Las tres estancias cordobesas donde descansan Macri y su familia
El Presidente tiene sus lugares preferidos de Córdoba para descansar.
CORDOBA. El presidente Mauricio Macri sumó algunos lugares de esta provincia a Villa La Angostura como sus preferidos para descansar. Desde que fue elegido vino varias veces y prefirió alojarse en algunas de las estancias con más historia y mejores paisajes de Córdoba. Repartió sus mini vacaciones entre Ascochinga –el lugar donde todavía sobrevuela el apellido Kennedy- y Alta Gracia, una de las más antiguas sedes de los jesuitas.
Las papas preferidas de Antonia
El Potrerillo de Larreta –a 36 kilómetros de la capital cordobesa, en pleno Valle de Paravachasca – recibió dos veces al Presidente junto a Juliana Awada y Antonia (quien, según la cocinera del lugar es “fanática” de las papas a la española). Hace cuatro siglos ese campo integraban la estancia jesuítica de Alta Gracia, declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad en el 2000.
Después las tierras fueron del virrey Santiago Liniers y, en 1918, las compró el escritor Enrique Larreta. A fines de los ’90 su familia decidió transformar el espacio en una propuesta turística y convirtió al casco de la estancia en hostería que complementaron con una cancha de golf de 18 hoyos, caracterizado por los diversos cruces de arroyos.
El diseñador de canchas de golf Tom Doak –reconocido a nivel internacional- le adjudicó la calificación más alta de campos de 18 hoyos de Centro y Sudamérica y ubicó la cancha entre sus favoritas de la región. Igual, no todo es golf, el campo cuenta también con canchas de tenis de polvo de ladrillo y una de fútbol 7 y pileta.
La casona de dos plantas, construida en 1920, es de arquitectura colonial y cuenta con una capilla de 1927 -levantada con piedra caliza, extraída de la cantera del lugar- que conserva sobre el altar una imagen de la Virgen de la Merced esculpida en arcilla por Larreta. Son 430 hectáreas que pueden observarse desde los balcones de las habitaciones que mantienen el estilo original, con baños con artefactos ingleses y franceses y grandes bañeras de cuatro patas.
En la casa hay piezas de arte procedentes del Alto Perú y de España, como cuatro pinturas cuzqueñas del siglo XVIII, que forman parte de la colección de arte latinoamericana y española de Larreta, de quien también hay algunos óleos.
Desde El Potrerillo se puede visitar la estancia jesuítica de 1643, testimonio de un siglo de esplendor y fervor religioso, con su iglesia, obraje, ruinas del molino y el antiguo horno. En Alta Gracia también hay otros atractivos, como el Museo Casa de Ernesto Che Guevara en Villa Nydia, (Avellaneda 501) donde el guerrillero vivió parte de su infancia; y el Museo Manuel de Falla (el músico pasó la última parte de su vida en el lugar).
Apellidos ilustres en las sierras
Ascochinga, el tranquilo pueblo a 60 kilómetros de la capital cordobesa, fue durante décadas el lugar elegido por algunas de las familias más reconocidas del país para su veraneo. Las estancias La Paz y El Colibrí, elegidas por el Presidente para descansar, están allí, en medio de las Sierras Chicas.
La Paz, sobre el Camino Real que unía el virreinato del Río de la Plata con Cuzco, fue propiedad del dos veces presidente Julio Argentino Roca; su parque de araucarias, eucaliptos, magnolias, ceibos, un ombú, tipas y algunos olivos al lado de la capilla de calicanto fue diseñado por el paisajista y arquitecto Carlos Thays.
Roca la compró después de casarse con la cordobesa Clara Funes y pasaron varios veranos en estas 2000 hectáreas con lago artificial que hoy albergan un hotel y un restaurante. Alojó en diversas oportunidades a Domingo Sarmiento, Nicolás Avellaneda y Carlos Pellegrini.
Más cerca en el tiempo, pasaron otros presidentes, David Rockefeller y muchos extranjeros acomodados que vienen a cazar palomas doradas, que son plaga en la zona, y a jugar al polo.
El Colibrí, "inspirada en las estancias argentinas de principios del siglo XX", está entre los 101 mejores hoteles del mundo, según la revista Tatler. El casco está situado en el centro de 170 hectáreas rodeadas por un río y cuenta con su propia producción de carne y su huerta.
A diferencia de El Potrerillo o La Paz, el establecimiento fue creado a inicios del 2000 por Raoul Fenestraz, quien con su familia dejó Saboya en los Alpes franceses, para comprar estas tierras y continuar con el negocio hotelero. Nueve suites que son vecinas a la casa familiar; cada una decorada con un motivo diferente, pintado a mano sobre las paredes y reproducido en los cortinados y en los azulejos del baño. Todas tienen living y terraza propias.
La casona de estilo colonial ofrece paseos a caballo, lecciones de polo y una pileta donde pasar el tiempo y disfrutar de la cocina de excelente reputación con la que cuenta y que se provee de la huerta y granja orgánica del lugar.
La decoración fue elegida por Stéphanie, esposa de Raoulm, quien recorrió kilómetros por todo el país para elegir las piezas únicas que hay en los distintos ambientes.
La Paz y El Colibrí son vecinas de San Miguel, otra estancia que en 1900 era el lugar elegido por la familia del gobernador Miguel Cárcano, y de Las Barrancas, de Dulce Liberal de Martínez de Hoz, que recibía seguido a Manuel "Manucho" Mujica Lainez.
En 1941 John Fitzgerald Kennedy cumplió 24 años en Ascochinga; llegó invitado por Cárcano y –cuentan- se enamoró de Stella Baby, una de sus hijas. En 1966 su viuda, Jacqueline, arribó con sus hijos, John-John y Caroline. "Espero que mis hijos sientan la felicidad que mi esposo conoció aquí y que cuando crezcan comprendan por qué su padre quiso tanto esta tierra", dijo ella.