Leqembi: qué tan efectiva es la droga contra el Alzheimer que aprobó la FDA y qué riesgos puede traer
La droga desacelera levemente el avance de la enfermedad; sin embargo, muchos especialistas advierten que puede ser potencialmente dañina para el cerebro
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WASHINGTON.- Parado en el pasillo del hospital, Jay Reinstein discute con su padre sobre el personaje de misántropo que interpreta Larry David en la serie El show de Larry, de la cadena HBO.
“Me cae mal. Es de mal corazón”, dice Max, de 88 años. Exasperado, su hijo Jay le responde: “Pero papá, ¡es una comedia!” La madre de Jay –Lois, de 85 años—, mira con resignación mientras padre e hijo llegan a una tregua en base a su mutua admiración por Mel Brooks.
El amigable enfrentamiento sirve para disfrazar la verdadera razón de la visita de los Reinstein al Hospital RedStar de la Universidad de Georgetown: no es por los padres octogenarios de Jay —su padre sigue ejerciendo como contador público—, sino por el propio Jay, que tiene 62 años y sufre de Alzheimer de inicio temprano, que lo dejó afuera de un trabajo que amaba y que en los últimos tiempos hasta le impide manejar. Vino al hospital para realizarse estudios que determinen la velocidad de avance de su enfermedad.
Desde que le diagnosticaron Alzheimer hace cinco años, Jay pasó por todos los estados de ánimo, entre la desesperación y el pánico por su destino. Pero ahora ve una luz de esperanza: una nueva droga llamada lecanemab (cuyo nombre comercial es Leqembi). No es una cura ni permite recuperar los recuerdos perdidos a causa de la cruel enfermedad neurodegenerativa, pero el nuevo fármaco desacelera levemente su avance, aunque también suscita interrogantes sobre su seguridad y sobre su costo, que ha generado una fuerte controversia. Y las pruebas que tiene que hacerse Jay tal vez lo ayuden a que le receten el medicamento. “Quiero más tiempo para poder pasarlo con mis cinco nietos”, dice.
El lecanemab estuvo en fase de ensayos clínicos y en un periodo de 18 meses logra ralentizar un 27% el avance de la enfermedad, en comparación con un placebo. Eso representa un freno de cinco meses en el avance del Alzheimer, una cifra que a algunos les parece insignificante pero que otros celebra como un hito de la medicina para contrarrestar una enfermedad que hasta hace poco era considerada intratable. Hoy la Administración de Alimentos y Medicamente de Estados Unidos (FDA) aprobó plenamente el lecanemab. Así fue la primera vez que dio luz verde a un tratamiento que modifica el curso de la enfermedad. Hay otras drogas para el Alzheimer que tratan los síntomas, y por lo general con pobres resultados.
“Estoy muy emocionado”, dice Allan Levey, neurólogo de la Escuela de Medicina de la Universidad de Emory, Atlanta, y agrega que el lecanemab y otras drogas para el Alzheimer que están en proceso de desarrollo “me dan esperanza a mí como especialista, y sobre todo a mis pacientes”.
“El lecanemab no llega a ser un golazo, pero es un buen pase que permite avanzar”, dice Reisa Sperling, investigadora del Alzheimer del Hospital Brigham & Women de Boston. “Tengo la sensación de que es el inicio de una nueva era”.
Cuestionamiento
Sin embargo, los escépticos señalan que la efectividad del fármaco es limitada —tal vez incluso demasiado sutil para que el paciente note el cambio—, y que es potencialmente dañino para el cerebro, causando inflamación y hemorragias. Además, es una medicación muy cara: 26.500 dólares al año. La sumatoria de puntos problemáticos anticipa que la nueva era de tratamientos para el Alzheimer planteará varios dilemas para los pacientes, para los médicos, y para la sociedad…
El lecanemab, una terapia intravenosa desarrollada por la farmacéutica japonesa Eisai y por la empresa Biogen, de Massachusetts, pertenece a una nueva categoría de medicamentos para el Alzheimer: anticuerpos monoclonales o proteínas artificiales que reducen drásticamente la acumulación tóxica de placas amiloides en el cerebro, sello distintivo de la enfermedad. Un fármaco similar de laboratorios Eli Lilly, llamado donanemab, podría ser aprobado por la FDA a fines de este año o principios del próximo.
Debido a cuestiones logísticas y de seguridad, es probable que durante un tiempo el lecanemab se administre mayormente en centros médicos académicos con experiencia en el tratamiento de pacientes con Alzheimer, porque están mejor preparados para la compleja tarea de encontrar pacientes elegibles para la droga y hacer su seguimiento. Pero incluso esos centros de salud tienen problemas para establecer protocolos de seguridad, encontrar salas adecuadas para aplicar la infusión intravenosa, y contratar a más especialistas, en medio de una enorme escasez de expertos en demencia.
