Liberan a la pareja del hombre mutilado en Venado Tuerto
Como Bobbit: igual que el caso del marine, los vecinos de la concubina del joven que apareció con el órgano cortado afirman que había anticipado que esto le sucedería; ella está libre por falta de evidencias.
VENADO TUERTO.- Ni el pesimista más teórico de la comunicación jamás imaginó que un sonado caso policial norteamericano como el protagonizado por Lorena y John Wayne Bobbit en 1993 podría llegar a ser la fuente de inspiración de un crimen pasional en una perdida población de la pampa argentina. Sin embargo todo indica que fue así. Que la publicidad que recibió un ex marine norteamericano, erigido en popular astro porno merced a la mutilación del pene que sufrió de manos de su mujer, sirvió de ejemplo para planificar una venganza alimentada por una ira y un despecho incontenibles.
Al parecer, la insistencia con que las imágenes de TV difundieron cada detalle de aquel recordado drama alimentó la imaginación de quienes en la madrugada del martes irrumpieron en la casa del enfermero Jorge Vera, de 31 años, para cortarle el pene con una navaja de peluquero tras haberlo inmovilizado.
La primera reacción policial fue detener a Angela Oneglia, de 45 años, con quien la víctima, pese a compartir la misma vivienda había roto relaciones. La ausencia de evidencia en contra de ella obligó a que la pusieran en libertad ayer.
Tras examinar al paciente, el médico forense Ernesto Verga aseguró a La Nacion que el órgano fue "cortado de raíz con un elemento muy filoso, aunque por las características de la herida se puede asegurar que no fue hecho por un profesional; no fue un médico ni un enfermero, pero sí alguien que sabía bien qué quería".
Fuentes cercanas a la investigación revelaron que no descartan que se pueda estar frente a un caso de automutilación, al tiempo que Verga desechó la hipótesis. "Estoy seguro de que el corte no se lo hizo él", afirmó.
El hecho de que, pese al minucioso examen realizado por 16 policías en un primer momento, el pene no haya sido encontrado y que, horas más tarde, apareciera tirado junto a la puerta donde fue atacado Vera hace suponer que los autores no se alejaron enseguida de la escena del crimen.
Es más, asoma la idea de que la víctima podría conocer su identidad y que, por razones desconocidas, se niega a revelarla. "Cuando le tomemos declaración vamos a saber cuánto hay de verdad en las versiones que circularon en las últimas horas", dijo escépticamente un policía.
Las reticencias no son antojadizas: la ciudad es un hervidero donde cada uno de sus habitantes tiene una versión sobre cómo y por qué pasó lo que pasó. Pero en realidad pocos saben a ciencia cierta la intimidad de la historia de Angela y Jorge.
Una mujer cambiante
Refugiado en el Sanatorio de la Ciudad donde está internado su hermano, Osvaldo, el hermano mayor, confesó su desconcierto frente al tenor de la agresión. "Todo el mundo sabe que Jorge es un buen tipo, que nunca le hizo mal a nadie - aclaró-, por eso no me explico cómo pasó esto." Sin abandonar su guardia junto la puerta de la sala de cuidados intensivos, reconoció que la relación que mantenían Jorge y Angela se había deteriorado en el último tiempo, por lo que habían tomado la decisión de separarse. Admitió: "La verdad, nunca se llevaron bien, discutían mucho." Si bien se negó a exponer sus hipótesis sobre el ataque, no descartó que la antigua concubina de su hermano pudiera estar involucrada en el asunto. "Era una mujer muy cambiante." Claudio, el hermano menor, opinó: "Sólo puede haberlo hecho un loco, alguien que no tiene seso. Le arruinaron la vida."