Lenguaje inclusivo: en distintas formas, ya se acepta su uso en universidades
En apenas un año, siete casas de estudios nacionales lo aprobaron para diversos usos, desde el aula hasta los exámenes y las tesis; Santa Cruz lo introduce libremente en todos los niveles
"Cuando comencé a escribir con la x me equivocaba bastante. Algunos profesores me ayudaban y corregían porque siempre alguna palabra se me escapaba", contó Sofía Gorini, que entrega trabajos prácticos y exámenes en lenguaje inclusivo desde que, en 2016, empezó la carrera de Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario. Ya son siete las universidades que aceptan su uso en distintas formas.
Entre esas casas de estudios nacionales se encuentran las de Río Negro, que cuenta con un estatuto no sexista desde 2017; de la Patagonia San Juan Bosco; de Mar del Plata; de Córdoba; de Buenos Aires (UBA); de Rosario, y de San Martín.
Estas universidades ya aceptaron el lenguaje inclusivo en producciones orales y escritas, incluso exámenes y tesis, aplicable a varias de sus facultades.
Y, en la última sesión del Consejo Provincial de Educación de Santa Cruz, en diciembre pasado, se dio un paso más amplio que los que de las universidades nacionales: se autorizó su uso en las escuelas, en todos los niveles. No será de aplicación obligatoria, según se explicó, y quedará librado a la decisión de los docentes frente al aula.
Las autoridades educativas de Santa Cruz aclararon que no habrá sanciones para los maestros o profesores que no quieran aplicar esa modalidad.
La decisión, de todos modos, no fue bien recibida por muchos padres, quienes plantearon la necesidad de efectuar una consulta amplia para determinar ese cambio del lenguaje en el aula de sus hijos. Las autoridades santacruceñas plantearon que la iniciativa busca erradicar las desigualdades en la formación de los estudiantes.
Gorini recordó que, al principio, prefería hablar en un lenguaje binario: "todas y todos". Pero después comenzó a cuestionarse el uso de la "e" y la situación de quienes no se sienten identificadas con el género femenino y ni el masculino. Y
En las aulas universitarias, en tanto, en exámenes, en trabajos prácticos y en tesis, el lenguaje inclusivo se convirtió en moneda corriente entre el alumnado, las autoridades y los profesores. Algo que comenzó a escucharse en los pasillos hace unos años está cada vez más presente en la vida universitaria.
El uso de la e no es un capricho de algunos pocos. Cada vez son más los que defienden el lenguaje inclusivo. "Es respetar la identidad de género. Desde la universidad nos proponemos erradicar la violencia sexista", comentó Luciano Fabbri, coordinador del área de género y sexualidades (Agesex) de la Universidad Nacional de Rosario. Fue a fines del año pasado cuando en esta casa de estudios se aceptaron como válidas las producciones escritas y orales que optan por el lenguaje inclusivo y no sexista.
Gorini apoya el desarrollo del lenguaje inclusivo y lo implementa en su día a día. "Al principio hablábamos solo en los pasillos", recordó, y comentó que, poco después, comenzó a entregar trabajos con lenguaje inclusivo.
La mayoría de las autoridades de las universidades están de acuerdo en que la demanda por la implementación del lenguaje inclusivo proviene en gran parte de los jóvenes. "Desde el alumnado la fuerza siempre es mayor", admitió Sandra Torlucci, rectora de Red Universitaria de Género (RUGE).
Desde la Facultad de Lenguas de la Universidad Nacional de Córdoba, su decana, Elena Pérez, contó cómo atienden estas demandas: "Propusimos recomendaciones de lenguaje incluyente, para que no se confunda con la x, @ o e. Se crearon espacios heterogéneos donde se promueven el debate y la diversidad de ideas", comentó. Para ella, como para muchos docentes, fue difícil comenzar a hablar y escribir en lenguaje inclusivo.
"Hay que dejar atrás todos los sesgos de género del lenguaje. Ahora tenemos la posibilidad de cuestionar aspectos que no sean solo binarios", comentó Adrián Canelotto, rector de la Universidad Pedagógica Nacional (Unipe). Según él, en la universidad faltaría una implementación institucional. En 2018, la Unipe adhirió a la ley Micaela, de capacitación obligatoria en la temática de género y violencia contra las mujeres, y se estima que este año el lenguaje inclusivo va a llegar a tener un orden.
"Previo a mi ingreso a la universidad nunca había discutido sobre la importancia del lenguaje inclusivo. Una vez adentro me acerqué a las actividades que proponía el centro de estudiantes, en donde se comenzaba a tratar el tema", contó Jimena Milla, estudiante de la carrera de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Mar del Plata.
Más allá de los pasillos
Milla siempre entregó los trabajos prácticos escritos con la "x" y muchas veces volvían corregidos. "Comenzamos a escribir un párrafo en la introducción que aclaraba que a lo largo del trabajo se iba a utilizar el lenguaje inclusivo -explicó-. Así fue como los profesores comenzaron a ver que la gran mayoría quería escribir así".
"No podíamos quedarnos solo con el lenguaje inclusivo en los pasillos, necesitábamos que la universidad también empezara a dar un lugar para el debate", finalizó Milla, al explicar cómo fue el comienzo del proyecto dentro de la universidad.
Como muchas otras casas de altos estudios, la Unipe está asociada a la RUGE, que trabaja con las distintas comisiones de las universidades para tratar temas de género y, en especial, comenzar a guiar la aplicación del lenguaje inclusivo. "Hay una diversidad de instrumentos, como manuales y guías. No son prescriptivos, son orientativos", mencionó Vanesa Vázquez Laba, coordinadora ejecutiva de la RUGE. El objetivo es concientizar para que deje de haber rechazo por parte de la sociedad y que haya reglamentos para el uso adecuado del lenguaje inclusivo.
