“Libertad” o “problemas de empatía”: las familias que practican homeschooling en la Argentina
Se estima que, desde 2020, más de 5 mil estudiantes comenzaron a realizarlo en el país; la pandemia de Covid-19 ayudó a su impulso
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“Mi experiencia con el homeschooling fue increíble. Escuché ambas campanas y sé lo que es estar encerrada horas en el colegio, viendo las materias que ellos te dan, al ritmo que quieren, hacerles caso y, también, estudiar en mi casa, manejando mis tiempos, sin tener que aprender de memoria una materia que no me interesa y que no la voy a necesitar en mi futuro”, explicó a LA NACION María Candelaria Fraile, una joven de 22 años que practicó homeschooling desde los 13.
Si bien no existen cifras oficiales de cuántas familias practican el homeschooling, la organización Homeschooling Argentina estima que, desde 2020, unas 5 mil familias comenzaron a realizarlo en el país. La pandemia de Covid-19 ayudó a su impulso.
La práctica creció en el último medio siglo en el mundo, en medio de alabanzas y críticas. Algunos destacan la libertad que da a los chicos, los beneficios de aprender a ser responsable de uno mismo y de tener una educación guiada por los propios intereses. Otros cuestionan posibles problemas de empatía, de socialización, en los chicos. Y destacan que la educación en escuelas sirve también como sostén en casos de familias con problemas económicos, o incluso en casos de violencia intrafamiliar. El homeschooling profundizaría esas situaciones de vulnerabilidad.
El movimiento comenzó en la década del ‘70, en los Estados Unidos. Lo popularizaron escritores como John Holt, Ivan Illich y Raymond Moore, que criticaban las metodologías educativas tradicionales.
En contraposición a ese modelo, la educación en casa, según esos autores, sería controlada por los padres, que verían qué, cómo y cuándo sus adquieren conocimientos. Además, brindaría diferentes tipos de enseñanzas, como por ejemplo manejar una huerta, trabajar con madera, crear y vender productos, entre otras.
¿Cómo se lleva a cabo?
Existen diversas maneras de practicarlo. Algunos adquieren los libros que se utilizan en las escuelas, otros compran programas de educación que ofrecen diversas empresas y otros contratan institutrices para que les enseñen a sus hijos.
Amalia Van Thienen, madre de 12 hijos, de los cuales cuatro realizaron homeschooling, autora del libro “Homeschooling: ¿es posible instruir y educar a nuestros hijos en el hogar?” y creadora del blog “Amalia Van Thienen, Homeschooling Argentina”, contó a LA NACION que contrató a cuatro tutores para que se encarguen de dictar ciencias exactas, naturales, humanísticas, religión y arte, hasta que sus hijos comprendieron cómo manejar sus tiempos y ya no necesitaron que alguien “les marque lo que debían hacer”.
“Siempre estudiaron todos juntos, porque los profesores se adaptaron a cada uno, y así el más chico también aprendía del más grande, porque se generaba un intercambio de conocimientos”, añadió.
Alejandra Pesce creó el programa “Educación alternativa en casa” con el fin de asesorar a padres que están comenzando con el homeschooling y no saben por dónde arrancar: “Cuando era docente, veía el desinterés constante de los chicos. En la escuela no les permitían jugar, crear ni dibujar, por lo que frenaban su imaginación. Intentaba que realicen otras actividades, como manejar una huerta, pero la institución no me brindaba los materiales y se me hacía más difícil”, explicó.
“Comencé a educar a mis hijas en mi casa cuando la más grande estaba en segundo grado y la más chica en sala de cuatro. Ahí me di cuenta de que eso era lo que quería para mis alumnos, por lo que renuncié a mi trabajo”, dijo.
“Desescolarización”
El primer paso que se debe realizar es la desescolarización. Algunos deciden rendir libre porque es la forma gratuita. Para eso se deben certificar en la zona en la que vivan, completar un formulario y ser asignados a una escuela, que les dirá día y hora para ir a dar el examen. Luego de tres días, les llegan los resultados. Mientras que en la ciudad de Buenos Aires este tipo de evaluaciones son anuales, en el interior del país la evaluación se realiza al terminar la primaria o la secundaria.
Otra manera es anotarse en una academia extranjera, en donde el estudiante no depende de las metodologías de la institución, aunque sí cursa y se le otorga un certificado común que, luego, se valida en el país.
