Las razones por las que se forman largas filas para atenderse en el Hospital Odontológico Universitario de la UBA
La rapidez, el nivel profesional, los bajos costos y la calidad de los materiales inciden en que los pacientes elijan cada vez más el servicio
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Son las 10 de la mañana de un jueves y sobre la calle Marcelo T. de Alvear, entre Junín y Uriburu, una fila de unas 40 personas irrumpe en la vereda del barrio de Recoleta. La culminación de la espera es el interior de la Facultad de Odontología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde funciona el Hospital Odontológico Universitario. Si bien los motivos de consulta son muchos y muy variados, las razones por la que las personas deciden atenderse allí son idénticas: la celeridad, la calidad de la atención y los costos significativamente más bajos.
“Es por calidad, costos y rapidez. Acá te tratan con los mejores materiales. Un amigo ya se atendió y tuvo una buena experiencia”, señaló a LA NACION Alejandro Gómez, de 52 años, que pacientemente se encuentra formado en la fila. Su consulta consiste en una revisión general para evaluar la posibilidad de hacerse algún arreglo, y preguntar por el precio de las prótesis.
“Tengo obra social, pero todavía no averigüé. Varios compañeros me dijeron que tardan mucho en darte un turno y si uno tiene medianamente una urgencia no puede esperar”, explicó sobre por qué había elegido el Hospital Odontológico Universitario para atenderse. Y sumó: “Esto está buenísimo porque está al alcance de todos, y con precios accesibles”.
La masividad, no obstante, no ocurre desde siempre. Los profesionales a cargo, así como las autoridades de la facultad, afirman que fue a partir de la irrupción de la pandemia de Covid-19 que la cantidad de personas que llegan diariamente para atenderse aumentó significativamente.
“Siempre hubo mucha gente. Por lo general atendemos 220.000 pacientes por año, pero a partir de la pandemia se incrementó un 20% o 30% por varios factores”, observó Pablo Alejandro Rodríguez, decano de la Facultad de Odontología de la UBA.
Y listó las razones del incremento: “Por un lado, hemos mejorado muchísimo las instalaciones, la capacidad instalada y la tecnología disponible, sumado a la calidez y la calidad de atención de los profesionales y alumnos. Por el otro, con la emergencia sanitaria, muchos profesionales odontólogos han dejado de trabajar o mermado la cantidad de horas y días de trabajo, además de que se limitó significativamente la cantidad de prácticas realizadas por prepagas y obras sociales. Otro factor es que los hospitales atienden muy poca odontología y eso hace que los pacientes que no tienen donde atenderse vengan con nosotros”.
Marisa Garrido (59) y Ariel Cabrera (46) cuentan con obra social: Unión Personal y IOMA, respectivamente. Sin embargo, vinieron a hacer la fila para atenderse en el Hospital Odontológico Universitario. “Es como ir a un particular porque no te cubre muchas cosas”, opinó Garrido sobre su cobertura de salud, y agregó: “Es la primera vez que vengo. Quiero consultar el costo de implantes, arreglos y limpieza. Se conoce porque los precios son más accesibles que ir a un odontólogo particular”.
Fredy Suárez (46) viajó desde Isidro Casanova para atenderse por un dolor de muela. A pesar de que indicó que consultó con “un montón” de especialistas por su zona, señaló: “Estoy en desacuerdo con lo que cobran los odontólogos particulares por una extracción, que ronda entre $6000 y $9000″.
“La gente haciendo fila para atenderse son personas de clase media, o media baja, que vienen por un combo mágico: materiales de calidad, buenos profesionales, atención inmediata y buen precio”, explicó a LA NACION Jorge Pasart, secretario de Extensión Universitaria y profesor adjunto en la cátedra de Prótesis Fija.
Y añadió: “Una corona en la facultad sale $13.800, con una prepaga te puede costar $67.000, y por un particular podría llegar hasta $100.000. Asimismo, un tratamiento de conducto en la facultad sale $6000 y un particular te puede cobrar alrededor de $30.000″.
Por los costos y por la calidad profesional es que Ruth (23) decidió levantarse temprano, tomar dos colectivos y un tren, y formar fila en la puerta del hospital para ser atendida. Quiere ponerse brackets. “Una amiga me dijo que acá me iban a dar un buen panorama de qué es lo mejor para mí. No tengo muy desordenados los dientes, sino que es para perfeccionarlos. Mi miedo es no tener que necesitarlos o que me hagan un mal trabajo, porque para eso me quedo como estoy y no gasto dinero en un lugar particular que me cobran más de $50.000 de base”, detalló la joven, que vive en José León Suárez, partido de San Martín.
El sistema de atención
Una vez superada la espera, se ingresa a la guardia odontológica, que funciona las 24 horas, todos los días del año. Es un espacio con varias estaciones de trabajo, en la que diferentes profesionales atienden o derivan a los pacientes. “Todo el que ingresa a la universidad tiene que pasar por la guardia. Le hacemos un ingreso con una radiografía panorámica, con una revisión clínica y ahí se deriva, dependiendo de lo que tenga, al piso de Cirugía, Prótesis, Caries, Periodoncia, entre otros. Lo que se atiende acá se resuelve en el momento y tiene que ver con todo lo que implique dolor, caras hinchadas o hemorragias”, describió Eliana Pérez, jefa de guardia del turno jueves.
Cuando un paciente tiene una derivación, se le informan las prácticas y los diferentes turnos con profesionales o alumnos, según la dificultad del tratamiento. “Se deriva a las cátedras o a los pisos de especialidades según el tipo de trabajo que se tenga que hacer y la complejidad que requiera”, agregó Pérez.
“Nuestro plan de estudio habilita a atender pacientes desde el tercer año. La complejidad baja, que es la prevención, empieza ese año con el tratamiento de caries pequeñas. Luego tienen Cirugía, con extracciones. Y ya en cuarto año tienen Endodoncia, que es conductos; Operatoria, que es prótesis; y Periodoncia, que es tratamientos de encías. En quinto año ya aparecen materias más complejas, como rehabilitación protética fija y removibles”, detalló Rodríguez, quien precisó que en total, quienes atienden pacientes son “1200 alumnos, 1000 estudiantes de posgrado –graduados que hacen carrera de especialización– y unos 1500 docentes, que también hacen prácticas profesionales”.
Respecto del valor que la atención a la comunidad tiene para la facultad, Rodríguez sostuvo: “La patología es muy variada y en la variedad aparecen situaciones complejas que nos sirven para generar conocimiento, para aplicar o crear protocolos para diferentes prácticas. Atendemos desde patologías simples, como una pequeña intervención de caries, hasta grandes rehabilitaciones implanto o dento soportadas, patologías tumorales, tratamientos de dolor, infecciones o traumatismos. Eso genera casos que uno tal vez no ve en el consultorio. y muchas veces somos consultados por colegas y los asesoramos con cuestiones técnicas para que puedan resolver”.
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