Las puertas de los ascensores aún no cierran
Se demora en la ciudad el reemplazo obligatorio del viejo sistema de "tijera"
A más de cinco de años de sancionada la norma que obliga a los consorcios de edificios a recubrir o cambiar las puertas tijeras de los ascensores, sólo un 18 por ciento ha cumplido con la ordenanza, según estimaciones del Gobierno de la Ciudad.
No se trata únicamente de una rebeldía de los propietarios, sino de la expresión de un conflicto que enfrenta a autoridades, empresarios y agrupaciones de discapacitados.
Idas y venidas caracterizaron la controvertida ordenanza 46.275, que dispuso la obligatoriedad del reemplazo, para evitar que los usuarios puedan sacar una mano o un pie por el enrejado y así lesionarse.
Primero fue suspendida por 90 días, el 23 de diciembre último, por la Resolución Nº 06/97 de la Legislatura porteña, tiempo en el que los diputados deberían sancionar una nueva ley.
Pero el plazo se venció y la ordenanza, sancionada por el Concejo Deliberante en 1992, sigue en vigencia, según afirmó a La Nación el ingeniero Eduardo Cohen, de la Dirección General de Fiscalización de Obras y Catastro.
Muchas entidades de discapacitados motrices habían pedido la suspensión de la norma porque las modificaciones en las puertas reducen el espacio de acceso al ascensor, demasiado estrecho para las personas que se desplazan en sillas de ruedas.
"Seguridad y accesibilidad de la mano -expresó Eduardo Joly, presidente de la Fundación Rumbos-. Sólo con cambiar la puerta de la cabina alcanza, porque las lesiones en los niños se producen dentro del ascensor. Por otra parte, habría una diferencia de costos."
En la misma línea, el titular del Frente de Personas con Necesidades Especiales del Frepaso, Antonio Cóppola, sostuvo: "Se disminuyen los gastos si en un edificio con dos ascensores se cambian sólo las puertas de la cabina y no las de pasillo o rellano".
Sin embargo, el presidente de la Asociación Inmobiliaria Edificios de Renta y Horizontal (Aierh), Diego Romeo, opinó que los consorcios deben cumplir la ordenanza y consideró que los precios del recubrimiento "no son muy altos. Hay algunos más económicas y otros sofisticados".
Mientras la confusión continúa, la Dirección de Obras y Catastro sigue con las tareas de control. Para ello cuenta con tres inspectores dependientes del organismo y cinco del área elevadores.
A ellos se suma la Superintendencia de Bomberos que, cuando recibe las denuncias por irregularidades del encargado de un edificio o de un vecino, da intervención a Catastro.
"Si existe la infracción se labra un acta de comprobación que regula la Justicia de Faltas. Luego el monto de la multa queda a disposición del juez", explicó Cohen.
Los accidentes de los niños y la inaccesibilidad de los discapacitados no fueron los únicos inconvenientes que presentaron las puertas tijera.
La posibilidad de caer por el hueco del ascensor también forma parte de esta compleja madeja de ordenanzas y resoluciones.
La persiana, que la ordenanza exige que recubra la puerta tijera en forma de mampara, oculta de la vista la posición del ascensor.
De esa forma, argumentan muchos, se corre el riesgo de abrir la puerta cuando el aparato está en otro piso y caer al vacío.
Reforma demorada
La solución de este conflicto está ahora en manos de la Legislatura. Si bien el cuerpo no sancionó en el plazo que se había fijado la ley definitiva, los distintos bloques presentaron proyectos para la futura modificación de la ordenanza.
- El proyecto firmado por Aníbal Ibarra (Frepaso) propone el reemplazo sólo de las puertas tijeras de la cabina. El ancho mínimo de acceso para ascensores de 3 a 10 personas debería ser de 80 centímetros y para más de 10 personas, de 90.
- El proyecto del legislador Jorge Srur (Nueva Dirigencia) está basado en las normas IRAM de seguridad de los niños, el cierre inviolable de las puertas y las medidas de las sillas de ruedas.
También presentaron proyectos Jorge Arg6uuml;ello (Bloque Porteño), y la Fundación Rumbos.