A tres días de elecciones muy polarizadas, el miedo a las críticas, prejuicios y estigmas asociados al candidato en cuestión generan incomodidad en algunos votantes
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Sucedió el domingo pasado durante el almuerzo por el Día de la Madre, cuando alguien preguntó en la charla de sobremesa a quién iban a votar el próximo domingo. La mayoría dijo que su candidata era Patricia Bullrich, pero Daniela Aguis, de 54 años y madre de tres hijos jóvenes, respondió que aún tenía dudas, que estaba indecisa. “Dije que estaba entre Patricia Bullrich y Javier Milei, pero sé que voy a votar a Milei. Tengo claro que es un voto que uno esconde por algunas características del candidato. Tiene modos un poco alocados, un estado psíquico frágil y se arrebata enseguida. Pero creo que tiene las ideas claras. Cuando comencé a escucharlo como panelista hace varios años en algún programa de TV, era el único economista al que le entendía cuando hablaba, que tenía un discurso claro y comprensible para todos -dice Aguis, que con su testimonio a LA NACION decidió “salir del closet” y confesar públicamente su voto-. También fui descubriendo por estos días que un montón de gente sumamente capacitada y profesional lo va a votar. No es que solo tiene el apoyo de los jóvenes. “No lo decía hasta ahora porque estaba condicionada por uno de mis hijos, que se avergüenza. Pero lo voy a votar”, remata Aguis.
Apoyar a un candidato en época de elecciones no quiere decir, necesariamente, hacer campaña ni militar por el partido que representa. Puede suceder que muchos de los votantes decidan más bien ocultar su inclinación por miedo a las críticas, prejuicios y estigmas asociados al candidato en cuestión. Es lo que se conoce como voto vergonzante, un fenómeno que si bien -según los politólogos consultados en esta nota- no ha sido motivo de análisis en la historia de la política argentina, tampoco escapa por estos días al electorado local. Y según advierten expertos y ciudadanos, no sería solo una conducta exclusiva hacia el candidato más excéntrico de La Libertad Avanza, sino que alcanzaría en distintas medidas al arco completo de la terna protagonista, conformada por Sergio Massa (Unión por la Patria) y Patricia Bullrich (Juntos por el Cambio).
La mayoría de los sondeos que circularon en las semanas previas a las elecciones PASO fracasaron en su objetivo de dar una radiografía precisa de lo que podía suceder. Muchas de las consultoras encargadas de las mediciones señalaron que la gente no respondía, que los votantes estaban enojados, desanimados, hartos y con bronca. Pero además del desinterés, el hastío y la indecisión, ¿hubo un voto vergonzante? Como explica Belén Amadeo, profesora titular de Opinión Pública de la UBA, fue la politóloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann la que elaboró la teoría de la espiral del silencio, que estudia a la opinión pública como una forma de control social en la que los individuos adaptan su comportamiento a las actitudes predominantes sobre lo que es aceptable y lo que no. “Dice que el ser humano, como animal social, no quiere ser dejado de lado por sus pares, discriminado, aislado. Entonces, por temor a la sanción social no dice realmente lo que piensa, porque percibe que el clima de opinión es adverso, y prefiere callar o decir que está de acuerdo con la mayoría, aunque no lo esté”, señala Amadeo, y cuestiona: “¿Es esto lo que está pasando ahora en la Argentina?”
De acuerdo con la mirada de Amadeo, podría decirse que este fenómeno se dio con más fuerza en 1995, durante la segunda elección del expresidente Carlos Menem. “En ese momento sí hubo un alto porcentaje de voto vergüenza, y hasta apareció el famoso dicho ‘yo no lo voté’, porque a pesar de que muchos negaban haberlo hecho, Menem ganó con toda tranquilidad. Para los peronistas no estaba bien visto porque se había pasado al liberalismo; para los liberales, era votar a un peronista. Era ir en contra de lo que, naturalmente, todos podían confesar -explica Amadeo-. No creo que lo mismo esté pasando ahora. Primero, porque en la Argentina siempre hay un porcentaje alto de gente, alrededor del 8 al 10 por ciento, que decide su voto en el cuarto oscuro. Segundo, creo que no es tanta vergüenza como sí bronca y hartazgo”.
Martín Lucini es padre de dos hijas en edad escolar y psicoterapeuta gestáltico, y dice que por estos días, en lugar de tratar de obviar el tema, tiene la necesidad de hablar abiertamente de los candidatos. Asegura que no sabe a quién va a votar, y relaciona su indecisión, por un lado, a la sensación generalizada de hastío, bronca y desánimo a la que se refería Amadeo. “Otro tanto está ligado a unas cuantas sensaciones antipáticas que me generan los candidatos. Es por eso que ando preguntando a todo el mundo a quién va a votar, y ahí sí me encuentro con que casi nadie se anima a decirme. Algunos se amparan en la excusa de que ‘el voto es secreto’, pero creo que ese secreto que guardan es más bien un poco de temor a lo que puedan decir los demás si revelan su voto. Otro tanto por la vergüenza que genera tener que elegir entre opciones tan poco convincentes. O la vergüenza de tener que votar a un sinvergüenza. Cuando me preguntan a mí a quién voy a votar digo la verdad: ‘no sé’. Y empiezo a pensar en voz alta como para ir midiendo mis ideas con el termómetro de la cara que pone mi interlocutor, o lo que dice. Me enriquece más escuchar a la gente que a los candidatos”, aporta Lucini, y luego reflexiona: “¿Las encuestas no alcanzan para saber dónde está parado el electorado? O quizá las encuestas arrojan un resultado absolutamente real: el electorado no tiene idea dónde está parado, ni frente a quién, porque no le cree o le dan vergüenza los candidatos, en especial los de la terna principal. Un señor que está timoneando el Titanic argentino hacia un iceberg y a punto de estrellarse, una señora que dice todo lo que va a eliminar y exterminar en lugar de proponer algo constructivo, y un Hitler con pinta de beatle”.
