Los adolescentes alcoholizados, el principal foco de atención de los guardavidas
Salen del boliche y se acuestan a dormir en las casillas de los guardavidas, donde dejan botellas tiradas y vidrios rotos. Se meten al mar durante la madrugada, alcoholizados, y exigen que se hagan salvamentos fuera de horario. Insultan, se resisten a las indicaciones y escapan de las zonas de baño autorizadas.
Los adolescentes son el principal foco de atención de los guardavidas. De hecho, los chicos de entre 10 y 19 años representan un 40% de los salvatajes que se hacen en los espejos de agua (mar, ríos, lagos, piletas), según el registro que desde principios de este año elabora la Federación Argentina de Salvamento Acuático (FASA). Le siguen las personas de entre 20 y 29 años, protagonistas de un 20% de los rescates.
El informe, que lleva registrados hasta el momento 487 salvatajes y 19 muertos, abarca algunos puntos del país: Puerto Madryn; Las Grutas; provincias de San Luis, Neuquén y San Juan; departamento de Punilla, en Córdoba; Berisso y algunos balnearios del Partido de la Costa.
A excepción de las salidas del boliche, las mañanas suelen ser tranquilas en lo que respecta a salvamentos. Los guardavidas coinciden en que el horario pico es de 15 a 17, cuando la concurrencia a las playas es alta y el viento suele cambiar y complicar las corrientes.
El impredecible comportamiento de la mareas, los jóvenes alcoholizados, los turistas que desconocen o hacen caso omiso a las indicaciones y los padres que descuidan a sus hijos en el agua son factores que dejan sin respiro a los socorristas. Estos, además, son pocos y, en general, no cuentan con todos los elementos de seguridad necesarios para realizar un salvamento.
Playa post-boliche
"Los más atrevidos con el agua son los adolescentes varones, que toman riesgos para hacer demostraciones, compiten por lucirse. Les siguen las mujeres de su misma edad", dice Juan José Velázquez, de 51 años, que es guardavidas en el Partido de la Costa desde hace 30 años.
Velázquez trabaja actualmente en la localidad de Las Toninas, donde, según dice, el ambiente es familiar dado que la mayoría de los boliches están en San Bernardo: "Ahí el trabajo es distinto. Hay guardias nocturnas determinados días de la semana porque los chicos salen de bailar en un estado alcohólico elevado y es necesario que haya personal para sacarlos del agua, a fin de evitar una tragedia".
Unos días atrás, tras el crimen de Fernando Báez Sosa, un guardavidas de Villa Gesell publicó una carta en la que hacía referencia a la situación de los balnearios donde asisten jóvenes. El usuario Teb Musica (@floresmusica) decía: "Todos los días tenemos un after en la playa con gente que salió la noche entera, la mayoría alcoholizados y drogados. Hemos tenido que meternos al agua sin todavía poder acomodarnos en nuestros puestos, vestidos y sin elementos de seguridad".
Fabio Lagomaggiore, hoy retirado, trabajó en San Bernardo hace algunos años. Según comenta, él ha visto "cómo las chicas incentivaban a los chicos a meterse al agua a la salida del boliche" y ha tenido que intervenir, junto con la policía, para evitar que eso suceda.
Los adolescentes le han causado problemas en su carrera. Un verano en La Lucila del Mar, Lagomaggiore ordenó salir del agua a dos parejas de jóvenes entre 16 y 20 años que se bañaban cerca del muelle. Simularon obedecer, se desplazaron 200 metros y volvieron a ingresar al mar. Más de diez guardavidas debieron nadar entre los palos de madera del muelle para salvar a los jóvenes, que habían sido desplazados hasta allí por la sudestada y no tenían forma de salir.
Fuera de zona de baño
Cualquier turista que no respeta los horarios y las áreas protegidas por guardavidas representa un peligro. Dos muertes de esta índole han sacudido recientemente al balneario bonaerense de Claromecó, en el partido de Tres Arroyos. Una, en 2015. La otra, el 27 de enero pasado.
Tanto Fernando Echevorry, de 52 años, como Nancy Greco, de 50, ingresaron al mar lejos de las casillas de control. Él fue encontrado cerca de la orilla, flotando, sin vida. Ella pudo ser rescatada con algunos signos vitales y asistida por guardavidas, pero no sobrevivió.
"El caso de Greco refleja una clara negligencia municipal. Ocurrió en una zona de acceso público que no tiene guardavidas. Los municipios ven la seguridad de las playas como un gasto y no como una inversión", dice Martín Idiart, guardavidas de río en la ciudad de Berisso y secretario general de la Federación Argentina de Guardavidas (FAG) y del Sindicato de Guardavidas del Río de la Plata (SIGUR).
