Lollapalooza: cerró el megafestival de música con mayoría de jóvenes y bandas sub 30
La generación millennial disfrutó de destacados artistas; Duran Duran, muy elogiado
"Todo el mundo lleva cantando la misma canción hace diez años", vocifera Julian Casablancas, el cantante de The Strokes, en uno de los picos de su concierto en el cierre de Lollapalooza, como si fuera un profeta de la generación millennials. Las canciones están cambiando. Los grupos también.
El promedio de los artistas sub 30 puebla la segunda jornada, desde efervescentes bandas y solistas locales como Un Planeta, Usted Señálemelo, Bándalos Chinos y Sara Hebe hasta la aparición de artistas internacionales candy pop como Melanie Martínez, nuevos fenómenos ingleses como Catfish and the bottlemen y el electro pop de la danesa MO, colaboradora habitual de Major Lazer y Diplo.
La nota, entre tanto fenómeno nuevo, la daba anoche Duran Duran, una banda que atravesó con gloria los ochenta y que se tuvo que reinventar nuevamente para llegar al público millennial, y que ahora no puede dejar de bailar con esa canción "Rio", compuesta cuando todavía no habían nacido.
El gran porcentaje de público no supera los 25 años. Coral y Solana tienen 17 años y son una síntesis del espíritu adolescente que domina la jornada. "Compramos las entradas haces tres meses sin saber quiénes venían. Nosotras vinimos a escuchar a Tegan and Sara, The Weeknd y Melanie Mártinez", dicen con el rostro lleno de purpurina y estrellitas pegadas alrededor de los ojos.
Otra pareja adolescente recorre los 250.000 metros cuadrados del predio del Hipódromo de San Isidro con un cartel que dice "Free hubs". Dan abrazos gratis a quien se les acerque. "Este cartel lo tenía un amigo para otro festival y nos gustó hacer esta campaña en el Lollapalooza", cuenta Joaquín, de 16 años.
Los públicos se mezclan en el predio y las tribus se diluyen. "Hace 20 años que no tocamos de día", grita Joaquín Levinton, cantante de Turf, con el sol pegándole en la cara de frente y un nutrido grupo de seguidores propios que salta con hits radiales de la banda como "No se llama amor". De lejos, un público totalmente familiar los escucha. Hay una atmósfera de picnic multitudinario a cielo abierto. Para quien no está frente a los cuatro escenarios, siguiendo a su banda favorita, más pop, rockera, electrónica o hip hopera, siente cómo la música se infiltra en los distintos espacios del predio.
"Es una buena combinación la de los food trucks con la música. Es algo que viene desde los 80. Nada más que ahora el asunto es más gourmet. Antes todo era mucho más rústico y rockero", recuerda el cocinero Donato de Santis. Su food truck, uno de los 36 que conforman esa zona de comidas gourmet, produjo unas 5000 pizzas de pepperoni y mozzarella para esta edición.
Otros cocineros de renombre como los Petersen, Mauro Colagrecco y Santiago Giorgini forman parte de este festival dentro del festival. El sándwich de albóndiga gratinada con queso, rúcula y aceite de oliva es el hit del cocinero Santiago Giorgini, conocido por sus incursiones televisivas en el programa Morfi de Telefé, quien esta vez debuta con su food truck en un festival de rock. "Hay un efecto del cocinero como estrella de rock en el último tiempo, que a uno lo sorprende. Para mí sigue siendo raro que un pibe con una remera de Metallica me venga a pedir una foto", dice el chef.
Si bien unas 100.000 personas esperan a que caiga la noche para ver el cierre de The Strokes, la banda Duran Duran alcanza uno de los puntos más altos del festival durante la tarde recurriendo a hitazos de los ochenta que no habían entrado en el radar de los millennials, pero que siguen pegando fuerte en toda esa generación de público que ahora viene a cantar con sus hijos himnos, que parecen indestructibles, como "The Wild Boys", "Hungry like the Wolf", "Come undone", "Notorious" o la emotiva versión del tema "Spa-ce Oddity" de David Bowie (más información en la página 8 del suplemento de Espectáculos).