“Mis horarios dependían de mis días y de mis actividades. Me despertaba temprano porque estudiaba por la mañana y me tomaba la tarde para hacer otras cosas”, expresó a este medio María Candelaria, quien decidió rendir libre. “Cuando me presentaba a los exámenes, estaba segura porque tenía mis tiempos para estudiar, nadie me corría y me era fácil organizarme”, dijo.
Por su parte, “Y”, una niña de 10 años que se educa en su hogar, también rendirá libre. Hoy en día está cursando quinto grado y, cuando comience el secundario, seguirá manteniendo esta modalidad. No quiere ir al colegio porque le hicieron bullying en dos escuelas diferentes y, a su vez, le encanta el homeschooling, ya que elige qué aprender. Vive en Córdoba y, en ocasiones, asiste a un espacio Montessori en el que comparte con más chicos y tienen proyectos, como vender pan y hacer una huerta.
Críticas
La principal crítica que se le presenta al homeschooling es la falta de interacción del niño. Al no asistir al colegio, esto podría perjudicar su socialización. “El desarrollo normal del infante está condicionado por el contacto con sus pares, lo cual construye su capacidad de empatizar y otros rasgos importantes de su personalidad. El otro nos refleja características de uno mismo”, explicó a LA NACION la médica psiquiatra María José Elías.
En tanto, Emmanuel Castelao, profesor de la Escuela Infantil N°4, Distrito Escolar 13 de la CABA, concordó con la especialista y agregó que el colegio no solo se basa en educar, sino también en formar ciudadanos. “El vínculo con un otro es muy importante, no solo de docente a alumno, sino también de parte de los compañeros. Muchas veces terminan aprendiendo más entre ellos que con el propio educador”, dijo.
“El colegio acompaña el crecimiento, el educador funciona como un sujeto de contención, de cuidado y de amor”, agregó Elías.
Asimismo, sostuvo que muchos niños se sienten escuchados y cuidados por los directivos, ya que tienen padres que no están presentes en su crecimiento. “En el caso de una familia violenta, la institución puede ser un lugar de atención, pone en evidencia lo que está sucediendo en el hogar y los adultos toman medidas al respecto”, desarrolló.
“Camino de integración”
Para Van Thienen, “es un concepto errado pensar que solo en el colegio se dan las relaciones”. Según esta impulsora del homeschooling en el país, “los compañeros no son amigos, debido a que no suelen tener los mismos gustos, solo el mismo espacio de educación al cual están obligados a ir”.
“La educación en el hogar es un camino de integración”, dijo Van Thienen. “Las escuelas retrasan a la sociedad porque autoexigen a los alumnos, que pierden las ganas de aprender y de leer porque están mareados con tantas asignaturas. No les brindan una enseñanza personalizada, tampoco se adaptan, pierden el tiempo con materias que no les interesan y las horas son muy extensas”.
Asimismo, María Candelaria, que estudió con homeschooling, declaró que solo iba a la escuela para vincularse con personas de su edad, pero que se dio cuenta de que también podía hacerlo de otras maneras, con actividades extracurriculares que le apasionaban.
“Otro juicio errado es pensar que esos chicos que estudian en sus hogares no pueden adaptarse a las universidades, porque no están acostumbrados a estar en contacto con un profesor ni con alumnos”, dijo Van Thienen.
Así lo asegura María Candelaria: “Hoy en día, voy a una facultad presencial y el homeschooling me ayudó mucho, porque nunca tuve a nadie atrás que me corra con mis tiempos y, desde chica, aprendí a manejarlos sola”.
Legalidad e ilegalidad
En algunos países, como Alemania, la práctica del homeschooling está prohibida.
El Estado alemán considera que el colegio tiene una función indelegable. Es el encargado de crear ciudadanos responsables que puedan participar en los procesos democráticos. Se busca que los padres no puedan adoctrinar religiosamente a sus hijos, y se asegura así que los niños provenientes de familias con dificultades económicas tengan una educación.
En la Argentina, el homeschooling no es una práctica regulada. Es decir que no existe una ley que la prohíba, pero tampoco una que la ampare. Lo mismo pasa en los 50 estados de Estados Unidos.
Esto puede generar problemas, como uno que indicó Van Thienen. “Algunos de mis hijos eligieron escuelas que quedaban en otras provincias, y me cuestionaron cómo uno tenía un título de una institución que estaba en Mendoza si él vivía en Buenos Aires”, dijo, aunque señaló que el tema no fue grave.
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