Llegó al país un programa médico que elimina sin cirugía una malformación frecuente en bebés y la discapacidad asociada
Liderado por una entidad internacional con apoyo del Rotary Club, promueve la apertura de consultorios especializados en una técnica no invasiva para tratar el pie equinovaro
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En un consultorio alejado de los demás, en el primer piso del Hospital de Niños Pedro de Elizalde, dos residentes del Servicio de Traumatología y Ortopedia trabajan concentrados en una de las dos camillas. Ahí está recostado Bruno, un bebé de seis meses que nació con pie bot o equinovaro, una malformación congénita que hace que uno o ambos pies se desarrollen torcidos hacia adentro y abajo. Se trata de uno de los primeros consultorios especializados que funciona en el sistema público de salud.
Con maniobras delicadas, mientras van enyesando, los médicos estiran de a poco ligamentos y tendones para corregir el defecto del pie por el que acaban de empezar a trabajar. Lo hacen mientras los supervisan dos referentes internacionales en esa técnica no quirúrgica que llegaron al país el domingo para evaluar su aplicación en hospitales pediátricos de Santa Fe, Córdoba, la ciudad y la provincia de Buenos Aires.
Es parte de un programa que está impulsando en países de la región la Asociación Internacional Ponseti (PIA, por su nombre en inglés) con el apoyo del Rotary Club, a través de representaciones locales. Su objetivo es facilitarles a las familias el acceso temprano a un tratamiento creado a mediados del siglo pasado y que es diez veces más económico para el sistema sanitario que la corrección quirúrgica que todavía se sigue aplicando.
Mediante el uso progresivo de yesos semanales, un corte quirúrgico del tendón de Aquiles con anestesia local y una férula para dormir que utiliza el método Ponseti, por el nombre de su creador, no hay riesgo de infecciones, dolor ni la carga para las familias asociados con la cirugía como tratamiento primario.
En el país, cada año nacen unos 700 chicos con pie equinovaro, según explica Miguel Paz, presidente de la Sociedad Argentina de Ortopedia y Traumatología Infantil (Saoti), que coordina el programa en el país. A esa población, hay que sumar los adolescentes, jóvenes y adultos –médicos de esta iniciativa en Colombia trataron con buenos resultados a un hombre de 62 años– que no pudieron acceder a un tratamiento que resuelva un problema, que se puede detectar en los estudios por imágenes prenatales a partir de la semana 20 de gestación.
Con esto, se les puede explicar a los padres de qué se trata la malformación, que no afecta el estado de salud general del bebé, y que hay un tratamiento correctivo no invasivo con más del 95% de efectividad que demanda por lo menos cinco años. Antes del parto, ya se puede indicar la derivación al consultorio especializado.
José Morcuende, presidente de la PIA y jefe del Servicio de Pie Equinovaro de la Universidad de Iowa, que es donde se creó el método, considera que en cinco años con este programa nacional “se elimina la discapacidad asociada con el pie equinovaro” en el país. “El método Ponseti se transforma en una intervención de salud pública”, agrega en diálogo con LA NACION durante una pausa en la visita al consultorio que se abrió en el Hospital Elizalde, a metros de la Plaza Constitución.
Séptimo yeso
El equipo formado por los residentes de ortopedia y traumatología infantil Marina Benini, Santiago Galli y Jairo Vélez, con el instructor Facundo Moyano, atiende los martes y los jueves a 15 chicos por día, entre pacientes nuevos y en seguimiento. A Bruno, el bebé en la camilla, que empieza a llorar recién cuando los médicos empiezan a trabajar en el otro pie, lo derivaron desde el Hospital Penna, donde Olga tuvo el parto. “Es el séptimo yeso”, cuenta la madre, que sigue atenta el trabajo de los profesionales. “Al principio, nos costó ver cómo tenía los pies porque no lo habían detectado en los controles prenatales, que me decían que todo estaba bien –recordó–. El parto fue por cesárea y, al mes y medio, ya empezamos con las sesiones acá [por el Elizalde].”
La familia ya sabe que tiene por delante cinco años de tratamiento, con la cirugía con anestesia local para cortar el tendón de Aquiles (tenotomía), que se regenera para normalizar la posición del pie, seguida del uso de un yeso durante un mes y una férula durante unos tres meses. “Nos costó conseguir el turno, pero la atención es muy buena. Hay muchos casos como el de Bruno y todo depende de los padres, de ocuparse. Desde que me enteré de que mi hijo tenía pie bot, no me quedé quieta. En casa, todos están pendientes y él está bien”, describe Olga.
“Cualquier malformación impacta a los padres y es lo que pasa cuando se enteran que su hijo tiene pie equinovaro o lo ven al nacer –apunta Morcuende–. El diagnóstico prenatal, en nuestra experiencia de años, quita mucha de esa carga o tensión y saber que hay un tratamiento, que además es muy simple, es muy bueno para ellos. La cirugía convencional corrige hoy la deformación, pero en los años siguientes los tejidos se vuelven a contracturar y hay que repetir la operación. Con la técnica con yeso y férula, eso se evita”.