Para Mariángeles Camusso, docente de la carrera de Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario, el debate del lenguaje inclusivo se hizo más visible en los últimos años: "La potencia de las militancias y la masividad implicaron que ninguna estructura institucional quedara ajena y no pudiera hacerse la distraída frente a las nuevas problemáticas y reclamos".
La Universidad Nacional de Rosario aceptó como válidas las expresiones del lenguaje inclusivo y no sexista el año pasado. Durante este año se publicará una colección de materiales bibliográficos que contendrán material en el cual se presentarán cuestiones de género y del lenguaje inclusivo. Desde Agesex, en la universidad brindan actividades, talleres y paneles para capacitar a los profesores.
"Hay mucha resistencia porque también se desconoce el tema. Tuvimos que explicar que es una recomendación y no una obligación dentro de la universidad", explicó Sofía Ardusso, coordinadora de la Secretaría de Bienestar de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Las recomendaciones proponen buscar alternativas al masculino genérico.
La Facultad de Ciencias Sociales de la UBA aparece como pionera dentro de esa casa de estudios, ya que aprobó el uso del lenguaje inclusivo como recurso válido en las producciones realizadas por estudiantes de grado y posgrado. "Es un cambio que se viene dando hace un tiempo, todavía no llegó a todos los sectores de la sociedad. Somos una minoría que viene luchando desde hace bastante. Las universidades van a tener que aceptarlo", comentó Kaplan, presidenta del centro de estudiantes de esa facultad.
En el caso de Noah Pellegrini, quien estudió unos años la carrera de Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario, su relación con el lenguaje es cotidiana. "Mi pronombre es neutro, por lo tanto en el día a día milito para que se respete mi identidad, y que el lenguaje inclusivo no quede en algo teórico, sino que se lleve a la práctica en todos los ámbitos sociales, no solo en las universidades", comentó.
Además, opinó que es importante que el alumnado "tenga la posibilidad de producir trabajos en los que consiga expresarse por fuera de un lenguaje hegemónico y exclusivo" y que las universidades vayan al ritmo de los cambios sociales.
El debate del lenguaje inclusivo no está finalizado, sino que recién se abrió y se sigue desarrollando en las instituciones académicas del país. "Los conflictos ponen en evidencia que los lenguajes que habitan en nuestra sociedad están cargados de política y expresan relaciones de poder y, por eso, amerita dar la discusión y producir políticas al respecto", explicó Fabbri.
Gorini comentó que en las universidades hay mucha gente con ganas de aprender y escuchar aquellos que militan por el lenguaje inclusivo: "El lenguaje inclusivo está teniendo eco, va a salir para afuera; cada vez está más visible".
Santiago Kalinowski: "Este momento es el de mayor ebullición en la lucha por la búsqueda de la igualdad"
"Los cambios se dan de manera inconsciente, los hablantes no lo deciden hacer", sostuvo Santiago Kalinowski, director del Departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas de la Academia Argentina de Letras, en diálogo con LA NACION sobre el presente y el futuro del lenguaje inclusivo que ya comienza a aplicarse en distintas modalidades en universidades públicas nacionales.
El investigador comentó que el lenguaje inclusivo no es un fenómeno de cambio lingüístico, ya que se diferencia de los que se dieron a lo largo de la historia: "Los cambios se dan de manera inconsciente, los hablantes no lo deciden hacer".
Autor, con la ensayista Beatriz Sarlo, del libro La lengua en disputa, dijo: "Ningún actor centralizado es capaz de torcer la evolución lingüística de la sociedad". Y consideró que el lenguaje inclusivo es un fenómeno retórico discursivo: "La retórica es el arte de lograr con la lengua algo en el auditorio. El objetivo de lograr una toma de conciencia en la sociedad acerca de que persiste una injusticia en esta misma".
Opinó que la persona que decide usarlo se está pronunciando políticamente. Pero que esto no quiere decir que se lo pueda imponer a los demás. "Desde el punto de vista político, es algo que se debe evitar. No se le puede obligar a usarlo y tampoco se lo puede prohibir", dijo. Y señaló que desde el punto de vista lingüístico tampoco se lo puede hacer: "Los hablantes tienen derecho a su intervención discursiva, intervenir la lengua que les permita interactuar políticamente con la realidad".
Para el especialista, este lenguaje es el rasgo más visible que rodea la lucha por la igualdad. "Para mí, va a ser muy perdurable. Este momento es el de más ebullición en la lucha por la búsqueda de la igualdad", comentó, a pesar de creer que no se trata de un cambio gramatical.
"Que alguien no lo use no significa que sea machista. Por eso es importante que cada persona entienda la intervención que uno les puede dar a las palabras y evaluar si las quiere usar y dónde lo quiere hacer. Siempre siendo consciente de los costos que puede tener", afirmó.
Consideró que a las universidades no les quedó otra opción que adaptarse a las demandas. A su criterio, lo fundamental es informar en qué consiste, qué implicancias tiene, por qué se usa: "Todas las personas tienen el derecho a hablar como se sientan identificadas. No por esta lucha va a cambiar la lengua de todos. Todos tenemos derecho a intervenir la lengua". Y amplió que el lenguaje inclusivo aspira a cambiar lentamente las cosas: "La lucha del inclusivo es cambiar la cultura, las personas tienen la libertad de hacerlo si quieren".
Argumentó que circula en una minoría, aunque los jóvenes lo han incorporado de un modo más intenso: "La lengua a esa edad genera una identidad de grupo que los diferencia de los adultos. No lo definiría como lenguaje de jóvenes, sino como una demanda de grupos activos por la lucha de la igualdad".
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