“Todos reconocen que no tenemos capacidad para atender a muchos pacientes más, ni para atraer a todos los que puedan estar interesados”, dice el doctor Jeffrey M. Burns, neurólogo de la Universidad de Kansas. “Habrá cada vez más gente que quiera ingresar en los centros especializados, y nadie está preparado para ese escenario.”
Pero nada asegura que se produzca un aumento inmediato de la demanda. David S. Knopman, neurólogo de la Clínica Mayo en Rochester, Minnesota, dice que cuando les informa a los pacientes mayores que lecanemab implica trasladarse cada dos semanas hasta un centro de infusión “el tema se complica”. La mayoría de sus pacientes tienen más de 70 años, y suelen tener otros problemas de salud. “O tienen problemas ellos, o sus cónyuges, o simplemente no quieren tener que trasladarse.”
El problema de la identificación
El lecanemab es para pacientes con deterioro cognitivo leve o demencia temprana causada por Alzheimer. El gran desafío será identificar a esos pacientes rápidamente, antes de que la enfermedad avance tanto que la droga ya no sirva, y demandará mucho tiempo de los médicos. De hecho, hay muchas personas con deterioro cognitivo leve que no son detectadas y diagnosticadas.
Para obtener el medicamento en Estados Unidos, los pacientes tendrán que presentar evidencia de una acumulación de placas amiloides en el cerebro. Eso se determina mediante una tomografía por emisión de positrones, que pueden costar miles de dólares, o por punciones lumbares, que suelen ser muy dolorosas. La detección por análisis de sangre está en el horizonte inmediato, pero su uso todavía no es generalizado.
Después de empezar a recibir las infusiones de lecanemab, los pacientes tendrán que realizarse varias resonancias magnéticas cerebrales para detectar efectos secundarios. La inflamación y el sangrado en el cerebro generalmente se pueden controlar sin problemas, señalan los médicos que han participado en ensayos clínicos de medicamentos antiamiloides, y agregan que los efectos secundarios no son peores que los de algunos medicamentos contra el cáncer.
Pero se cree que en uno de los ensayos clínicos claves se produjeron tres muertes relacionadas con el lecanemab, y algunos pacientes, incluidos los que toman anticoagulantes o tienen una afección que causa microhemorragias cerebrales, podrían ser especialmente vulnerables a efectos secundarios más nocivos. Algunos expertos temen que si la droga no se administra correctamente puede haber más personas en riesgo, y que incluso el futuro del fármaco podría correr peligro.
Efectos secundarios
Un potencial candidato a recibir el lecanemab en la Universidad de Kansas es Steve Grant, profesor de historia jubilado que sigue trabajando como entrenador de golf. Grant tiene 73 años, este año le diagnosticaron deterioro cognitivo leve, y tiene la esperanza de que la enfermedad quede en su fase inicial durante el mayor tiempo posible: los efectos secundarios lo tienen sin cuidado.
“Sí, entiendo que el lecanemab puede ser apenas un parche, una solución temporaria o simplemente una breve prolongación de la normalidad, pero con eso me basta”, dice Grant, cuyo padre murió de Alzheimer a los 69 años. “Estoy listo para ayudarme a mí mismo, tanto por egoísmo como para no ser una carga para los demás.”
Pero hay otros pacientes con Alzheimer que rechazan el lecanemab de plano.
“Falta investigar mucho antes de probarlo en las personas”, dice Joanna Fix, de 54 años, una vecina de Colorado Springs con Alzheimer de inicio temprano.
El neurólogo Thomas M. Wisniewski, del Centro Langone Health de la Universidad de Nueva York, apunta que el lecanemab es una gran confirmación de la hipótesis de la “cascada amiloide”, que desde hace mucho tiempo sostiene que eliminar las placas amiloides del cerebro puede retrasar la enfermedad de Alzheimer, pero agrega que “también es un impulso para la noción general de que hay tratamientos posibles para el Alzheimer.”
Otros médicos siguen sin estar convencidos. “El medicamento fue increíblemente efectivo para eliminar el amiloide, pero solo mínimamente efectivo para mejorar los aspectos cognitivos”, señala Kenneth Covinsky, geriatra de la Universidad de California en San Francisco.
Muchos expertos coinciden en que el amiloide es solo un capítulo del problema del Alzheimer y que probablemente será necesario un cóctel de medicamentos, incluidos agentes antiinflamatorios y anti-tau, para combatir la enfermedad de manera efectiva. “Dentro de cinco años, habrá terapias combinadas, como ocurre hoy con el cáncer”, apunta Howard Fillit, cofundador y director científico de la Alzheimer’s Drug Discovery Foundation, una organización sin fines de lucro que promueve la investigación de medicamentos para la enfermedad.
Por Laurie McGinely
(Traducción de Jaime Arrambide)