Según Nicolás Groenenberg, guardavidas en Claromecó, "si bien este año el aporte del municipio ha mejorado, hace tiempo que se pide un puesto de control en donde ocurrió el accidente porque los extremos de la playa están desprotegidos".
Escasez de recursos
Los guardavidas coinciden en que en toda la costa argentina la situación es similar. Faltan casillas, falta personal, faltan tubos de oxígeno, faltan botiquines, faltan desfibriladores para dar descargas eléctricas. No existe un ente único al cual reclamar, sino que cada sindicato local apela a su municipio correspondiente. En general, sin respuesta.
"El servicio de emergencias médico de Mar del Plata es muy malo. Hay pocas ambulancias, mucho tránsito y no hay accesos fáciles a la playa. No podés hacer magia. La ambulancia siempre llega tarde y hay un solo desfibrilador en las playas del centro, sin siquiera un cuatriciclo para trasladarlo entre balnearios", se lamenta Belén Granone, guardavidas en las playas marplatenses, que si bien trabaja hace cuatro años en el sector privado, integra la Comisión Provincial de Guardavidas y conoce la situación general del frente costero.
Granone se refiere, además, el problema de la falta de personal: "Hay playas en las que trabaja un guardavidas por turno y los rescates tienen que ser siempre en pareja. Aún si hubiese dos guardavidas, la playa quedaría desprotegida a la hora de hacer un operativo".
Consultados acerca de esta situación en la ciudad de Mar del Plata, referentes de la secretaría de Gobierno de General Pueyrredón prefirieron no dar declaraciones al respecto.
En lo que respecta a la instrucción y cartelería, ante la falta de financiamiento, es, muchas veces, costeada por los mismos guardavidas. "Desde el gremio hacemos carteles con información, pero no siempre tenemos presupuesto. Los paradores prefieren poner publicidades en vez de indicaciones de seguridad", dice Granone.
Pinamar es una de las localidades balnearias mejor equipadas; una excepción según el secretario Idiart: "En casi todos los puestos hay bolsos de primeros auxilios, hay un guardavidas cada 40 metros –como indica la ley provincial 14.789–, los salarios municipales son mejores que en resto de las playas, tienen los equipos necesarios. Pero es un caso único. De los 3000 guardavidas matriculados que trabajan en las costas, el 80% está precarizado".
El secretario de Seguridad de Pinamar, Lucas Ventoso, explica que "el municipio tiene convenio con empresas automotrices para conseguir vehículos que brinden cobertura en los 20 kilómetros de playa". Tienen camionetas y cuatriciclos con los que realizan patrullajes y asistencia médica permanentes.
"La inversión es altísima, por eso Pinamar tiene un nivel de tasas elevado respecto a otros municipios. Esto permite distinguirnos. Cualquier turista sabe que viene de vacaciones y no le va a pasar nada porque tenemos la cantidad necesaria de guardavidas y personal policial", agrega Ventoso.
El reciente paro de guardavidas en la localidad balnearia, llevado a cabo el fin de semana pasado, tiene que ver con la diferencia de sueldos entre el sector público y privado. Según explica el secretario, "los 130 guardavidas municipales tienen sueldos que rondan los $120.000 netos mensuales, mientras que en el sector privado están pagando la mitad".
Descuido de menores
Las campañas de prevención de ahogamientos se realizan directo con la gente y, según coinciden los guardavidas, la llegada al turista es más fácil en las playas tranquilas.
"En los lugares familiares, en general se puede charlar con las personas. En las playas masivas, en cambio, el guardavidas está arriba del mangrullo y el contacto con el bañista se dificulta", dice Alejandro Restelli, exguardavidas en Santa Teresita y actual socorrista en piletas del gran Buenos Aires.
A pesar de las charlas, muchos padres descuidan de sus hijos y complican la labor del socorrista. "Dejan a los chicos sin supervisión, como si nosotros fuésemos niñeros, y varios de ellos ni siquiera saben nadar", dice Restelli.
Velázquez, el guardavidas de Las Toninas, coincide con su colega. "Por día puede llegar a haber 15 chicos perdidos. Es constante y se intensifica con el cambio de vientos y corrientes, que los corre para un costado y, cuando quieren salir del agua, se dan cuenta que no están en el mismo lugar que antes".
Precauciones a tomar, según guardavidas
- Consultar cuáles son las zonas donde está permitido bañarse
- Respetar las indicaciones y los códigos de bandera
- Ingresar al mar en el horario de trabajo del cuerpo de guardavidas
- Acompañar y supervisar a los menores de edad
- Evitar el cambio brusco de temperatura al meterse al mar (la hidrocución puede generar paros cardíacos)
- Hidratarse y usar protector solar
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