Los anillos de los árboles cuentan cómo fue el clima en el siglo XVII
El estudio, realizado en el noroeste argentino, pronosticará desastres ecológicos
Al menos desde los tiempos de Aristóteles se conoce que el crecimiento de los árboles se realiza en forma periódica y discontinua. En un clima templado, el desarrollo de las células de la madera, que es intenso en primavera, va frenándose progresivamente en la estación fría para reactivarse al año siguiente. Gracias al marcado contraste entre la madera final, o tardía, de un año y la inicial, o temprana, del año siguiente es fácil indentificar el límite externo de un anillo.
"La dendrocronología -explica Villalba- es la técnica que trata sobre la datación de la madera y el estudio de las bandas anuales de crecimiento en las plantas leñosas. Comparando las variaciones en el ancho de los anillos de crecimiento con las fluctuaciones climáticas puede establecerse que parámetros climáticos afectan marcadamente el crecimiento de los árboles."
El espesor de los anillos de crecimiento de los árboles depende de los factores que limitan el crecimiento, como la temperatura, cantidad de nutrientes contenidos en el suelo, total de lluvia caída en el año e intensidad de iluminación. En una región árida, el factor limitante es la lluvia. En cambio si el abastecimiento de agua no es crítico, el crecimiento -y, por lo tanto, el ancho de los anillos- dependerá de la temperatura.
Testigos del pasado
El examen de los cortes de los árboles permite detectar la aparición de otros fenómenos, aparte de los climáticos, que también están vinculados con la actividad biológica, como enfermedades, plagas, contaminación ambiental, competencia con otros árboles, incendios y caída de ceniza volcánica, que actúa como fertilizante e incrementa la velocidad de crecimiento.
Los estudios dendrocronológicos en la selva de montaña del noroeste argentino que realizó Villalba se iniciaron como parte de un programa nacional destinado a extender geográficamente la red de cronologías de anillos de árboles existente en la Argentina, y forman parte de un proyecto de la Unesco para el conocimiento del clima pasado y presente del Hemisferio Sur. Las primeras etapas consistieron en largas colecciones de material leñoso de las especies presentes en la selva de montaña del noroeste. Los árboles estudiados fueron el cedro salteño, el cedro tucumano y el nogal criollo.
Estas especies poseen anillos de crecimiento claramente demarcados y ejemplares con una longevidad mayor a los doscientos años. las numerosas especies de las familias de las mirtáceas y las leguminosas, las más ampliamente distribuidas en la selva de montaña, no presentan anillos bien visibles.
Pronóstico de desastres
Villalba realizó una correlación entre las variaciones de la precipitación de primavera y comienzos de verano. "Las reconstrucciones climáticas durante períodos extensos son de gran valor para definir pautas de manejo y conservación de los recursos naturales, ya que permiten evaluar la frecuencia de eventos climáticos extraordinarios, como sequías prolongadas o períodos con excesivas precipitaciones, desde una perspectiva temporal mucho más amplia", comenta Villalba.
La reconstrucción de la precipitación invernal de Jujuy muestra que eventos considerados extremos, como las sequías en el noroeste argentino en la década de 1930 -particularmente entre 1934 y 1938-, fueron relativaemnte comunes desde 1788. Así, otros períodos con escasas precipitaciones ocurrieron entre 1795 y 1807, 1858 y 1870, y entre 1877 y 1892.
El investigador explica que la cuenta, fechado y medición de los anillos de crecimiento se ha transformado en una práctica común en estudios silvícolas y ecológicos Hasta el presente, la mayor limitación de este tipo de estudios en el noroeste es la relativa corta edad que alcanzan los árboles estudiados. Sin embargo, algunos de los muestreados en las cercanías de Río Bolsas, Jujuy, alcanzan edades de de trescientos años, señalando la posibilidad de extender las reconstrucciones climáticas año a año al menos hasta el siglo XVII.