Le pidió a su amigo que le cuidara el DNI en Malvinas y él se lo llevó a la tumba: lo recuperó 37 años después
"Un día, antes de entrar en combate en Malvinas, le pedí a mi amigo Víctor Rodríguez que me guardara mis documentos porque seguro los iba a perder, y me dijo que él se iba a encargar de cuidarlos", cuenta Mario Gómez a LA NACION, mientras señala una foto de la Compañía C del R7 de La Plata, donde está formado junto a su amigo.
En ese momento, Mario no podía imaginarse que la devolución de su documento se iba a producir casi 37 años después de la muerte de su amigo.
Amigos inseparables
Días atrás, la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación informó a Nora Rodríguez, hermana de Víctor, que éste había sido identificado por el plan humanitario que llevan adelante los gobiernos argentino y británico, encabezado por la Cruz Roja Internacional y el Equipo Argentino de Antropología Forense. Víctor Rodríguez pasó a ser el soldado número 103 de los 110 que ya lleva identificados la misión entre los que permanecieron sepultados desde la culminación de la guerra bajo la leyenda "Soldado argentino solo conocido por dios" en el cementerio de Darwin.
Lo curioso de este caso fue que, dentro de las pertenencias que encontraron en la tumba de Víctor, además de su medalla de la Virgen Milagrosa, había un documento de identidad que no le pertenecía. Era el de Mario Gómez.
Casos como este, la recuperación de pertenecías de los soldados sepultados en Darwin, se están dando gracias al excelente trabajo realizado en febrero de 1983 por el Coronel Geoffrey Cardozo, que supo dejar todo rastro de identificación posible en un informe detallado pero, además, en cada una de las tumbas del cementerio de Darwin que el mismo diseñó.
Fue entonces que la secretaría de DDHH decidió reunir a ambas familias para hacer entrega de las pertenencias.
Nora Rodríguez se llevó la medalla de su hermano, quien murió en Malvinas cuando ella tenía solo cuatro años. "La medalla se la había regalado Mabel, su novia de ese entonces, en una caminata a Luján, meses antes que ingresara al ejército", afirma.
Y Mario Gómez se reencontró con su DNI, que había dejado al cuidado de su amigo en la Guerra de Malvinas.
"El documento se conserva quizás por la premonición de Mario, que le pide a Víctor que se lo guarde porque él era muy descuidado. Tal vez fue ese enigma de la vida que les iba a permitir quedar íntimamente ligados para siempre", señala el secretario de DDHH, Claudio Avruj.
A partir de ese encuentro, donde se entregaron las pertenencias, las familias Gómez y Rodríguez siguen en contacto, forjando una amistad.
La muerte de Víctor
Mario Gómez recuerda, junto a su hija Gisele, todas las peripecias que vivió en Malvinas: frío, hambre, cazar ovejas, el dolor de una herida y, sobre todo, la tristeza de perder al amigo que lo había acompañado desde que entraron al ejército, cuando compartían una improvisada trinchera durante la cruenta batalla de Monte Longdon.
"Víctor murió de la peor manera", cuenta su mejor amigo, Mario Gómez. "Estábamos en Monte Longdon, había una buena luna y nos escudamos detrás de una piedra gigante. Desde allí se podía escuchar a los ingleses hablar allá abajo. Víctor comenzó a poner una piedra sobre otra para tener una mejor visión para disparar. Pero el primer disparo de los ingleses le dio en la frente, fue fulminante. Luego nos tiraron con dos granadas de mano, ahí quedé fuera de combate herido por las esquirlas. No pude hacer nada por él, no lo pude salvar", relata con pena.
Para el veterano de guerra Mario Gómez, la muerte de su amigo Víctor Rodríguez en Malvinas, sucedida la noche del 12 de junio de 1982 en un enfrentamiento con el enemigo, donde él también salió herido, es, sin duda, el peor de los recuerdos.
Dos años antes habían ingresado juntos a cumplir con el servicio militar obligatorio en el Regimiento N°7 de La Plata, pero días después de la ansiada baja llegó la dura noticia: tenían que presentarse nuevamente en el regimiento para ser trasladados a Malvinas.
Amigos inseparables
"Siempre estuvimos juntos con Víctor, fuimos muy amigos, éramos compañeros, dormimos en la misma carpa en la instrucción militar y desde ahí en adelante compartimos todo. En Malvinas pasábamos hambre, los ingleses habían bloqueado las islas y no llegaban provisiones, le dije al teniente que no teníamos para comer y me dijo que comamos pasto", detalla con precisión. Y agrega: "No íbamos a comer pasto, íbamos a comer cordero. Así que me dediqué a cazar ovejas para cuerearlas y poder compartirlas con mis compañeros. A los que hacían eso los estaqueaban, pero yo me defendí y no pudieron conmigo".
Mario cuenta que era muy desordenado y rebelde. Distinto a Víctor, que se mostraba siempre cuidadoso y muy creyente, al que solía verlo rezar mientras besaba la medalla de la Virgen Milagrosa.
"Sabía que, por su forma de ser, Víctor iba a saber guardar mi DNI. Así fue, me lo devolvió en perfectas condiciones, 37 años después", describe emocionado.
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