“Lo que está ocurriendo es distinto”: los llamativos síntomas del dengue en los pacientes de una pequeña ciudad del interior
En Lules, Tucumán, los casos “son incontables” y preocupa el mayor riesgo de complicaciones; la crisis se extiende a localidades vecinas; falta repelente incluso en la capital provincial
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LULES, Tucumán (Enviada especial).– “Lo que tuvimos en la epidemia de dengue 2020 es distinto a lo que está ocurriendo, por las características clínicas y la magnitud del impacto en los pacientes. ¿Qué me asusta? La consulta que no sea oportuna, la automedicación y los tratamientos o consejos caseros que se pasan por WhatsApp sobre los que no conocemos qué efectos pueden tener”.
Las palabras son de María Cecilia Pira, directora del Hospital Eliseo Cantón desde hace una semana. Aquí, en febrero, se empezaron a recibir del Barrio Asentamiento Mercedes los primeros casos del brote que se convirtió en una epidemia en la que ya no hay siquiera estimación posible de afectados. “Ya los casos son incontables. Es una crisis epidemiológica. Hay que juntar fuerzas con la sociedad para superarla”, agrega Pira en su despacho, donde recibe a LA NACIÓN. “Necesitamos que la consulta sea oportuna, que no la demoren y que, por favor, la población no se automedique ante los síntomas de sospecha”, insiste.
Lo que más les llama la atención como profesionales, según resume la médica, es que el grupo de entre 17 y 35 años está teniendo mayor riesgo de complicaciones con la forma grave de la enfermedad, sobre todo las mujeres: ellas están consultando con decaimiento extremo y sangrado vaginal anormal (ginecorragia), que no coincide con el período.
El sábado pasado, por guardia, atendieron a 223 personas y, este martes, a 155. El 70% era con sospecha de dengue, según precisa Pira, que enseguida aclara que es un registro parcial o subregistro porque algunos pacientes se van o, por la cantidad de consultas que hay que atender a la vez, quedan algunos sin registrar. “Nuestros números, por lo menos acá, donde arrancó todo en febrero, empezaron a bajar, pero es muy, muy poquito. Hay que ver cómo sigue”, añade.
Tanto en la ciudad de Lules, como en Mercedes o San Pablo, otro exingenio a menos de 10 kilómetros de distancia de sus vecinas, los residentes todavía no perciben esa diferencia. Basta andar por sus calles y preguntar, al azar, si sigue habiendo nuevos casos de dengue para escuchar que sí.
Sobre la avenida San Pablo Apóstol, acceso principal desde la ruta provincial 301, nueve personas, todas con barbijo, esperan en las sillas bajo el gazebo blanco para pacientes febriles en el hospital local. Ante la consulta, la directora, Marta Astete Agote, se excusa con LA NACIÓN y pide que cualquier información sobre la atención en el lugar asociada con la epidemia se solicite al Ministerio de Salud provincial.
“¿Están todos esperando que los atiendan porque están con fiebre?”, pregunta LA NACIÓN a los que esperan en el gazebo, que ya son algunos más que hace minutos. “Sí”, responden los que se sienten mejor. Una de las mujeres, que está con la hija, se queja de que también está con mucho dolor corporal y cansancio. “¿Tienen Covid en la zona?, se interroga, ante la versión de que en San Pablo habría un rebrote por el coronavirus pandémico. “¡No! Dengue”, reacciona de inmediato un hombre de mediana edad que aguarda que lo llamen para ingresar al hospital. “Para todo nos dicen ahora que es dengue. No hay otra cosa”, agrega.
A la salida, por la avenida y alrededores, la gran cantidad de pasacalles que promocionan candidaturas para las elecciones provinciales del mes que viene contrastan visualmente con la tranquilidad a media mañana en esta localidad.
Aquí también, como en los demás municipios donde se instaló la epidemia, cuesta conseguir repelente. “Ayer nos entregaron 12 aerosoles y no alcanzó casi para nadie. La semana pasada, recibimos algunas unidades de repelente en crema, las más chicas, y ya no tuvimos productos”, comenta Mariana Campero en la farmacia Geder, sobre la avenida Belgrano al 300, en Lules, justo frente del hospital.
De un pedido de 48 aerosoles de una reconocida marca, la droguería que les provee les entregó seis unidades, solo dos en aerosol. Como también explicaron a LA NACIÓN en las farmacias de San Miguel de Tucumán, donde hay igualmente faltante, las droguerías van asignando las unidades que reciben para atender la alta demanda de esta y otras provincias del noroeste, donde se extienden los casos de dengue y, asimismo, de chikungunya, ambas enfermedades transmitidas por la picadura de mosquito.
Campero busca en la computadora la lista de precios: el aerosol de 170 mililitros (envase naranja) aumentó de $700 a $950 desde que empezó la epidemia. En crema, la unidad de 60 gramos cuesta $270, con una diferencia promedio entre entregas de unos $30. Por el faltante y, también por el precio, los clientes comentan que recurren a hierbas o preparaciones caseras que, por la cantidad de casos en la zona, no están dando resultado.
En la capital provincial, hay que recorrer en promedio diez farmacias para poder dar con un repelente. En los supermercados, directamente los repositores responden “No hay” ante la góndola vacía o en la que ya no prevén un lugar para ubicar ese producto, entre espirales e insecticidas. A María del Carmen Ferreira, vecina del barrio La Bombilla, le ofrecieron esta semana a la salida del Hospital Avellaneda, en la zona norte de la capital, repelentes en crema de 60 gramos a $400. “¡Antes de esto [por la epidemia] el mismo producto costaba $100!”, se quejó.
En las farmacias del microcentro, a cuadras de la Casa Histórica o la Gobernación, el personal de seguridad cerca de la puerta ya informa el faltante: “Nada”, “No hay”, “Puede ser a la noche”, “No quedó nada” y “Está agotado”.
En la que está justo en la esquina de Batalla de Maipú y la peatonal Provincia de Mendoza, un empleado aconseja “Deje de buscar” y con la cabeza indica otra opción: el insecticida en aerosol que, cada tanto, rocía en el local, según muestra. “¿En los hospitales estarán entregando algún repelente a la población?”, pregunta LA NACIÓN, tras un comunicado local de que la Farmacia Oficial, que depende del Sistema Provincial de Salud (Siprosa), está produciendo repelente y paracetamol para atender la alta demanda. “¡No!”, responde el empleado y sonríe. A la salida, por la peatonal, una mujer lleva a su bebé en un cochecito con un tul de protección.
“Con el dengue sabemos que, en primer lugar, lo que tenemos que hacer es evitar que los mosquitos nos piquen. En nuestras casas, como afuera, es fundamental el uso de repelente. Nosotros fabricamos uno de citronela y tenemos cantidad suficiente para proveer a los Centros de Atención Primaria de la Salud (CAPS), policlínicas y hospitales –había manifestado el miércoles de la semana pasada el ministro de Salud provincial, Luis Medina Ruiz, al recorrer la planta del Siprosa–. Por lo tanto, le queremos llevar tranquilidad a la población e incentivar también al uso de espirales y de tules de protección en cunas y coches de los niños”.
Finalmente, en la farmacia de Maipú al 100, a media cuadra, quedan unidades de un repelente de citronela pediátrico. “Son los últimos”, advierte el empleado ante la indecisión, y factura un spray de 100 mililitros a $1343.
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