Este martes, desde temprano, el equipo del Elizalde trabajó con Morcuende, Paz y Mónica Nogueira, cirujana ortopédica del Departamento de Ortopedia Pediátrica del Hospital del Servidor Público Estatal, San Pablo, Brasil, y fundadora de PIA Latinoamérica. Y justo cuando Bruno empieza a llorar, Nogueira, que está manipulando el yeso, pide que acerquen una silla a la camilla para que Olga pueda calmar al pequeño paciente amamantándolo.
Los tres referentes están supervisando desde el domingo el desempeño de los nueve consultorios del programa abiertos en los hospitales, en su mayoría pediátricos, Pedro de Elizalde y Gutiérrez (ciudad de Buenos Aires), Sor María Ludovica (La Plata), Garrahan y Posadas (hospitales nacionales), Federico Falcón (Del Viso), Claudio Zin (Malvinas Argentinas), Santísima Trinidad (Córdoba) y Víctor Vilela (Rosario). En la ciudad de Córdoba, también colaboró el Sanatorio Allende. Además de la Argentina, el programa está funcionando en Bolivia, Colombia, República Dominicana y México.
“Estamos en esta fase de evaluación del entrenamiento para ver cómo están estructuradas las clínicas, cómo es la atención que reciben los pacientes y cómo están los chicos –dice Nogueira–. Nos da mucha alegría de ver que el proyecto está avanzando muy bien, con respaldo de las autoridades sanitarias locales. Los padres están muy conformes. Vemos cómo se evita que una persona que iba a tener una discapacidad, la tenga. Los resultados están a la altura de los centros de excelencia de Estados Unidos y Europa”.
Compromiso
Lo más importante es, para la experta, el compromiso de los padres con el tratamiento. “La primera parte, depende de los médicos, pero el uso de la férula [botas con una barra que mantiene los pies en posición normal], que ayuda a mantener la memoria una vez hecha la corrección [en los tejidos], depende mucho más de los padres. El mismo factor que genera la fuerza para que los pies estén hacia adentro, sigue activo y va perdiendo intensidad a medida que el chico crece. Las partes blandas [ligamentos y tendones] mandan sobre los huesos”, explicó. La férula se utiliza primero de noche y durante algunas horas de día. Luego, solo de noche hasta que la corrección se mantiene sin necesidad de ayuda extra.
La iniciativa con el Rotary Club atrajo la atención de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que convocó a Morcuende, Nogueira y Paz a exponer en una reunión en Ginebra los resultados del programa del tratamiento acorde del pie bot, sin costo para el paciente, que se están obteniendo en la región. “Vamos a presentar el programa en la Argentina, el impacto en la salud pública y cómo se está replicando en la región, con la idea de poder implementarlo a nivel mundial”, detalló Paz.
La iniciativa incluye no solo la apertura de consultorios especializados en los hospitales que participan, sino también el entrenamiento de los profesionales en el uso de la técnica, lo que en el país ocurrió durante una semana hace ocho meses y estuvo a cargo de Morcuende y Nogueira. Los hospitales aportan el espacio y el personal, con el compromiso de brindar un servicio con ciertos estándares de calidad, y el Rotary Club dona el equipamiento de los consultorios.
¿Qué falta para mejorar el acceso al tratamiento en el país? “Coordinar mucho mejor la derivación de los pacientes a los centros especializados, lo que va a reducir las complicaciones, como la discapacidad asociada –resume Paz–. Pero también hay que facilitar más el acceso a esos centros y hay métodos para hacerlo, como lugares de alojamiento para las familias que tienen que viven más alejados o que no tienen recursos para el transporte”.
Héctor Klappenbach, jefe del Servicio de Traumatología y Ortopedia Infantil del Elizalde, destaca la visita de los referentes internacionales para monitorear el consultorio aislado del resto del área de atención y yeso. Esto, de acuerdo con los lineamientos del programa, permite que el paciente se relaje antes de la sesión.
“Tenemos una demanda muy importante no solo de pacientes de la Capital, sino también del conurbano, con derivación, del interior, y hospitales de Paraguay y Bolivia –señala el especialista–. Para el chico que ingresa al hospital con pie bot, son por lo menos tres años de seguimiento personalizado. Cada integrante del equipo tiene pacientes asignados que siguen hasta que se les da el alta. Nos encargamos de que el paciente tenga todo el tratamiento y los elementos necesarios cubiertos. Lamentablemente, en muchos casos, la derivación no es oportuna y los chicos llegan andando, cuando se complica la evolución y las secuelas. Es una patología de fácil diagnóstico y, cuanto antes se empiece a tratar, mejor. Ya en la ecografía prenatal se puede identificar para hablar con los padres e indicar la derivación después del parto”.
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