Lobos: murió un directivo de una empresa estatal en un accidente de paracaídas
Héctor Vaccaro tenía 61 años y trabajaba en Aysa desde 1983, cuando se denominaba Obras Sanitarias; el dispositivo no se abrió, motivo por el cual la Justicia inició un proceso de investigación
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Héctor Vaccaro, que trabajaba como director de Mantenimiento y Talleres de la empresa Agua y Saneamientos Argentinos (Aysa), murió ayer en un accidente de paracaídas en la localidad bonaerense de Lobos. El hombre, que tenía 61 años, saltó del avión y el dispositivo no se abrió. Solo dos semanas atrás, la víctima, que era un apasionado de ese tipo de deportes y había decidido emprender un curso para aprender de manera profesional, había estado practicando esa actividad en el mismo lugar.
El trágico incidente tuvo lugar cuando Vaccaro realizaba la cuarta clase, de un total de siete, en una escuela de paracaidismo que funciona en Lobos. Bianca, una de sus dos hijos, contó a LA NACION que, según lo manifestado por las autoridades de esa institución, su papá saltó de una avioneta, pero se desestabilizó y entonces no pudo abrir el paracaídas principal.
“Había un segundo paracaídas que se abre a una altura y velocidad determinadas, pero al parecer algo que se desprendió para que se desplegara se habría enredado en una parte de su cuerpo”, relató la joven de acuerdo a los dichos de las personas encargadas de la escuela.
Tras la confirmación del hecho, intervinieron el Auxiliar letrado de la Ayudantía Fiscal de Lobos, Policía Científica, personal del Comando de Patrullas Rurales de Lobos y el SAME. Los investigadores determinaron que el cuerpo del fallecido fuera remitido a la ciudad de La Plata para la realización de la correspondiente autopsia en el marco de la causa por averiguación de causales de muerte.
Vaccaro solía realizar actividades de riesgo, según quedó reflejado en sus redes sociales. Se tomó fotografías mientras buceaba (era profesional) y navegaba, entre otros deportes. La última imagen que subió a su perfil de Facebook fue el 4 de junio. “Practicando...”, escribió entonces desde el Aeródromo de Lobos. “Una gran persona. Abrazo al cielo”, posteó sobre esa publicación uno de sus amigos tras conocerse la noticia de su deceso.
No era la primera vez que el hombre se tiraba con paracaídas. Bianca relató que lo había hecho el año pasado por diversión y luego repitió la experiencia en febrero último junto a ella. “Fue como nuestro regalo de cumpleaños”, contó la mujer. Su padre se había entusiasmado tanto con el deporte que fue entonces que decidió emprender un curso. Cada vez que le tocaba, viajaba desde su casa en el barrio porteño de Villa Devoto hasta Lobos.
A través de un comunicado, el sindicato de los empleados de Aysa lamentó el fallecimiento de Vaccaro. “Héctor era una persona destacada tanto en su profesionalismo como en su calidad humana. Queremos expresar nuestro más sincero pésame a su esposa, hija y demás familiares en este momento tan difícil. También deseamos extender nuestras condolencias a todos los compañeros y compañeras del Establecimiento Varela, donde Héctor prestaba sus servicios”.
La víctima no era cualquier trabajador dentro de Aysa, pudo saber LA NACION. Estaba en la compañía desde 1983 cuando todavía era Obras Sanitarias. Había ingresado en la planta depuradora sudoeste hasta que a mediados de los 90 pasó a los talleres Varela, en el Bajo Flores. Es allí donde se arreglan las bombas y las maquinarias que utiliza la empresa.
“Era más que mi jefe. Era mi referente, un amigo”, dijo a este diario Pablo Guglielmo, que compartía todos los días la jornada laboral con quien había sido también compañero de su padre. Conocido por su hiperactividad, Vaccaro era de esas personas que no pasaban desapercibidas en Aysa, ya sea por su buena energía como por su sapiencia. “Va a ser duro volver el miércoles a la oficina”, reconoció Guglielmo. Fueron muchos de compartir no solo el trabajo, sin también una relación de amistad.
Vaccaro tenía dos hijos mayores de edad, estaba divorciado y era amante de la electrónica. Además de ser licenciado en Seguridad e Higiene era técnico electrónico. En el último tiempo le había ganado la curiosidad por las impresiones 3D. Le gustaba mucho escuchar música clásica, aunque disfrutaba de todos los ritmos. También pasaba largas horas jugando al ajedrez.
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