Fallas metodológicas y personajes políticamente incorrectos
Para María Eugenia Tesio, doctora en Ciencias Sociales y profesora de la Facultad de Ciencias Políticas de la UBA, las diferencias en los resultados de los sondeos previos a las PASO se pueden analizar en distintos planos. “Por un lado, tiene que ver con una falla metodológica del tipo de encuesta que se hace, y es algo que sucede ya desde hace tiempo y no solo en la Argentina. Se trata de sondeos cuyas muestras no son probabilísticas, y solo una muestra probabilística permite hacer inferencias estadísticas de los resultados que se obtienen para esa población de estudio. Como se hacen de manera online o telefónicamente, y no de forma presencial en los domicilios, no tienen la aleatoriedad necesaria. Entonces hay gente que no está representada y queda fuera de ese muestreo -explica la especialista-. Por otra parte, comparto la idea de un desinterés generalizado, de muchas personas que ni siquiera tienen ganas de participar, que sienten que nadie los representa ni se ocupa de sus problemas”.
Aunque Tesio sí considera al voto vergonzante como un factor que pudo haber incidido también en los resultados de las elecciones PASO, y si bien el perfil de Milei es el que mejor encajaría para entrar a una espiral del silencio, el resto de los candidatos tampoco sale indemne. “Milei es una figura polémica con planteos que son políticamente incorrectos. Quizá una persona está de acuerdo con el plan económico que propone, pero no se anima a confesar su apoyo al candidato por todo lo demás que involucra su figura, por temas sensibles como la venta de órganos, la libertad para importar armas, su relación con el feminismo o sus propuestas en las áreas de educación y salud. Entonces prefiere callar antes que confrontar con su entorno, o sentirse rechazado. Pero también creo que puede haber un voto vergüenza en los otros candidatos. En Massa, por ejemplo, que es el ministro de Economía de un gobierno con muchas dificultades. Puede ser una contradicción, y un voto vergüenza, para muchos que aún no siendo peronistas ni kirchneristas piensan votarlo porque creen, de alguna manera, que podría llegar a revertir la situación siendo presidente y separándose del gobierno actual”, analiza Tesio, que también es miembro de la Red de Politólogas.
“Las elecciones de los votos vergonzantes”
“Mi voto vergonzante va para Massa -dice Florencia, una diseñadora gráfica de 42 años que pide reserva de su apellido-. La principal razón de mi elección es la oposición a Milei, porque si bien coincido con algo de la ideología que puede plantear el peronismo, jamás lo hubiese votado a él. Pero un personaje como Milei genera mucho miedo”. Como periodista freelance, María Laura también pide anonimato, y dice sin reparos que esta campaña, de pies a cabeza, podría resumirse como las elecciones de los votos vergonzantes. “A priori es más fácil señalar a Mieli, pero creo que todos los que no somos militantes de un partido sentimos vergüenza de alguna manera por quien vamos a votar. En lo posible, trato de no decirlo mucho porque ella, Bullrich, me da un poco de vergüenza. Le cuesta expresarse, no se entiende lo que quiere decir y evita responder cuando le preguntan sobre economía. Pero también siento que a la gente le debería dar vergüenza votar al candidato que llevó el dólar a mil pesos, que está por sumergirnos en una hiperinflación. Y bueno, Milei es el caso más obvio, quizá no tanto por sus propuestas polémicas como por su figura, su ira, su inestabilidad emocional. Todo es vergonzante”, concluye la periodista.
Como politólogo e investigador del Conicet, Martín D’Alessandro reconoce que a días del veredicto final no hay un clima muy caliente, ni entusiasta, de fin de campaña. “Es imposible saber a ciencia cierta cuánto hay de voto vergonzante en el electorado actual, pero en el terreno de la especulación, y con el recuerdo de la reelección de Menem uno podría preguntarse si el escenario actual de ‘tres tercios’ que dejaron las elecciones PASO, con Milei como factor sorpresa, obliga a revisar todo esto -añade D’Alessandro-. Si hay un voto vergüenza, siempre en un plano hipotético, sería sobre todo para Milei, porque es un candidato que no encaja en el molde, es excéntrico, es agresivo”. Sin embargo, tras las PASO de agosto pasado, D’Alessandro considera que quien se sentía un bicho raro por votar a Milei ya dejó de serlo. “Al menos -dice el investigador- ya está avalado por los números”.
En esta misma línea se expresa María Laura Tagina, del Instituto de Investigaciones Políticas Conicet-Epyg Unsam, al reforzar el hecho de que Javier Milei y su partido hayan resultado primeros en votos en las elecciones PASO. “Esto desactiva en buena medida el proceso de espiral del silencio. En otras palabras, parece menos probable que haya un voto vergonzante por Milei en las próximas elecciones generales. Es cierto que el candidato sigue teniendo muy baja reputación en algunos segmentos y que, en las últimas semanas, ha cosechado muchas críticas de sectores diversos. Podría suceder, entonces, que en esos segmentos resulte aún vergonzoso admitir que se lo va a votar. Pero el electorado no es un cuerpo uniforme”, concluye Tagina, miembro de la Red de Politólogas.
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