Lo bueno y lo malo de ser la primera de tus amigas en tener hijos
La sintonía con mis amigas era perfecta hasta que un buen día llegó mi bebé. A mí me cambió la vida. A mis amigas, no tanto.
Todas enloquecieron cuando conté que estaba embarazada. Se emocionaron, se alegraron y morían por conocer a mi hijo... Pero sus vidas siguen siendo las mismas que antes. La que tuvo que cambiar todos los hábitos y horarios soy yo. Sin embargo, hay tanto desventajas como ventajas de ser la primera del grupo en tener un hijo. Empecemos con la parte negativa:
Lo que no está tan bueno
-No se acuerdan de que tengo un hijo y arman programas imposibles: mis amigas, con toda la libertad que poseen, a veces no se dan cuenta de lo complicadas que pueden resultar algunas de sus propuestas: "¿Salimos el miércoles después de comer a tomar algo que hace mil que no nos vemos?" o "Hagamos la despedida de soltera de Loli en Rosario todo el fin de semana" son programas imposibles para mí, que no sólo voy a estar agotada si es después de las 10 pm, sino que encima no siempre tengo con quién dejar a mi hijo y tengo que hacer malabares para lograr asistir. Esto no quiere decir que tengan que cambiar todas por mí, ¡pero que después no me recriminen si falto!
-Están todas perfectas y yo con unas ojeras terribles: la falta de sueño hace estragos y de pronto parezco no solo la mamá de mi hijo, ¡sino la mamá de mis amigas! Todas ellas tienen las uñas hechas, el pelo divino, zapatos con megaplataformas recién estrenados y yo ando con las sandalias más bajas y cómodas que haya encontrado, el pelo hecho un bollo y atado para prevenir que mi bebé me lo arranque... ¡y de uñas ni hablemos! A veces me siento la Betty La fea del grupo:
-Les da asco/pudor hablar de pañales, vómitos y demás: querés contar una anécdota de algo que te pasó con el niño esta semana y de repente te das cuenta de que todas te miran con cara de "¡Qué asco!". Claro, no están acostumbradas... Pero en el fondo yo siempre pienso: "¡No se hagan que a ustedes también les va a tocar!"
-Las preocupaciones y temas en común no son los mismos: todas tenemos nuestros problemas. Pero a veces me da envidia cuando escucho que el mayor dilema que tiene alguna es "si ir al gimnasio a la mañana o a la tarde", mientras que yo no creo que pueda volver a pisar un gimnasio en todo el año (ni que antes de ser madre hubiera ido al gimnasio... pero bueno, si me gustara...). Por otro lado, los temas en común son menos y no estamos tan en sintonía como antes.
-Las charlas y visitas son exprés: ya no existe quedarse charlando horas por teléfono o whatsapp. Ahora, la mayoría de mis mensajes son al mejor estilo telegrama y con horrores de ortografía que nunca había tenido en mi vida. Algo parecido pasa cuando nos juntamos: si no llevo a mi bebé conmigo, siempre soy la última en llegar y la primera en irme. No aparezco en ninguna foto de fin de fiesta, pero la verdad es que ¡no llego viva a ese momento!
Lo que está buenísimo (sí, hay muchas cosas positivas)
-Todas lo quieren cuidar: mis amigas no paran de ofrecerme manos y ayuda para cuidar a mi hijo. Todas mueren por que se los deje un rato. Cosa que cuando todas tengan hijos, no va a suceder. "¡Que cada una se haga cargo de los suyos!", van a decir en el futuro.
-No les molesta que lo lleve a las reuniones: al contrario, casi que se ofenden si voy sola. Además, cuando lo llevo todas lo quieren sostener y jugar con él, lo que les da a mis brazos un respiro y puedo pensar en otras cosas por un rato. Estoy segura de que cuando todas tengamos hijos, más de una vez la consigna para juntarse va a ser "¡Sin hijos por favor!". Pero por ahora, el mío es bienvenido.
-Lo llenan de regalitos: cada una que viaja se acuerda de "el nuevo sobrino" y siempre liga algún regalito de parte de ellas. Además, hasta las madres de mis amigas, que morirían por tener nietos también, me hacen llegar ropa, juguetes y demás obsequios que no hago más que recibir con los brazos abiertos.
-Soy la primera en elegir nombre: ¡No es un tema menor! A varias de mis amigas les gustan los mismos nombres que a mí, pero por suerte yo fui la primera en elegir del vasto abanico de opciones que existen. Y, si no quieren repetir, a las últimas en tener descendencia les quedarán las peores opciones ¡o se van a tener que poner muy creativas buscando en el libro de nombres!
-Les fascina que les cuente todo sobre mi hijo (al menos de vez en cuando): si bien trato de no ponerme monotemática con el tema, cuando me preguntan me encanta hablar sobre mi hijo. Y por lo general, mis amigas se muestran más que interesadas e intrigadas y me miran con los ojos como platos, sabiendo que algún día muchas de ellas también se verán en este rol.
-Pasé a ser una referente: para las siguientes en tener hijos o las que planean tenerlos, yo voy a ser la única que pueda transmitir su experiencia y estaré disponible para dar algún consejo si me lo piden. Además, probablemente sea la primera en enterarme o darme cuenta si alguna está embarazada, por el simple hecho de que yo ya lo viví.
-Tengo la mejor excusa para tirar "bomba de humo" e irme temprano de ese programa que resultó ser un embole o decir que no a algo que no me entusiasma. La verdad es que no suelo usar a mi hijo de excusa en vano, pero tampoco digo que sí a tantos programas como antes, soy mucho más selectiva: si no vale la pena realmente, no voy a resignar tiempo con mi bebé para ir a algún lado.
Hay cosas buenas y malas de ser la primera en pasarse al bando de las madres, pero es bastante difícil conciliar los dos mundos y buscar un espacio para seguir conectando con mis amigas. Lo que me motiva es que, si tengo un poco de paciencia, un día varias de ellas también van a estar en mi lugar y yo las voy a entender más que nadie.
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