientes se fidelizan y forman bandos consecuentes que los visitan ya no solo durante los viernes o sábados. Es que muchos de estos espacios dirigen su oferta a ese público que disfruta de salir cuando la mayoría no lo hace.
“Tronador Restó Clan es un restó a puerta cerrada. Es exclusivo porque no da a la calle. Para ser invitado hay que conocer a alguien que haga de lazo con los dueños. Además, tiene tiene capacidad para un máximo de solo 30 personas", explica Lautaro Merzari, creador de este auténtico speakeasy ubicado en Villa Ortuzar.
"Sin embargo, el objetivo es no ser exclusivos, sino populares. Porque así son los platos y la música. Hacemos todo lo posible para que los precios sean accesibles y para que nuestro público pueda ser ecléctico como la comida. La idea es generar amigos, para que nosotros nos sintamos parte del espacio que nosotros mismos creamos", sostiene. Y agrega: "Para acceder hay que reservar por mail, Facebook o whatsapp. A devolución de la respuesta se da la dirección exacta. El menú y el grupo musical que tocará se comunica con la invitación. Una vez reservadas los 30 lugares se cierra la convocatoria”.
En el caso de Eter, para ingresar hay que atravesar una primera puerta y permitir ser escaneado por una cámara. Luego de ese trámite, se accede a una escalera que lleva al espacio intermedio donde se repite la filmación. Superados estos dos requisitos, se accede al bar y el rincón de conciertos.
Un paredón descuidado oculta el oasis que brinda Korova: “Supongo que a la gente le atrae la idea de lo oculto y la falsa exclusividad. También, el factor sorpresa es importante. En nuestro caso: por fuera se ve un paredón horrible, descuidado. Pero pasás y te encontrás con un patio hermoso, lleno de madera, verde y velas”, explica Popi.
La búsqueda de los clientes está vinculada en un apartarse de las propuestas tradicionales. Sentirse en un ambiente cómodo y “como en casa” son los capitales con los que cuentan estos lugares.
Entre bartenders , chefs y músicos
Aquí no corre la masividad a la hora de elegir qué tomar. Si bien casi todos poseen la oferta tradicional; las especialidades y los exotismos marcan la diferencia. En general, no se ofrecen bebidas “de batalla” y el público que se acerca a la barra busca originalidad y calidad.
En la mayoría, los tragos están a cargo de reconocidos bartenders. Lo mismo sucede con la carta gastronómica. En no todos se puede degustar un buen plato. Pero en aquellos en los que sí se cena, la propuesta es gourmet y pensada especialmente. También es posible encontrar propuestas más populares, pero siempre bajo el concepto de lo casero y “preparado especialmente” como en Santa Terracita donde la parrilla invita a arrimarse al fogón o en 878 donde mandan las recetas autóctonas: “Hacemos gastronomía argentina, tanto en la barra como en la cocina. Usamos vocablos hispanos, referencias porteñas, platos de la cocina local, algunas veces con una vuelta de tuerca”, explica Julián Díaz de 878.
En Tronador “los comensales pueden elegir entre dos entradas y dos platos principales. El postre es el mismo para todos. Se cobra un menú fijo y el alcohol aparte. Las especialidades son platos mexicanos, paruanos, árabes y mediterráneos, que se van cruzando entre sí y adaptando al contexto y las posibilidades porteñas", enumera Lautaro Merzari. #Gazpachos, falafels, cremas de verdura, jengibre y cilantro, ceviches al estilo de lo posible, tacos de cochinita pibli, tinga o rajas con crema, gratines de todo tipo en cazuelas de barro, pollo con mole picante o no tanto, ají de gallina, o tajines con mucho curri”, añade.
En Korova “la tendencia se resume en recetas clásicas y en algunas propuestas propias con un twist moderno y juvenil como para que todos puedan ordenar un Manhattan y disfrutarlo. A dicha formula la hemos llamado ´Coctelería para el pueblo´ y es lo que permite que durante el 2016 hayamos preparado más de 4000 Old Fashioned, nuestro coctel emblema”, explica Pupi, su propietario.
Los bares ocultos impulsan una tendencia que crece
Las bandas de música suelen ser otra de las características de estos espacios. Korova se caracteriza por el indie rock ofrecido desde le vinilo, mientras que en Eter, la propuesta parte de bandas en vivo con tres shows diarios siguiendo la línea negra del jazz, blues, soul y démas géneros afines.
Las terrazas y los decks son muy bien recibidos en las noches de verano y, durante todo el año, por aquellos que desean fumar. Los espacios abiertos son las estrellas de los speakeasy. Pero todos cuentan con sus rincones cubiertos, decorados con un style propio y generando la sensación de un confort íntimo, personalizado.
Los bares ocultos impulsan una tendencia que crece y que busca balancear su equilibrio entre lo exclusivo y la posibilidad de llegar a más clientes. Están de moda. Y, sin Ley Seca mediante, parece que llegaron para quedarse.
Una guía para tener a mano
Santa Terracita Club Social. Zona: Chacarita/Colegiales. Se reserva a través de las redes. https://www.facebook.com/santa.terracita?fref=ts y www.instagram.com/santaterracita
Tronador Restó Clan. Zona: Villa Ortúzar. Se reserva a través de Facebook @Tronadorrestoclan o vía whatsapp: 11-5499-8139
878 Bar. Zona: Palermo. Sin reserva previa ni password. Thames 878.
Korova. Zona: Olivos. Llamar previamente al 4790-6191
Eter Club. Zona: Villa del Parque. Reservar a través del mail reservaseterclub@gmail.com